El altar se alzaba como una tumba en medio del caos.
El mundo mágico, recién renacido, se retorcía como una criatura herida. Rocas flotaban, el cielo sangraba luz, y las grietas de poder rasgaban el suelo. Todo estaba cambiando.
Y sin embargo, Kai solo veía una cosa.
Liam.
Tendido, inmóvil, sin corazón.
Sin vida.
—No… —murmuró, cayendo de rodillas a su lado—. No después de todo… No así…
Nerea se cubrió la boca con ambas manos. Eloy bajó la cabeza.
A pocos pasos, Lysan—la criatura invocada a través del grimorio—flotaba con la mirada baja, sus alas recogidas, su energía temblando como si también estuviera de duelo.
Fue entonces cuando el Creador descendió.
No con furia. Con presencia.
Sus alas extendidas como constelaciones. Su voz no se escuchaba: retumbaba dentro del alma.
—El cuerpo está roto.
—Pero el alma… aún llama —dijo Kai, levantándose con esfuerzo.
—¿Y qué ofrecerás a cambio?
Kai miró el cuerpo de Liam. Lo recordó todo.
Sus peleas. Su ternura torpe. Su fuerza en los momentos más oscuros. La promesa que no pudieron cumplir.
—Mi alma… o lo que quede de ella —susurró—. Si eso lo hace volver.
El Creador no respondió de inmediato. Pero Lysan se adelantó, sus ojos brillando con una energía única.
—Yo lo protegeré —dijo, por primera vez. Su voz era suave, antigua, como un río de luz—. No soy parte de él… pero fui creado por su magia. Lo comprendo. Y si vuelve… lo haré a su lado.
Kai asintió.
—Entonces los dos… tienen que volver.
Extendió sus manos y canalizó la magia. No era la de Lysan. Era la suya, rota y reconstruida por el amor, por la pérdida, por la furia.
—De mí… para ti.
Una chispa de su alma —pura, luminosa, imperfecta— se deslizó hasta el pecho de Liam, envolviéndolo como un nuevo latido.
La marca que Rowen había dejado se rompió.
Y de ella surgió una luz cálida, suave… viva.
Liam abrió los ojos.
Y lo primero que vio fue a Kai.
—¿Kai…?
Kai se rió entre lágrimas.
—Sí. Soy yo. Estás bien.
—Me… me duele el pecho —susurró Liam—. Pero… no estoy solo.
Giró la mirada. Y vio a Lysan, flotando frente a él.
El pequeño ser bajó el rostro y sus alas brillaron con un fulgor esperanzador.
—Hola, Liam —dijo con dulzura.
Liam sonrió, débilmente, como si algo dentro de él reconociera ese vínculo.
—¿Quién eres…?
—Tu compañero. Tu poder. Tu guardián.
Kai se arrodilló junto a ellos, tocando su mano.
—No tienes que recordar todo ahora. Solo quédate. Por favor… quédate.
Liam lo miró. Y aunque su corazón era nuevo, la emoción que llenó sus ojos era antigua.
—No pensaba irme.
Y a lo lejos… los cielos rugieron.
El Creador se elevó sin decir más. Su juicio aún no había terminado.
Pero por ahora…
Liam había vuelto. Y no estaba solo.
#7860 en Novela romántica
#3209 en Fantasía
boylove, destinos entrelazados, criaturas magicas sobrenaturales
Editado: 10.09.2025