Estaba en el jardín viendo el agua correr y si entiendo el aire en mi cara cuando mi tranquilidad fue interrupida por uno de los guardias.
-Princesa Guiselle, el rey solicita su presencia en el salón del trono.
-Gracias ahora mismo me dirijo hacia allá - le conteste
Con ayuda el guardia escoltadome llegue donde mi padre me había citado.
Guiselle, hija mía pasa pasa - me dijo
Hise una pequeña reverencia - Señor padre me informo el guardia que quería verme.
Sí hija - me contesto - en vista que ya se acerca tu cumpleaños me gustaría saber que regalo sería de tu preferencia.
La pregunta de mi padre me tomo por sorpresa, nunca antes me había pedido mi opinión sobre algo, el era un hombre que lo podía controlar todo por eso cada vez que pedía ser escuchada siempre me decía que era una irrespetuosa e imprudente.
Padre - dije - con que usted me prometa qué va a seguir gobernando este reino durante muchos años más me es suficiente.
Hay nuestra Guiselle - dijo mi madre en un tono dulce qué pocas veces oía - siempre tan humilde y preocupa por su padre.
Mi padre sonrió - esta bien mi niña, si eso es lo deceas se cumplirá.
Después de esa conversación mi madre y yo terminamos de discutir algunos detalles de mi fiesta de cumpleaños que sería en tres días, estaba agitada así que solo me aliste para dormir y caí rendida en en sueño.
Al día siguiente, me desperté y empezó la tortura de la mañana, entre el corset, el peinado y todas las demás cosas que me hacian, al liberarme me diriji al comedor real a desayunar... sola otra vez. Ya era costumbre por eso siempre desayunaba en el jardín, era una manera de olvidar mis problemas, pero últimamente no funcionaba por el ruido y el desastre que provoca mi fiesta de cumpleaños.
En la noche iban a llegar algunos invitados por el tiempo, y entre ellos están los reyes del reino amigo, lo que significa que iba a llegar Arthur, estaba tan emocionada de verlo que no veía la hora que llegue.
Creo que mis pensamientos fueron hacer que no me diera cuenta que un grupo de niñas del reino eran llevadas al salón del trono.
Iba pasando por el mercado por los mandados de mi mamá hasta que escuche trompetas reales, la curiosidad me gano así que me acerque para ver de que se trataba.
Por decreto del rey y soberano todas las jovenes entre 15 y 16 años serán llevadas al palacio antes del atardecer
Mi piel se erizo al instante, empece a templar y se me callo la bolsa qué tenía, mi corazón latía con fuerza ¿Para que nos pedían ir al palacio? ¿Será grave? ¿Si voy a poder salir?
Fui corriendo a mi casa para informarles a mi mamá sobre la situación, entre claramente alterada.
Hija estas bien - me pregunto mi mamá.
Mamá por favor siéntate - le dije - estaba en el mercado cuando unos guardias dije que el rey solicitaba la presencia de todas las chicas entre 15 y 16 años.
Mi mamá palidecio de inmediato, no dijo nada solo se acercó y me abrazo.
Cuando es eso hija - me pregunto
Hoy - le conteste, se separó de mi - antes del atardecer.
Dio unos pasos hacia atrás - tan pronto
Tengo ir mamá pero tengo miedo - le dije.
Tranquila mi niña todo va a salir bien, veras que en unas horas estarás devuelta.
Estaba a punto de llorar cuando tocaron la puerta, la abrí y pude ver a un guardia real
- Amanda Martínez - preguntó
Sí soy yo - le conteste.
Por decreto del rey tiene que dirigirse al palacio - dijo sin más
Voltie a ver a mi mamá y nos despedimos, después me salí y de dirigi al palacio con las demás chicas.
No era una persona muy sociable así que mantuve callada todo el viaje, por suerte no era muy largo.
Abrieron las grandes puertas y entramos, nos llevaron al lugar de los tronos nos ordenaron en dos columnas para no pisar su costosa alfombra.
Nadie nos había dicho que hacíamos ahí pero de alguna manera todas sabíamos que no todas íbamos a salir.
Después de acabar el desayuno y de hacer una larga pausa para pensar, me dirigi al salón para preguntarle algo a mi madre sobre mi fiesta, cuando entre me sorprendió ver a varias muchachas al rededor de la alfombra central.
Mire a mi padre, pensé que estaba estaba interrumpiendo algo, hasta que mi padre me habló
Guiselle - me dijo mi padre - feliz cumpleaños, se me dijiste que no querías nada para tu cumpleaños pero por cumplir la mayoría de edad se me ocurrió regalarte tu primera dama personal, puedes escoger a la que tu quieras y se quedará a vivir aquí para servirte solo a ti.