Susurros de Medianoche

El Peso de la Desición

La noche caía pesadamente sobre la ciudad, envolviéndola en un manto de silencio y oscuridad. Evelyn, de pie frente a su ventana, observaba la calle desierta. Habían pasado semanas desde aquella noche en el bosque, donde había aceptado sus propias sombras. Sin embargo, ese viaje interno no parecía haber concluido. Más bien, cada día se volvía más consciente del precio de esa elección, y la extraña dualidad dentro de ella parecía crecer.

Sentía que una energía oscura e indomable fluía por sus venas, mientras que, al mismo tiempo, un anhelo de paz, de regresar a la vida que alguna vez tuvo, le provocaba un dolor punzante. Esa noche en particular, ese conflicto era más fuerte que nunca. Quizás porque en algún rincón de su mente sabía que el tiempo se agotaba, que pronto tendría que elegir entre quedarse en el mundo de Azrael o abandonar el vínculo que los unía para siempre.

El sonido de pasos suaves rompió el silencio en la habitación. Evelyn giró lentamente y lo vio: Azrael estaba ahí, mirándola con esa intensidad que siempre parecía capaz de ver más allá de sus pensamientos. No necesitaba llamarlo, pues parecía presentarse en los momentos en que más lo necesitaba o cuando sus dudas eran más grandes.

—Estás inquieta, Evelyn —murmuró, sin preguntar, simplemente afirmándolo con una certeza inquebrantable.

Ella lo miró sin intentar ocultar el cansancio en su rostro, ni la batalla interna que la desgarraba. Sabía que él podía verlo. Quizás Azrael comprendía mejor que nadie lo que significaba vivir entre dos mundos y cómo esos dos lados podían atraer y repeler a alguien al mismo tiempo.

—No puedo ignorar que esta dualidad se vuelve cada vez más fuerte. No siento que pertenezca completamente a ninguno de los dos mundos. Mi vida aquí… se ha vuelto solo una sombra de lo que era antes —expresó Evelyn, con un peso en cada palabra, una honestidad que apenas podía sostener.

Azrael inclinó ligeramente la cabeza, mientras contemplaba sus palabras, reflexionando sobre ellas en silencio. No había compasión en sus ojos, pero sí una intensidad que la empujaba a aceptar la realidad de su situación.

—Elegir no es fácil, y el destino exige decisiones definitivas. Nadie puede vivir eternamente entre dos mundos —su voz era profunda, llena de una sabiduría que había sido esculpida a lo largo de siglos.

Evelyn miró a Azrael, consciente de que el vínculo entre ellos era la raíz de su dilema. Sentía una atracción innegable hacia él, una conexión que no podía ignorar, pero también comprendía que esa relación la arrastraba cada vez más hacia la oscuridad. Aunque nunca lo mencionaba, una parte de ella comenzaba a temer lo que ese vínculo podría convertirla, y cuánto de ella misma se perdería en el proceso.

— ¿Qué ocurrirá si elijo quedarme? —preguntó finalmente, sabiendo que aquella era una pregunta con una respuesta que temía.

Azrael la observaba detenidamente, y sus ojos parecían sumergirse en una profundidad insondable. Su expresión se endureció apenas, como si meditara cómo expresar las consecuencias de su elección.

—Te transformarás, Evelyn. La conexión con las sombras se intensificará, y esa parte de ti que aún desea que la luz desaparecerá lentamente. No es una pérdida, sino una transición —le explicó.

—¿Una transición hacia qué? —Evelyn insistió, sin desviar la mirada.

—Hacia un ser que no depende de la luz ni de la sombra, pero que pertenece a ambas. Es una existencia sin retorno. Si eliges este camino, dejarás tu humanidad atrás —había en su tono un eco de advertencia, aunque permanecía estoico, como si lo que describiera fuera la cosa más natural del mundo.

Evelyn sintió un escalofrío recorrer su columna. Sabía que aceptar ese destino significaba abandonar todo lo que había sido hasta ese momento. La vida de la joven universitaria, sus amigos, sus sueños, su familia… todo eso se desvanecería. Sin embargo, también sabía que regresar a una vida ordinaria, después de haber experimentado la profundidad de las sombras, sería un tormento eterno, una existencia incompleta.

—¿Y si elijo marcharme? —su voz era apenas un murmullo, como si pronunciar esas palabras fuese traicionar algo que se había vuelto una parte inseparable de ella.

Azrael no se inmutó, pero algo en su expresión cambió, como si esa posibilidad fuera algo que preferiría evitar.

—Si decides regresar, nuestro vínculo se disolverá, y no tendrás recuerdos de este mundo. Serás como eras antes de conocerme, una simple humana, sin ningún conocimiento de lo que está más allá de la realidad que todos conocen. Será como si nada hubiera ocurrido —sus palabras sonaban definitivas, y en su tono Evelyn percibió una pizca de tristeza oculta.

Entonces le resultaba insoportable. No podía imaginar su vida sin las experiencias que había tenido, sin las sombras, sin el conocimiento que ahora poseía… y, sobre todo, sin él. Aunque era consciente del riesgo, la idea de olvidar a Azrael, de borrar cada momento compartido, le resultaba insoportable.

—No puedo simplemente borrar todo, no después de lo que hemos vivido —exclamó, su voz temblando con una mezcla de emoción y desesperación.

Azrael la observó con una expresión enigmática, a pesar de todo parecía, comprender el conflicto que la desgarraba.

—La elección no es sencilla, Evelyn, pero es necesaria. Hay poderes que exigen compromiso, y no puedes aferrarte a ambos mundos —Evelyn percibió una pequeña grieta en su control habitual, una sombra de lo que podría ser un sentimiento.




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