Astro
El sol asomaba por el horizonte, tiñendo el cielo de Lejanías con tonos anaranjados y rosados. La luz matutina se filtraba por la ventana de mi habitación, despertándome con la promesa de un nuevo día. Al verme en el espejo, me dio un pequeño susto la imagen que devolvía: una joven de cabello castaño crespo, ojos oscuros y piel blanca, un reflejo que aún me costaba aceptar. Después de un rato mirándome, recordé que debía apresurarme al baño antes que mis hermanos. No quería ser la última en salir y enfrentarme a la humillación de recoger basura. Por eso siempre me levantaba temprano.
Al bañarme y vestirme con mi uniforme—una camisa blanca con el escudo de la "Institución de Lejanías Meta" y una falda negra que me quedaba un poco más arriba de las rodillas—me sentí un poco más lista para enfrentar el día. Desayunamos rápido y salimos para el colegio. Mis hermanos ya estaban aquí, molestándome con su energía inagotable. Últimamente, mis compañeros no hacían más que preguntarme si era adoptada porque no me parecía a ellos. "¡Qué aburrido sería!", exclamé en voz baja, pero parece que me escucharon.
—¿Estás loca, hermana?—me preguntó mi hermana, que estaba en séptimo grado.
—Sí, todos me vuelven loca—respondí, y me fui a hacer formación en la cancha, donde siempre nos reuníamos los lunes para orar y revisar el uniforme. Lo vi: la mirada maligna del director se posó en mí.
—Señorita Paben, puede hacer silencio—dijo, y todos los estudiantes me miraron. Me moría de nervios bajo esa atención, sintiendo cómo la timidez me consumía. ¿Por qué tenía que ser yo siempre la que pasaba pena?
Finalmente, llegamos al salón de economía, donde nos esperaba la profesora. Ella era genial, y su forma de enseñar me hacía olvidar el resto. Con su alegría y dinamismo, solo tenía que concentrarme en leer la cartilla de economía que debíamos resumir en tres páginas. El tiempo volaba.
Cuando llegó el descanso, mis amigas y yo nos dirigimos a las gradas de la cancha, como siempre. Pero de repente, mi barriga gruñó, así que corrí a la cafetería a comprarme un pastel de pollo. Al terminar, regresé a la cancha, y fue ahí cuando me tropecé con alguien. Al levantar la vista, vi su sorpresa; su mano se llevó a la frente.
—Di, di, di, di, discúlpame—tartamudeé, evitando mirarlo. La risa de mis amigas resonaba en mis oídos, y me moría de vergüenza.
Estaba a punto de escapar cuando sus manos cálidas me detuvieron.
—Oh no, ya no escaparás de mí, no, señorita—dijo, mientras los gritos de mis amigas nos sacaban de nuestro momento.
¡Que suene el timbre! ¡Que suene el timbre! Exclamé en mi mente, sintiendo un cosquilleo en el estómago. Como si el universo me escuchara, el timbre sonó, y de inmediato me relajé.
—¡Ay, pero qué emoción! Ves que del amor no puedes escapar, Astro—dijo Isabella, mirándome con picardía. Rodé los ojos y, con mis amigas, nos dirigimos al salón de artes.
David
No sabía en qué estaba pensando al detenerla, pero mi corazón se aceleró cuando nuestras manos se tocaron. Sentía miedo y nervios a la vez. ¿Así se siente enamorarse de nuevo? Me preguntaba una y otra vez. La chica tímida de décimo, la que me "acosaba", había capturado mi atención. Sus ojos oscuros y su cabello castaño me transmitían una mezcla de amor y timidez. Ella era más tímida que yo, pero al menos había dado el primer paso. No podía dejarla escapar, o me volvería loco.
y así fue,toda la clase de sociales pensé en ella y en su mano junto con la mía,me saco una sonrisa al verla tartamudear,se miraba tan tierna y linda,aunque no decía lo mismo de sus amigas locas,bueno mis amigos no es que no sean para nada educados pero al menos son silenciosos en ese tema,las mujeres son más emocionantes¿ Creo?. Ya casi estamos en mitad de año y hasta ahorita le estoy empezando a hablar,ella está en décimo y yo en once,¿ Porque el destino me coloca el amor tan complicado ? Eso es lo que pienso cada rato cuando la veo escribiendo en su cuaderno,porque yo soy mas detallista que ella,ella me vigilia a mi y yo a ella, obviamente con mucho de simuló " si claro disimulo"
Odio cuando mi mente tiene razón,si no mis amigos no me fastibian con ella,me deje pillar por ellos un día cuando la miraba y a ella y no le colocaba cuidado a ellos.
Era uno de esos días en que el sol brillaba con fuerza, y el aire en la cancha estaba cargado de risas y gritos. Pero mi mente estaba en otro lugar. Desde que la vi en la cafetería, no podía sacarla de mi cabeza. Era como si su risa resonara en mis oídos, y cada vez que pensaba en ella, una mezcla de nervios y emoción se apoderaba de mí.
Hoy, mientras caminaba hacia el salón de clases, la vi en el pasillo. Estaba de pie, hablando con sus amigas, su cabello castaño iluminado por la luz del sol que entraba por la ventana. No sé cómo, pero cuando nuestras miradas se encontraron, el mundo a nuestro alrededor se desvaneció. Fue un instante, pero me sentí como si flotara.
No dije nada. No podía. Las palabras se ahogaban en mi garganta, y aunque mis amigos estaban cerca, todo se sintió irrelevante. Solo podía concentrarme en ella. Su sonrisa era tímida, pero su mirada era un océano profundo que me invitaba a zambullirme. ¿Acaso ella sentía lo mismo? ¿Podía percibir mi torpeza y el alboroto que causaba en mi pecho?
En medio de la multitud, me acerqué un poco más. A medida que me acercaba, ella bajó la mirada, y una leve sonrisita apareció en sus labios. Eso me dio un impulso. Sentí como si cada latido de mi corazón marcara el ritmo de una canción que solo nosotros escuchábamos, susurros del corazón. Intenté corresponderle con una sonrisa, aunque me sentía como un idiota, completamente expuesto.
Ella me miró de nuevo, y en ese momento, todo se detuvo. Sus ojos brillaban, y por un instante, todo el ruido del colegio desapareció. La inseguridad me invadió; ¿qué pasaría si me quedaba mudo? ¿Qué si no podía encontrar las palabras adecuadas?