Susurros de Medianoche

Encuentro Inesperado.

Azrael se desvaneció ante sus ojos antes de iniciar su viaje, Evelyn quedó aturdida, no lograba entender qué era lo que había sucedido, ¿acaso acababa de tener un sueño mientras estudiaba? Agotada se tendió en su cama intentando conciliar el sueño, pero, no podía dormir.

La lluvia seguía golpeando las ventanas de su habitación, pero ya no era solo el sonido del agua lo que la mantenía despierta. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Azrael, el demonio que había aparecido en sus sueños, o en su vida. La sensación de normalidad se había desvanecido, reemplazada por una ansiedad electrizante.

Mientras el viento aullaba con fuerza, Evelyn seguía con mil pensamientos en su mente, debatiéndose si lo que acababa de suceder era real o no, la luz de su lámpara iluminando la habitación con un suave resplandor. Su corazón latía con fuerza, recordándole cada instante de su encuentro con Azrael. Su imagen seguía grabada en su mente, sus ojos rojos y su voz profunda, llena de promesas y misterios.

—¿Qué se supone que debo hacer ahora? —murmuró para sí misma, sintiendo la incomodidad de la confusión que la envolvía.

Decidió que debía centrarse en sus estudios y dejar de lado la locura de su vida. Pero la tranquilidad que buscaba se convirtió en un imposible, y pronto la idea de volver a ver a Azrael se convirtió en una constante en su mente. Sin poder resistirse, se levantó y se dirigió a la ventana, observando la lluvia caer, preguntándose si él aparecería nuevamente.

Fue entonces cuando sintió un cambio en la atmósfera, una especie de energía palpable que la rodeaba. Sus instintos la alertaron. En un parpadeo, la oscuridad se llenó de una figura imponente que se materializó justo frente a ella. Azrael había regresado.

No fue un sueño.

—Evelyn —saludó, su voz resonando con un eco que hacía vibrar las paredes de su habitación.

—¿Cómo… cómo lo haces? —preguntó, sintiéndose a la vez fascinada y aterrorizada.

—Aparezco donde soy llamado, y tú has dejado la puerta entreabierta.

—¿Qué quieres? —La pregunta brotó de sus labios, aunque en su interior deseaba más que respuestas; deseaba conocerlo.

—Quiero conocerte más a fondo. Quiero que comprendas el poder que posees, el potencial que resides en tu interior —respondió, avanzando hacia ella con una gracia casi sobrenatural.

Evelyn retrocedió un paso, sintiendo su corazón latir con fuerza. El aire entre ellos se volvió denso, cargado de una tensión que apenas podía comprender. Se obligó a mantener la mirada fija en él, decidida a no mostrar miedo.

—¿Poder? Soy solo una estudiante de historia antigua. No sé nada de poderes ni de demonios.

—Esa es precisamente la clave —declaró él, su voz era como un susurro que acariciaba sus sentidos. —Tu comprensión de la historia te conecta con fuerzas que van más allá de lo que imaginas. Hay secretos que están esperando a ser descubiertos, y tú puedes ser la que los desentierre.

Evelyn sintió que su curiosidad se encendía. Había leído sobre antiguas civilizaciones, rituales y dioses, pero nunca había imaginado que su vida se cruzaría con uno de ellos.

—¿Qué tipo de secretos? —preguntó, con voz temblorosa de anticipación.

—Los secretos de tu propio linaje, de lo que realmente eres y de lo que puedes llegar a ser. La historia no es solo un conjunto de hechos; es un campo de energía, de conexiones que puedes usar a tu favor —comentó Azrael acercándose aún más a ella.

Evelyn sintió el calor de su cuerpo, una sensación electrizante que la hacía querer acercarse, a pesar de que su razón le decía que debía alejarse. Pero había algo profundamente atractivo en él, un magnetismo que la llamaba a explorar.

—¿Por qué yo? —sus preguntas salían disparadas como balas, incapaz de contenerse. —Hay muchas personas que podrían estar interesadas en esto.

—Porque eres especial, Evelyn. Hay algo en ti que me atrae, una chispa de potencial que no puedo ignorar. Además, eres la primera humana que me ha llamado.

Evelyn sintió un escalofrío recorrer su espalda. La revelación la sorprendió, haciendo que su corazón latiera más rápido. No estaba segura de si eso era un cumplido o una amenaza.

—¿Qué significa eso para ti? —lo miro fijamente intentando mantener la voz firme.

—Significa que puedo mostrarte un mundo que nunca has imaginado. No eres solo una estudiante; eres un puente entre dos realidades. Permíteme mostrarte lo que eso significa.

Azrael extendió su mano hacia ella, y Evelyn, en un instante de coraje o locura, tomó su mano. En ese momento, un torrente de energía la atravesó. Era como si el tiempo se detuviera, y su habitación se desvaneciera, reemplazada por una escena vibrante de luces y sombras.

De repente, se encontraron en un bosque oscuro, envuelto en bruma. El aire estaba impregnado de un aroma a tierra y algo indefinible, como si estuvieran en un lugar que existía entre los mundos. Las sombras danzaban a su alrededor, y los árboles parecían susurrar secretos olvidados.

—¿Dónde estamos? —interrogó ella, sintiendo una mezcla de miedo y asombro.

—En mi mundo, el reino de los demonios —respondió Azrael, guiándola con una mano firme. —Aquí, las reglas son diferentes. Aquí, puedes aprender a controlar lo que llevas dentro.




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