Lirael caminaba sola por el desierto sin nombre. La tercera luna giraba sobre ella, más baja cada noche, como si buscara tocar el suelo. Desde que fue elegida, no había sentido poder. Solo una extraña certeza: sabía cosas que no habían ocurrido.
Una noche, mientras el viento cantaba en un idioma que nadie había enseñado, Lirael se detuvo. Cerró los ojos. Y vio.
No el pasado.
El mañana.
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En su mente, Lirael vio a Nyra escribiendo bajo una luna apagada. Vio a Thalen sembrando flores que no crecían. Vio a Elara enfrentando una sombra que no tenía forma. Y vio a sí misma… hablando con alguien que aún no había nacido.
—¿Qué es esto? —susurró.
La luna descendió un poco más.
—Es lo que será. Si no se recuerda antes de que ocurra.
Lirael cayó de rodillas.
—Entonces mi vínculo… no es con lo que fue. Es con lo que vendrá.
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Lirael viajó al Santuario de la Luna Silente. Nyra la recibió con una sonrisa tranquila. Thalen la observó con curiosidad.
—He visto algo —dijo Lirael—. Pero no sé si es verdad. Porque aún no ha ocurrido.
Nyra le ofreció una hoja en blanco.
—Entonces escríbelo. No como profecía. Como posibilidad.
Lirael escribió:
> “El ciclo se romperá si no se recuerda lo que aún no ha sido.
> La luna se apagará si no se escucha lo que aún no ha hablado.
> Y el vínculo… se perderá si no se elige antes de que se necesite.”
Thalen colocó la hoja bajo su luna.
Y el cielo… tembló.
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Eron, al leer la hoja, sintió un estremecimiento en las runas del Santuario. Seren confirmó lo imposible: una línea que no estaba escrita en ningún registro apareció en el Libro de la Memoria.
—¿Cómo puede una hoja escrita por Lirael alterar el pasado?
Elara respondió:
—Porque el tiempo no es línea. Es escucha. Y Lirael… está oyendo lo que aún no ha hablado.
Kael reunió a los guardianes.
—Entonces debemos prepararnos. No para lo que fue. Para lo que podría ser.
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Lirael regresó al desierto. Allí, la tercera luna descendió por completo. Su luz envolvió la arena, y una figura emergió: un niño, de ojos dorados y voz que parecía viento.
—¿Quién eres? —preguntó Lirael.
—Soy lo que tú has recordado. Porque me necesitabas antes de que existiera.
Lirael lo tomó de la mano.
—Entonces caminemos. No hacia el futuro. Hacia el presente que aún no ha sido.
La luna giró.
Y el vínculo… se adelantó.
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Esa noche, Elara escribió:
> “Hoy, el ciclo ha recordado el mañana.
> No como destino.
> Como advertencia.
> Que Lirael escuche lo que aún no ha sido.
> Que el mundo no tema lo que aún no entiende.
> Y que el vínculo… sea puente entre tiempos.”
Nyra enterró una hoja bajo su luna.
Thalen sembró una flor que aún no tenía nombre.
Y Lirael… escribió en arena que aún no había sido tocada.
La luna brilló.
Y el futuro… comenzó a hablar.
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