Astro
El cuarto período avanzaba con la rapidez que siempre tiene el tiempo cuando te sientes atrapada entre tantas cosas. Los estudios, los compromisos, las responsabilidades... pero en medio de todo eso, había algo que comenzaba a crecer, algo que era completamente mío y que mantenía en secreto. Mi pequeña empresa de papelería casera no era solo una forma de ganar algo de dinero; se había convertido en mi refugio, mi escape, la única actividad en la que realmente me sentía libre.
Después de días de pensarlo, decidí dar el siguiente paso: crear un canal de YouTube. Sabía que la idea podía sonar un poco tonta, pero era la forma perfecta de compartir mis creaciones sin necesidad de exponerme demasiado. Y no solo eso: podía mostrarle al mundo mi pasión por el diseño, por crear algo con mis manos. La parte más difícil era que no quería que nadie supiera quién estaba detrás de esos videos. No quería que se mezclara con mi vida escolar ni con lo que los demás pensaban de mí. Necesitaba mantener mi anonimato.
Así que, como había hecho siempre con mis proyectos, comencé con calma, probando hasta que encontré la forma en que podía hacer los videos sin mostrar mi rostro. Decidí grabar mis manos, mostrando cómo hacía los cuadernos personalizados, las tarjetas decoradas y las agendas pintadas a mano. Tomaba un par de hojas de papel, las doblaba y las cubría con tela, decorándolas con cintas y botones. Todo lo que hacía lo grababa desde un ángulo en el que solo se veían mis manos, y para la voz, opté por usar subtítulos o música de fondo. No necesitaba hablar, no quería que me reconocieran.
Al principio, sentí que estaba haciendo algo demasiado arriesgado. Un canal de YouTube sin mostrar la cara ni hablar, ¿qué tan raro era eso? Pero pronto me di cuenta de que no necesitaba justificarme ante nadie. Era mi espacio, mi lugar, y podía hacer lo que quisiera con él. A medida que pasaban los días, me sumergía más en esa pequeña burbuja de creatividad y anonimato. Cada video era una pequeña obra de arte que compartía con el mundo sin tener que dar mi nombre ni mi identidad. Para mí, era una forma de sentir que, aunque el mundo a mi alrededor me exigiera tanto, podía escapar a este rincón donde yo controlaba todo.
La primera vez que subí un video, sentí un nudo en el estómago. No sabía qué esperar, si alguien lo vería o si quedaría en el olvido. Pero cuando empecé a recibir algunos comentarios, sentí una extraña mezcla de satisfacción y sorpresa. La gente lo estaba viendo. Estaban dejando comentarios, felicitándome por los diseños, pidiendo más ideas. En esos momentos, me sentía como si hubiera encontrado una forma de ser escuchada sin tener que ser visible.
A pesar de que era algo sencillo, de alguna manera ese canal de YouTube me daba la sensación de que, al menos en ese espacio virtual, era vista y apreciada. No era la chica distraída en la clase de Sociales ni la chica tímida que miraba a David desde lejos sin saber qué decirle. En ese canal, yo era una creadora, una artista que compartía su pasión sin miedo al juicio.
Lo que me sorprendió aún más fue cómo el canal se fue extendiendo lentamente. Algunas chicas de la escuela comenzaron a suscribirse, aunque nunca mencionaron que sabían que era yo. No las culpaba, estaba claro que no podía compartir ese secreto con nadie, pero me emocionaba ver que mi pequeño proyecto comenzaba a crecer, aunque en las sombras.
Un día, mientras estaba editando un nuevo video sobre cómo hacer una agenda personalizada, escuché un sonido familiar: mi hermano Lian abriendo la puerta sin previo aviso. No me dijo nada, solo se quedó en la puerta observando por un par de segundos.
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó, aunque no esperaba que lo entendiera. Nunca había sido muy entusiasta sobre mis proyectos, siempre se reía de ellos.
—Nada, solo... un proyecto personal —respondí, sin mirar demasiado. Sabía que no debía hablar de mi canal con él.
Lian no dijo nada más, pero me miró con una expresión curiosa antes de irse. Durante un par de minutos, me sentí un poco insegura. ¿Y si él se enteraba de lo que estaba haciendo? Aunque no me importaba mucho lo que pensara, la idea de que alguien pudiera descubrir mi canal, de que se dieran cuenta de que era yo, me aterraba un poco. Sin embargo, al final decidí no darle vueltas al asunto y seguir adelante.
En la pantalla del celular, el video estaba listo para ser subido. Sin dudarlo, presioné el botón de "Subir". Mientras esperaba a que el archivo se cargara, me sentí una mezcla de emoción y miedo. Pero esta vez, algo dentro de mí me decía que, al igual que mis cuadernos decorados, mi canal también era algo que había creado con mis propias manos. Y no importaba si lo veía mucha gente o solo unas pocas. Lo importante era que había comenzado a construir algo que era solo mío.
El cuarto período seguía su curso, los exámenes se acercaban, y la presión seguía aumentando. Pero había algo en mí que se sentía más fuerte: mi pequeño proyecto de papelería casera estaba creciendo, y yo tenía el control. Y aunque el mundo siguiera girando rápido a mi alrededor, mientras trabajaba en mis videos, sentía que había encontrado una forma de detener el tiempo, aunque solo fuera por unos minutos.
El canal de YouTube estaba en marcha. Sin mostrar mi cara, sin hablar, solo mis manos creando cosas que hablaban por sí solas. Al menos, durante este cuarto período, había encontrado mi propia forma de ser escuchada. Y ni mamá,ni mi hermano y hermana y mucho menos mis amigas sabrán de esto,apenas de que vendo papelería por internet
Entre Sombras y Luces
El tiempo seguía pasando a la velocidad del viento. El cuarto período, con sus días llenos de tareas, exámenes y trabajos, seguía avanzando imparable. Pero, por alguna razón, me sentía más tranquila que nunca, como si hubiera encontrado una pequeña burbuja de aire fresco en medio de la tormenta. Mi canal de YouTube, mi pequeño secreto, era mi refugio. Mi espacio, mi lugar donde podía ser quien quería ser sin tener que preocuparme por lo que los demás esperaban de mí.