Susurros de Sangre y Luna

Capítulo 16: El Hijo del Eclipse

Eron observaba la luna desde la Torre de los Ecos. La espiral dorada brillaba sobre su cabeza, pero él no sentía su luz. Desde que Elara le reveló su linaje, su mundo se había vuelto confuso. ¿Quién era? ¿Por qué había sido ocultado? ¿Y qué esperaba de él el ciclo lunar?

Elara se acercó con calma.

—No tienes que ser lo que otros esperan. Solo lo que tú elijas.

Eron bajó la mirada.

—¿Y si lo que soy… es peligroso?

Kael apareció detrás de ella.

—Entonces aprenderás a controlarlo. Como hicimos nosotros.

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Lioren llevó a Eron al Santuario del Velo, donde los vínculos se revelaban y las verdades se enfrentaban. Allí, Eron debía descubrir su esencia.

—No tienes magia —dijo el lobo lunar—. Pero llevas la marca del eclipse. Y eso es más antiguo que cualquier hechizo.

Eron se arrodilló en el centro del santuario. Las runas comenzaron a girar. La tierra tembló. Y una figura emergió del suelo: él mismo, pero con ojos oscuros y una sonrisa cruel.

—¿Quién eres? —preguntó Eron.

La figura respondió:

—Soy lo que serás si no eliges.

Eron cerró los ojos. Recordó su infancia entre ruinas, los sueños de lunas partidas, el silencio que lo rodeaba.

—Entonces elijo ser memoria. No sombra.

La figura desapareció.

Y el vínculo… despertó.

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Mientras Eron entrenaba, Varek reunía aliados en secreto. Algunos miembros de la Alianza temían el poder del eclipse. Temían que Elara y Eron, sin magia, no pudieran proteger el mundo.

—Debemos tomar el control —dijo Varek—. Antes de que el ciclo se rompa otra vez.

Una noche, intentaron robar el Libro de la Memoria. Pero Seren los detuvo.

—La historia no se roba —dijo—. Se honra.

Varek lo enfrentó.

—Entonces muere con ella.

Pero antes de que pudiera atacar, Eron apareció, rodeado de luz azul.

—No más sombras —dijo—. No más miedo.

Varek cayó al suelo, derrotado.

La Alianza se fracturó.

Pero el vínculo… se fortaleció.

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Al amanecer, Elara convocó a los representantes leales.

—Hoy, el ciclo lunar reconoce a un nuevo guardián —dijo—. No por poder. Por elección.

Eron se acercó al altar. El colgante brilló. Las runas se encendieron. Y la luna proyectó su luz sobre él.

—Acepto el vínculo —dijo—. Y prometo recordar.

Kael lo abrazó.

—Bienvenido a la historia.

Lioren rugió suavemente.

—Y que la luna te guíe.

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Esa noche, Elara escribió una nueva página:

> “El eclipse no es enemigo.
> Es advertencia.
> Que cada guardián lo enfrente con memoria.
> Y que el vínculo… nunca se olvide.”

La luna brilló.

Y el hijo del eclipse… despertó.

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