En mi mundo soñado no hay relojes, pero sí atardeceres infinitos. Las personas viven con el alma despierta, sin miedo a decir “te quiero” ni a abrazarse hasta el alma. Nadie es esclavo del juicio, ni del ego, ni de las heridas que otros les dejaron.
Allí las ciudades están hechas de madera, libros y música. Los muros tienen poemas pirograbados, las plazas tienen guitarras colgadas de los árboles, y cada calle tiene nombre de una emoción: “Esperanza”, “Valentía”, “Perdón”, “Reencuentro”… 🌻
Las motos recorren caminos de tierra, cruzando montañas cubiertas de neblina. Y en cada parada hay café caliente, miradas sinceras y gente que canta alrededor de un fuego. Las hijas crecen rodeadas de amor, sabiendo que el mundo es un lugar que también les pertenece.
En mi mundo no hay miedo al final, porque se vive con tanta verdad… que hasta la muerte se sienta a contemplar en silencio.
El planeta azul.
Luís Rivera