En la quietud del universo, surge la mujer, sabia y fuerte,
Esfinge de la vida, guardiana de secretos que la hacen inerte.
Con la luna en sus ojos y estrellas en su ser,
Teje historias en sus manos, un compendio de aprender.
Su corazón, un libro de páginas infinitas,
Donde la experiencia escribe las más sabias citas.
Eleva su voz como eco de la sabiduría ancestral,
Espejo de la tierra, reflejo del cosmos celestial.
Como el río que fluye con inquebrantable certeza,
La mujer, flujo de vida, en su esencia es pureza.
En sus ciclos encuentra la sinfonía de la creación,
Danzando con la naturaleza, obra de arte en acción.
Mujer, fuente de fortaleza y amor sin medida,
Guardiana de la llama que en la oscuridad guía.
Bajo el sol de su sabiduría, florece el jardín,
Ella, poema eterno, en la historia del universo sin fin.
En su andar, la mujer es savia que nutre la tierra,
Semilla que germina en cada risa y en cada guerra.
Como el roble que abraza el viento con firmeza,
Ella es columna que sostiene la esencia de la naturaleza.
Sus manos, arquitectas de puentes entre almas,
Construyen lazos que resisten tormentas y calmas.
En su mirar, destellos de estrellas danzan,
Historias universales en cada gesto avanza.
La mujer, poeta que escribe en los suspiros del viento,
Guardiana de la llama, faro que guía en el tormento.
En el arte de su existencia, lección de serenidad,
Ella es maestra que enseña con pura verdad.
Y en el eco de su risa, canción de esperanza,
Resuena la sabiduría que en su ser avanza.
Mujer, símbolo de resiliencia y de amor,
En tu ser, la esencia eterna que trasciende el dolor.