Susurros de Magia y Corazón.

Capítulo 11: El Eco de las Sombras.

El claro estaba lleno de risas y celebraciones, pero Yisus y Lira sabían que la victoria, aunque dulce, era solo una batalla en una guerra más grande. La antorcha aún brillaba con fuerza, y la comunidad unida les recordaba que su luz podía enfrentar cualquier oscuridad.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Lira, mientras observaban a los aldeanos bailar y compartir historias.

—Debemos prepararnos para lo que venga. La figura oscura fue solo un eco de lo que aún acecha —respondió Yisus, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

El anciano se acercó a ellos, su rostro sereno pero preocupado. —Lo que enfrentasteis esta noche no es el final. La oscuridad puede regresar, y es posible que busque venganza.

—¿Cómo podemos estar listos? —preguntó Lira, su expresión decidida.

—Debemos fortalecer nuestra unión y aprender a lidiar con el miedo que la oscuridad siembra en nuestros corazones —dijo el anciano. —Quizás también debáis buscar ayuda en otros lugares, en otras comunidades que enfrentan la misma lucha.

Yisus asintió. —Eso tiene sentido. Juntos somos más fuertes, pero necesitaríamos una guía.

El anciano sonrió. —Hay un sabio en las montañas al norte de aquí. Se dice que posee conocimientos antiguos sobre la luz y la oscuridad. Podría ser de gran ayuda.

—¿Cómo llegamos hasta allí? —preguntó Lira, sintiendo que el destino les estaba llamando.

—La senda es difícil, pero con la luz de la antorcha, no deberíais tener problemas. Tenéis que seguir el curso del río hasta llegar a los pies de las montañas. Desde allí, la senda se vuelve más empinada —explicó el anciano.

La decisión estaba tomada. Al amanecer, se prepararían para la jornada hacia las montañas y el sabio que podría guiarlos. La comunidad continuó celebrando, pero Yisus y Lira sabían que el verdadero desafío aún estaba por venir.

### El Viaje a las Montañas

Al día siguiente, con el primer rayo de sol asomándose en el horizonte, Yisus y Lira se despidieron de los aldeanos, quienes les ofrecieron vítores y buenos deseos. La antorcha, aún brillante, fue colocada en un soporte especial, y Yisus la llevó como símbolo de su misión.

El camino hacia el norte serpenteaba a lo largo del río, y el sonido del agua fluyendo les brindó un sentido de calma. A medida que avanzaban, la vegetación se volvía más densa y los árboles más altos, creando un entorno casi mágico.

—Este lugar es impresionante —dijo Lira, admirando la belleza del bosque. —Pero también siento una presencia inquietante.

Yisus sintió lo mismo. Había algo en el aire que parecía pesado, como si el bosque mismo estuviera conteniendo el aliento.

De repente, un susurro helado atravesó el aire, y ambos se detuvieron.

—¿Lo escuchaste? —preguntó Lira, mirando a su alrededor.

—Sí. Es como si… algo nos estuviera observando —respondió Yisus, con cautela.

Las hojas crujieron bajo sus pies, y una sombra se deslizó entre los árboles. Yisus sintió que su corazón latía con fuerza.

—Debemos seguir adelante —dijo, tratando de mantener la calma.

Continuaron su camino, pero el susurro se volvió más persistente, como si la oscuridad intentara disuadirlos de su misión. A medida que se acercaban a las montañas, la atmósfera se tornó más pesada, y el viento comenzó a soplar con una fuerza inusitada.

—¡No podemos rendirnos! —exclamó Lira, sintiendo que la luz de la antorcha vibraba en su mano.

Justo entonces, una figura oscura emergió del bosque, bloqueando su camino. Era una sombra con forma humana, con ojos resplandecientes que reflejaban la desesperación y el odio.

—¿A dónde creen que van? —preguntó la sombra, su voz un eco distante que resonaba en el aire.

—Vamos a buscar la luz —respondió Yisus, tratando de mantener su voz firme.

La sombra se rió, un sonido frío que heló el aire. —¿La luz? La luz no es más que una ilusión. La oscuridad siempre está al acecho, y nunca podréis escapar de ella.

Yisus sintió que el miedo comenzaba a apoderarse de él, pero recordó la antorcha y la conexión con Lira. —No estamos solos. La luz vive en nosotros y en aquellos que nos rodean.

Lira se unió a él, levantando la antorcha. —¡No dejaremos que nos detengas!

La luz de la antorcha comenzó a brillar más intensamente, y la sombra retrocedió momentáneamente, sorprendida por el poder que emanaba de ellos.

—Esto no ha terminado —susurró la sombra, antes de desvanecerse en el aire.

Yisus y Lira se miraron, sintiendo un renovado sentido de determinación. Sabían que la oscuridad no se rendiría fácilmente, pero su unión era más fuerte.

—Vamos —dijo Yisus, tomando la mano de Lira. —Debemos continuar hacia las montañas.

A medida que avanzaban, la luz de la antorcha iluminaba su camino, y el susurro de la oscuridad se volvía más distante. Habían enfrentado su primer desafío, pero sabían que aún quedaban muchos más por venir.

Mientras se acercaban a las montañas, el aire se volvió más fresco y el paisaje más imponente. La cima de la montaña parecía tocar el cielo, y la esperanza se encendía en sus corazones.

—Estamos cerca —dijo Lira, mirando hacia arriba.

—Y juntos, enfrentaremos lo que venga —respondió Yisus, sintiendo que la luz de su conexión nunca se apagaría.

Con la antorcha brillando intensamente, continuaron su camino, listos para descubrir el conocimiento que el sabio de las montañas podría ofrecerles.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.