Promesas destruyéndose

El plano espejo temblaba, como si la misma magia del lugar comenzara a desestabilizarse. Las paredes de cristal vibraban con una energía antigua, y el reflejo de Liam ya no era un simple reflejo.

Rowen emergió de entre los espejos.

Al principio, nadie lo reconoció. Su rostro era joven, afilado, con una expresión melancólica que no ocultaba su dureza. Vestía de negro, con símbolos antiguos tatuados a lo largo de su cuello. Sus ojos, sin embargo, eran familiares: los mismos que Kai había mirado años atrás… cuando tenía esperanza.

—Rowen… —susurró Kai, retrocediendo un paso, paralizado.

—Al fin me recuerdas —dijo Rowen con una voz tranquila, aunque contenía un dolor ácido—. Años. Te busqué durante años. Y ahora que te encontré, traes contigo lo único que me faltaba.

Miró a Liam.

—La semilla.

Liam tragó saliva, dando un paso hacia atrás, pero Kai se interpuso al instante.

—No. No vas a tocarlo.

—No es decisión tuya, Kai —respondió Rowen—. El equilibrio está roto. El mundo mágico está muriendo. Esta semilla es lo único que puede restaurarlo.

—¿Y sacrificarlo te parece justicia? —bramó Kai—. ¡Es una persona!

—¡Es un contenedor! —gritó Rowen, por primera vez perdiendo la calma—. La semilla fue encerrada en un alma pura. Y ese alma… ¡es él!

Todos guardaron silencio. Nerea y Eloy intentaban moverse, pero la presión mágica era tan densa que dolía respirar.

Liam, en medio de todos, bajó la mirada.

—…Lo haré.

Kai lo miró bruscamente.

—¿Qué dijiste?

Liam dio un paso adelante. Su voz temblaba, pero su mirada estaba firme.

—Si eso salva a todos… si eso impide otra guerra… entonces lo haré. Pero prométeme —le dijo a Rowen— que pondrás a salvo a Kai y a todos los demás.

—Te lo juro por mi magia —dijo Rowen, alzando la mano con un sello antiguo que brilló en su palma.

—¡NO! —gritó Kai, su voz quebrándose—. ¡NO PUEDES HACER ESTO!

Kai se lanzó hacia Liam, tomándolo de los hombros con fuerza.

—Me prometiste que estaríamos juntos… Me dijiste que volveríamos a la peluquería, que podríamos seguir con todo esto… ¿¡Cómo puedes dejarme ahora!?

Liam tragó saliva. Había lágrimas en sus ojos, pero también una sonrisa suave.

—Has sido un buen amigo, Kai.

Kai lo soltó como si lo hubieran herido con un cuchillo.

—Tú… tú para mí no eres un simple amigo…

Sus manos temblaban. Su voz se ahogaba.

—¡ERES MI MUNDO!

Y sin esperar, sin pensar, Kai lo besó.

Fue un beso desesperado, tembloroso, lleno de magia contenida y de miedo. Liam se quedó quieto, y luego cerró los ojos, respondiendo brevemente… pero entonces, Rowen los separó de un tirón mágico.

—No te preocupes —le dijo a Liam, acariciando su mejilla mientras este caía de rodillas, debilitado—. Todo va a estar bien.

Y sin dar más tiempo, Rowen introdujo su mano en el pecho de Liam. Una luz brillante, verde y dorada, emergió. La semilla fue extraída: una esfera cálida, vibrante, que parecía contener un pequeño universo dentro de sí.

Liam cayó al suelo.

Inmóvil.

Kai gritó, desgarrado. Intentó alcanzarlo, pero Rowen lo alejó con un hechizo de protección. Nerea y Eloy, con los ojos desorbitados, trataron de lanzar magia, pero Elira apareció con su verdadera forma, bloqueando todo con un solo gesto.

—Él era un buen chico… —murmuró ella, con una mezcla de tristeza y determinación—. Pero el equilibrio lo exige.

—¡ERAN MIS AMIGOS! —gritó Eloy, tratando de liberarse.

—¡Y él era una persona, maldita sea! —rugió Nerea, luchando contra los hechizos que la aprisionaban.

—Lo necesitábamos —susurró Elira, y con un movimiento de su mano, los congeló a ambos en prisiones de cristal flotante.

Kai cayó de rodillas. Su magia se desbordó en un estallido violento. El suelo tembló, los cristales vibraron, y todo el plano espejo comenzó a desmoronarse.

Una grieta se abrió bajo sus pies, su energía explotó, y entonces…

Oscuridad.

Kai se desmayó.

Elira y Rowen se miraron. La semilla flotaba entre ellos, palpitando lentamente.

—El inicio ha comenzado —dijo Rowen.

—Ahora el mundo… sabrá lo que es magia verdadera —respondió Elira.