Susurros De Un Rio

Capitulo 1

Kheonis caminó con sigilo entre la niebla densa, la noche era demasiado oscura para que alguien pudiera ver, le alegraba tener ojos felinos en momentos como ese; aunque al principio no estuvo muy a gusto con ese cuerpo encontró beneficios en el, músculos fuertes preparados para correr a altas velocidades, garras afiladas para trepar, patas que amortiguaban caídas y daban un impulso perfecto para saltar, una visión casi perfecta en la oscuridad y lo mejor de todo, sigilo...a pesar de su gran peso y de sus continuos saltos lograba mantener el sigilo y el camuflaje especialmente en noches cómo esas.

 

Aun así no le agradaba mucho estar caminando por las calles rocosas de Santa Cecilia de los lagos, las calles húmedas no tienen un olor tan agradable como la tierra, eso sumado a que los humanos se llenarían de pánico si lo vieran y a los que no les invadiera el miedo seguramente tratarían de cazarlo, de convertirlo en un tapete o en un abrigo caro —ah, los humanos siempre ambiciosos —refunfuñaba mientras caminaba  ; tenía que seguir a Kya Onirika, la brillante Kya Onirika que prefería colarse en la biblioteca del pueblo a media noche y luego se preguntaba porque las personas asumían que era una bruja, no es que no lo fuera pero se supone que las personas no deberían saberlo.

 

Mientras ella husmeaba entre libros viejos, Kheonis tenía que dar vueltas por el pueblo, vigilando muy cerca para ayudarla si algo salía mal, algunas noches entraba con ella, a pesar de su tamaño la brecha era suficiente para que su cuerpo pudiera arrastrarse hacia adentro o bien podia cambiar de forma para lograrlo, pero eso prefería no hacerlo por lo tedioso que era.  

 

 La mayoría de las veces le aburría estar allí, así que prefería saltar por las tejados color olivo de las viejas edificaciones que recordaban aun la época de colonial, conservando su forma de pantera que, aunque implicaba los riesgos de ser visto prefería conservar por la comodidad que le proporcionaba y lo fácil que le resultaba el camuflaje, aunque en algunas ocasiones había tenido que cambiar de forma para seguir a su protegida, incuso había llegado a tomar formas humanas.

 

El viento hacia crujir las ventanas de las viejas casas y silbaba por entre las calles desiertas, el pueblo era un lugar muerto después de las 8 de la noche, solo un par de burdeles, los únicos del lugar se mantenían abiertos hasta el amanecer, uno que otro borracho se veía dando tumbos por ahí pero nada interesante, no había nada que pudiera llamar la atención de Kheonis y aunque le resultaba aburrido lo agradecía, si bien sería genial darle un buen susto algún borracho lo consideraba muy peligroso.

 

Por tanto, no le quedaba más que sentarse y observar, miraba hacia el chispero, el más popular de los burdeles, le habían puesto ese nombre porque al ser tan popular no solo los señores se pasaban por ahí mientras sus esposas dormían, tambien se instalaban allí los cocaleros, campesinos de machete y sombrero que se dedicaban a raspar matas de coca en las veredas cercanas, y en fines de semana visitaban el pueblo con los bolsillos repletos de billetes y el machete bien afilado, cuando ya estaban bien pasados de tragos se armaban  tales peleas que lanzar sillas y puñetazos no se hacía suficiente, entonces los machetes chocaban unos contra otros de tal manera que solo se veía un chispero.

 

El Chispero era una casucha estilo colonial, de paredes blancas y balcones de madera color rojo, flores colgaban de las ventanas, adornadas por instalaciones navideñas que permanecían todo el año parpadeante; en el día cuando el silencio reinaba allí no parecía más que otra casa.

desde su lugar en un tejado cercano observaba a las mujeres medio desnudas que se veían a través de las ventanas, y a los hombres que entre tragos terminaban peleándose; una vez había visto a un hombre ser lanzado desde uno de los balcones seguido de una silla.

 

Aunque era divertido de ver, algunas veces añoraba los tiempos en que su esencia flotaba libre por la selva, hacía ya tanto tiempo que no era el mismo Kheonis, que se había olvidado de la sensación de sentirse un solo ser con el viento, hacía ya mucho tiempo se le había sido encomendada la misión de cuidar a Kya, antes de salvar a Kya él había tenido otras misiones, otros cuerpos, había sido guardián antes pero nunca su misión había sido tan “perpetua”.

 

Llevaba ya más de un millar de lunas siendo el guardián de la muchacha, cuando la encontró por primera vez creyó que su misión sería fácil, solo tenia que salvarla de los humanos que querían acabar con su vida, era una criatura de solo 3 años; recordaba haberla visto con la cara manchada de mocos y tierra mientras sus ojos eran un rio desbordado, azul y con el cauce perdido mientas un  hombre  apretaba un pequeño puñal contra su cuello, la mano le temblaba pero estaba dispuesto a deslizarlo hasta acabar con la cachorra, fue entonces cuando Kheonis se lanzó hacia el hombre, le clavo los dientes en el cuello y los deslizo, como segundos antes él pensaba hacer con la criatura, la piel se rasgó y la sangre salió a borbollones.

 

Pensó                        que eso sería todo, pero se le dijo que debía llevarla a un lugar seguro, con la tribu de su padre al interior de la selva, viajo con ella en su lomo, pero al llegar allí se le ordeno nuevamente que se quedara a su lado y que la cuidara, la situación se extendió por un par de años hasta que se le dijo que no podría dejarla  hasta que Kya cumpliera con una misión.



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En el texto hay: brujas, magia, rituales

Editado: 25.07.2019

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