Susurros de amor.

Homenaje a mi terruño.

En las tierras cálidas de Maicao,
donde el sol acaricia con su abrazo,
se alza un rincón de encanto y misterio,
donde la brisa susurra sueños al viajero.

Entre palmas danzantes y arenas doradas,
Maicao despierta con promesas abrazadas.
Sus calles resplandecen con colores intensos,
reflejo de un pueblo vibrante y extenso.

En el horizonte, el cielo se viste de fuego,
pintando puestas de sol que roban el ruego.
La mezcla de culturas, un tapiz tejido,
en Maicao, la diversidad es el abrigo.

Oh, Maicao, joya en la costa caribeña,
tu esencia se funde en la danza terrena.
Entre aromas de especias y sabores audaces,
eres poesía que embriaga los sentidos palpables, Entre frichi,  chicha, y un cálido Chinchorro bajo la enramada en un techo de yotojoro. Machanta un café y un trago de chirrinchi, olvidando los charcos del pueblo siendo mencionados, por mi amigo Roberto Solano, la realidad es arte y calidad de ser humano. 

oh, Maicao, mi pampa, mi terruño, mi casa, mi casta, mi gente, a quien escribo con mi puño, letra de un demente, narrando palabras elocuentes, prudentemente, en la ciudad amable. 

Mi Maicao todos son bienvenidos amigablemente, y si llegas te devolveras diferente. 




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