Susurros de la Oscuridad

007

La tensión estaba en el aire, pesada como la niebla que cubre la ciudad después de la tormenta. Cada respiración parecía resonar más fuerte de lo normal, como si el mundo, en su desolación, hubiera decidido detenerse por un segundo y escuchar. Pero a mí no me importaba. Estaba acostumbrado al silencio. Lo que no podía soportar era la mirada que Liam y Oscar me dirigían. Lo sabía, lo podía sentir en sus ojos. Algo había cambiado desde la pelea de anoche. Algo que no podía ignorar.

La llegada de Rea fue un catalizador, eso no lo podía negar. Pero anoche... esa maldita discusión. Mi cuerpo aún recordaba la forma en que el suelo había sentido su impacto al caer. No había sido una pelea cualquiera. Nunca había sido una persona de cuestionarme demasiado las cosas. Siempre seguí el camino, sin mirar atrás, sin complicarme la vida con preguntas. Pero todo comenzó a desmoronarse en el momento en que los disparos comenzaron a volar cerca de nosotros. Esa sensación de que algo no estaba bien, esa presión en el pecho que no podía ignorar, me seguía atacando. ¿Era miedo? ¿Desconfianza? No lo sabía. Lo único que sabía era que las dudas comenzaban a carcomerme.

El sol se estaba ocultando en el horizonte cuando llegamos a una vieja estación de tren abandonada. Nos detenemos, y el silencio es tan espeso que se puede cortar con un cuchillo. Miré a mi alrededor, a los demás, y sentí esa incomodidad en el aire.

Liam estaba allí, siempre tan seguro de sí mismo, siempre tan inquebrantable. Pero hoy no parecía tan sólido. A su lado, Oscar, con quien discutía en voz baja, demasiado bajo para que pudiera escuchar de qué hablaban, pero lo notaba. La tensión estaba creciendo.

— Vamos, Nikos, no te quedes mirando como un espectador— dijo Liam, interrumpiendo mis pensamientos. Me dio una palmada en el hombro, pero su sonrisa no llegaba a sus ojos. Era como si todo hubiera cambiado, como si él también estuviera luchando contra algo más. ¿Era solo yo el que lo sentía? ¿O todos estaban igual?

Me giré hacia él, incapaz de ocultar la confusión que se reflejaba en mi rostro. —¿Qué pasa, Liam? ¿Por qué lo siento tan... raro?.

Liam levantó una ceja, pero no dijo nada. Me miró un segundo más, luego se giró hacia los demás.

Mis ojos se desviaron hacia Oscar y Neleah. Oscar estaba mudo, pero sus manos se apretaban con fuerza, como si estuviera conteniéndose. Neleah, por otro lado, ni siquiera me miraba. .

— ¿Por qué no me miras?— le pregunté, casi en un susurro, mientras caminaba hacia ella. La conocía lo suficiente para saber que algo no estaba bien.

Su respuesta fue un simple encogimiento de hombros, pero sus ojos, esos ojos llenos de confianza, ahora estaban llenos de incertidumbre.

Fue entonces cuando el verdadero peso cayó sobre mí: no podían confiar en mí, no después de la semilla que Rea planto en ellos.

Nuestro camino fue difícil, y estando a pie lo complicaba aun mas. Nadie quería hablar, pero a la vez todos esperábamos respuestas y que uno decidiera preguntar que era lo que Rea sabia que nosotros ignorábamos por completo. El camino a nuestro alrededor fue un gran abismo de silencio, aquellas comidas que antes eran llenadas por risas y tranquilidad, ahora estaban llenos de silencios y miradas que no estaban dispuesto a soportar un minuto más.

— Ya termine. Ire a echar un vistazo por el camino.

— Nikos espera.

La voz de Liam se perdió en el instante en el qué comencé a caminar lejos de ellos. Mis pensamientos me consumían por completo, había una nube de ira creciendo en mi. Había pasado 3 años con mis amigos. 3 años en los que construimos una confianza y una familia. 3 años que se lanzaron por la borda con la llegada de una estúpida adolescente.

"¿Acaso le han ocultado la verdad al gran guerrero Nikos Arandis?."

Esa frase había quedado atrapada en mi cabeza, como una semilla esperando germinar, creciendo con cada segundo que pasaba. No podía seguir viviendo con esa incertidumbre, con esa presión.

Al volver con los demás y aun estando a una distancia en la cual solo podía observarlos, note como todos se sentían mas cómodos, incluso con La reina roja con ellos. Leah tocaba su cabello mientras depositaba una corona de flores en ella dibujándole una sonrisa en su rostro, aumentando aun mas mi odio.

— Es momento de seguir. — dije estando lo suficientemente cerca para que pudieran oírme — Esta todo despejado.

Todos solo asintieron y procedieron a ordenar todo a su paso, tomaron sus mochilas al hombro y comenzamos a caminar. Aun nos quedaba un día a pie, lo que solo empeoraba aun mas las cosas a su paso. Rea camina a mi lado, a unos pocos pasos de distancia, pero a la vez está tan lejos como el horizonte. No puedo evitarlo, sus presencias se vuelve insoportable en cada silencio que compartimos. Todo lo que quiero es llegar al refugio, sentir la seguridad de las paredes entre nosotros, pero aún faltan kilómetros y, si soy honesto, la tensión entre nosotros es tan palpable que ni siquiera el peligro que nos acecha afuera parece tan aterrador. Cuando apenas nos alejamos del lugar donde estábamos los disparos comenzaron a llegar.

— ¡Dijiste que estaba todo despejado Nikos!.

Mierda.

Cubrí a Leah y la deje detrás de unos arboles asegurándome de que estuviera bien y nada le llegara. — Liam tu por ese lado, Oscar y yo esta...




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