Segunda grieta: mar del cristal
El mar había desaparecido.
O al menos, ya no era como antes.
Nerea se encontraba de pie sobre una plataforma de cristal flotante. A su alrededor, pilares rotos de sal y algas flotaban en el aire como si el océano se hubiese partido y congelado en movimiento. Todo estaba suspendido en una calma tensa, como si el mismo tiempo estuviera esperando que ella diera el primer paso.
Y frente a ella, emergiendo desde un abismo invertido, la criatura.
Tenía cuerpo de coral negro, alas hechas de vapor venenoso y una cara sin ojos, solo bocas. Su magia era líquida y al mismo tiempo ardiente. Goteaba fuego azul desde sus garras.
La criatura no rugió. Simplemente la observó.
Nerea se quitó el abrigo.
De su cinturón sacó su abanico mágico, una reliquia ancestral que había perfeccionado con su propio conocimiento.
Lo extendió con un chasquido seco.
—Tú, criatura nacida del caos y la profundidad. Que tu forma se desvanezca con el viento y el hielo.
La criatura cargó, envuelta en vapor ácido.
Y la batalla comenzó.
La primera danza fue rápida.
Nerea giró sobre sí misma, creando un torbellino de cristales de agua alrededor de su abanico.
—¡Tormenta Espejo de Hielo!
El aire explotó en mil agujas de escarcha que formaron un domo a su alrededor, bloqueando el primer embate. Pero el fuego de la criatura las fundía al contacto.
Entonces cambió de estrategia.
Saltó entre columnas flotantes, esquivando las explosiones de vapor y fuego, y contraatacó:
—¡Sello de Presión Marina!
Dos círculos mágicos giraron bajo sus pies, invocando una presión abismal que comprimió el cuerpo de la criatura por segundos, dejándola inmóvil.
Pero solo por segundos.
Una de las bocas de su rostro gritó, desatando una onda sónica que hizo temblar el aire.
Nerea salió volando y chocó contra una columna.
Sangre en la frente. Cuerpo temblando.
Pero no se detuvo.
No después de todo lo que había protegido.
Recordó su aldea. A su hermana. Al silencio que quedó cuando las criaturas surgieron.
Se levantó, respirando hondo.
—No voy a perder. No aquí.
Se quitó un pendiente.
Lo arrojó al aire y este se convirtió en una cadena de perlas mágicas.
—¡Conjuro: Colmillo del Mar Tranquilo!
Las perlas se transformaron en lanzas de agua sólida, que se incrustaron en las bocas de la criatura, impidiendo que rugiera.
El monstruo chilló en frustración.
Y entonces Nerea extendió el abanico con ambas manos, elevándose sobre una corriente de agua.
Todo su poder se concentró en ese único movimiento.
—¡Último Vals: Canto del Oleaje Final!
Una gigantesca ola mágica, como un dragón de agua y cristal, se formó detrás de ella y descendió con fuerza abrumadora sobre la criatura.
Un rugido sordo. Un estallido de luz. Una grieta cerrándose.
Y luego, silencio.
Nerea descendió lentamente. Sus pies tocaron el agua, ahora tranquila.
La criatura se deshacía en partículas de espuma.
Ella no sonrió. Solo cerró los ojos.
—Por mi aldea —susurró.
Kai aún no soltaba a Liam.
Lo tenía entre sus brazos, envueltos ambos en una capa que Lysan les había traído. El fuego mágico crepitaba suave al costado, mientras el cielo se recuperaba lentamente del último estallido de poder.
Liam respiraba tranquilo.
Despertó hace solo un rato.
Y Kai… aún no había podido hablar.
—Estás temblando —susurró Liam, mirando sus ojos.
Kai se obligó a soltar un poco su agarre. Pero no del todo.
—Perdón… —dijo al fin.
—¿Por qué?
—Porque no sé cómo se supone que debo actuar ahora. —Kai desvió la mirada, sus manos aún sobre la espalda de Liam—. Te vi en ese altar… y… pensé que te había perdido. Otra vez. Para siempre.
Liam bajó la mirada.
—¿Y qué sentiste?
Kai tragó saliva.
Demasiado.
Demasiado para explicar con palabras.
—Sentí que... no quería seguir si no estabas. Que había encontrado algo que no sabía que buscaba… y que se me iba otra vez.
Liam lo miró. Con esos ojos ahora más claros, más conectados, más… vivos.
—Estoy aquí.
Kai sonrió, pero algo tembló en él.
—Sí… pero no sé si eres el mismo. Y eso… me asusta.
Liam apoyó su frente en la de él.
—Yo tampoco lo sé. Pero si tú sigues abrazándome así… quizás podamos descubrirlo.
Silencio.
Solo el fuego y la respiración entrelazada.
Kai cerró los ojos.
Y por primera vez desde todo ese caos…
…lloró tranquilo.
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boylove, destinos entrelazados, criaturas magicas sobrenaturales
Editado: 25.07.2025