Susurros de Magia y Corazón.

Capítulo 12: El Sabio de las Montañas.

El camino hacia las montañas se tornó cada vez más empinado, y el aire fresco se mezclaba con el aroma terroso de la vegetación. Yisus y Lira continuaron ascendiendo, con la antorcha brillando como un faro en la penumbra del bosque. A medida que se adentraban en la montaña, las sombras parecían retirarse, pero el eco de la oscuridad aún podía sentirse en el aire.

Después de horas de arduo ascenso, llegaron a un claro que se extendía frente a ellos. En el centro, una cueva oscura se abría como la boca de un gigante dormido. La luz de la antorcha iluminó la entrada, y ambos sintieron una mezcla de temor y anticipación.

—Este debe ser el hogar del sabio —dijo Lira, su voz resonando en el silencio.

—Sí, pero debemos ser cautelosos. No sabemos qué esperar —respondió Yisus, sintiendo cómo la tensión aumentaba en su pecho.

Con un último vistazo al paisaje vasto que se extendía detrás de ellos, se adentraron en la cueva. El interior era frío y oscuro, con estalactitas que goteaban agua en un ritmo constante. El eco de sus pasos resonaba, creando una atmósfera casi mágica.

—¿Hay alguien aquí? —llamó Lira, su voz rebotando en las paredes de piedra.

Un murmullo distante respondió, y de las sombras emergió una figura encorvada. Era un anciano de larga barba blanca, vestía una túnica de tonos naturales que parecían fusionarse con las rocas. Sus ojos, profundos y serenos, reflejaban una sabiduría que trascendía el tiempo.

—Bienvenidos, buscadores de la luz —dijo el anciano, su voz profunda y resonante. —He estado esperando vuestra llegada.

Yisus y Lira intercambiaron miradas, asombrados.

—¿Cómo sabías que veníamos? —preguntó Yisus, sintiendo una extraña conexión con el anciano.

—La luz y la oscuridad son fuerzas que siempre están en movimiento. Aquellos que buscan la verdad son guiados por la luz que llevan dentro. He sentido vuestra llegada desde el momento en que encendisteis la antorcha en el claro.

—Necesitamos tu ayuda —dijo Lira, con determinación. —Las sombras están creciendo, y hemos enfrentado a una de ellas. Queremos aprender a luchar.

El anciano asintió lentamente. —Vuestra lucha es noble, pero debéis entender que la verdadera batalla no es solo contra las sombras externas. La oscuridad también habita en nuestros corazones, alimentada por el miedo y la duda.

—¿Cómo podemos enfrentarlo? —preguntó Yisus, sintiendo el peso de la responsabilidad.

—Debéis aprender a reconocer y aceptar vuestras propias sombras. Solo entonces podréis brillar con toda vuestra luz. Venid, seguidme.

Con un gesto, el anciano los condujo más adentro de la cueva. A medida que avanzaban, el aire se volvía más denso y el ambiente más cargado de energía. Llegaron a un espacio amplio donde la luz de la antorcha iluminaba un mural tallado en la piedra. Las imágenes representaban luchas entre la luz y la oscuridad, héroes caídos y victorias resplandecientes.

—Este es el registro de los que vinieron antes que vosotros —dijo el anciano, señalando el mural. —Cada uno de ellos enfrentó sus propias sombras. La clave para triunfar es reconocer lo que teméis.

Lira se acercó al mural, observando las escenas con atención. —¿Qué debemos hacer?

—Debéis enfrentar vuestras sombras. Cada uno de vosotros tiene una parte que teme, una parte que duda. Solo al reconocerlas y aceptarlas podréis fortalecer la luz dentro de vosotros.

Yisus sintió una punzada de miedo. Recordó sus inseguridades, las voces que le decían que no era lo suficientemente fuerte. —¿Y si no puedo?

—El miedo es natural, pero no debe definirte. Lo que importa es la valentía de enfrentarlo. Para ayudaros, quiero que experimentéis una visión. Esto os permitirá ver vuestras sombras y cómo enfrentarlas.

El anciano extendió su mano, y la luz de la antorcha comenzó a vibrar. Una esfera de luz surgió del suelo, creciendo y expandiéndose hasta formar un portal resplandeciente.

—Entrad, y enfrentad lo que teméis —dijo el anciano con una voz tranquilizadora.

Yisus y Lira se miraron, sintiendo la conexión entre ellos. —¿Estás lista? —preguntó él.

—Siempre —respondió Lira, su mirada determinada.

Tomados de la mano, se acercaron al portal y, con un profundo suspiro, cruzaron juntos el umbral.

### Un Mundo de Sombras

Al otro lado del portal, se encontraron en un paisaje extraño y distorsionado. El cielo estaba cubierto de nubes oscuras, y la tierra parecía temblar bajo sus pies. Era un reflejo de sus propios temores, una versión oscura de lo que conocían.

—Esto es… inquietante —dijo Lira, observando a su alrededor con recelo.

—Sí, pero debemos seguir adelante —respondió Yisus, sintiendo que la luz de la antorcha aún latía en su mano.

De repente, una figura emergió de las sombras. Era una versión distorsionada de Yisus, con rasgos exagerados y una expresión burlona.

—¿Creías que podrías escapar de mí? —se rió la sombra, sus ojos brillando con una luz oscura. —Soy todo lo que temes.

Yisus sintió un nudo en su estómago. Esa sombra representaba sus inseguridades, sus dudas más profundas. Pero en lugar de retroceder, sintió cómo la luz de la antorcha vibraba a su alrededor.

—¡No eres real! —gritó, buscando la fuerza dentro de él. —No puedes controlarme.

La sombra se acercó, susurrando palabras que intentaban desestabilizarlo. —Siempre has tenido miedo de fracasar, de no ser suficiente. ¿Qué harás cuando te enfrentes a la verdad?

Yisus recordó las palabras del anciano. La clave estaba en aceptar sus miedos. —Eres parte de mí, pero no me defines. He enfrentado mis desafíos y he crecido. ¡No dejaré que me detengas!

Con esas palabras, levantó la antorcha, canalizando su luz. La sombra retrocedió, pero Yisus sintió que aún necesitaba más.

—¡Lira! —gritó, buscando su conexión.

Ella apareció a su lado, enfrentándose a su propia sombra, una versión distorsionada de sí misma que la miraba con desdén.




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