Susurros del corazón

Mis sueños revelados

Astro

Navidad siempre había sido una época mágica para mí, aunque nunca de la manera típica que todos esperaban. No soy una gran fan de las grandes fiestas ni de las reuniones ruidosas; mi Navidad ideal siempre ha sido algo más sencillo, más tranquilo. Un momento en el que pudiera perderme en mis propios pensamientos, disfrutar de los pequeños detalles y, sobre todo, dedicarme a mis proyectos.

Hoy, por ejemplo, estaba en mi habitación rodeada de cajas, papeles, cintas, y todo lo que había acumulado durante las semanas pasadas para mi papelería casera. Cuadernos, sobres, marcapáginas, y hasta stickers. Me gustaba la idea de crear algo único con mis propias manos, algo que representara un poco de mí, algo que pudiera compartir con otros. El concepto de mi pequeña tienda en línea había comenzado como una idea tímida, pero a medida que pasaba el tiempo, sentía que era algo en lo que podía poner mi corazón.

—Mamá, ¿puedo mostrarte algo? —la llamé desde mi escritorio, con la esperanza de que me prestara atención, aunque sabía que siempre estaba muy ocupada con su trabajo. Pero, al final, siempre me encontraba con una sonrisa y unas palabras de aliento.

Al principio, no escuché nada, pero a los pocos segundos, la vi aparecer en la puerta de mi habitación, con su típica cara de curiosidad.

—¿Qué tienes, hija? —me preguntó mientras miraba con una ligera sonrisa el caos de mi escritorio.

Me sentí un poco nerviosa, como si todo lo que había hecho hasta ese momento no fuera suficiente. Pero, aun así, tomé una de las libretas que había diseñado esa mañana y se la mostré.

—Esto... esto es parte de lo que quiero vender. Papelería casera, con mi propio toque. He estado practicando, y me gusta cómo queda.

Mamá tomó el cuaderno entre sus manos y lo observó detenidamente, como si estuviera buscando algo más que simples dibujos en las páginas. Siempre había tenido ese don de ver más allá de lo evidente, y aunque nunca me dijera demasiado, sentía que comprendía lo que trataba de hacer.

—Está muy bonito, Astro —dijo, sonriendo. Luego, algo en su expresión cambió, y pareció perderse en un pensamiento por un momento—. Te pareces tanto a cuando eras pequeña. Siempre tuviste esa necesidad de crear cosas, de hacer algo con tus manos. Me acuerdo de los juguetes que inventabas, de las cartas que escribías. Todo lo que hacías tenía algo especial.

Sentí una oleada de nostalgia al escucharla. Siempre me había visto como una niña creativa, aunque a veces mi mente se perdía en demasiadas ideas, y terminaba dejando muchas cosas sin terminar. Sin embargo, en esos momentos, sentía que finalmente estaba encontrando algo que realmente me apasionaba. Algo que no solo era una idea pasajera, sino algo que podía ver crecer con el tiempo.

—¿Sabes? —dijo, interrumpiendo mis pensamientos—, por eso me compré este celular. Para ayudarte. Y también los libros que tienes allá atrás en esa caja. Son para ti, para que tengas todo lo que necesites para seguir adelante con tus proyectos.

La miré confundida, sin comprender del todo.

—¿Los libros? —pregunté, señalando la caja en el rincón de la habitación, llena de viejos volúmenes de historias que había leído en mi infancia.

—Sí. —Mi mamá sonrió con ternura—. Esos libros son para que aprendas más, para que veas cómo otros han logrado cosas con su pasión. Cuando compré el celular, lo hice pensando en ti, en lo que realmente te gustaría hacer. Porque sé que este es tu camino, aunque no siempre lo veas claro.

Fue en ese momento cuando entendí lo que quería decir. Siempre había tenido dudas sobre mis proyectos. A veces, sentía que estaba perdiendo el tiempo, que lo que hacía no era lo suficientemente bueno, que mis miedos me frenaban. Pero mi mamá, con su apoyo silencioso, había estado allí todo el tiempo, observando sin presionar, esperando que llegara el momento en que yo misma me diera cuenta de lo que quería.

—Gracias, mamá —le dije en voz baja, sintiendo una mezcla de gratitud y emoción. No podía pedir más que tener a alguien que creyera en mí, incluso cuando ni yo misma estaba segura de lo que estaba haciendo.

Ella me dio un abrazo, y en ese momento, el aire fresco de diciembre entró por la ventana, mezclándose con la calidez de la habitación. La Navidad ya estaba cerca, pero más que la idea de los regalos o las fiestas, lo que me emocionaba era que yo estaba construyendo algo propio, algo que significaba más que cualquier cosa material.

—Ya sé qué voy a hacer para Navidad —dije de repente, mientras mi mente comenzaba a dar vueltas, pensando en todas las ideas que tenía para regalar a mis amigos y familiares. No serían regalos comprados, sino algo hecho con mis manos. Algo auténtico. Algo que los representara.

Mi mamá sonrió, como si ya supiera lo que pensaba.

—Eso es lo mejor, hija. Siempre lo ha sido.

La noche cayó lentamente, pero en mi corazón, sentí una chispa de ilusión. Al final, el mejor regalo no era el que estaba envuelto en papel brillante, sino el que venía de adentro. Y ahora, con el apoyo de mi mamá y mis propios sueños a la vista, sentía que la Navidad realmente comenzaba.

Las navidades en Lejanias

Astro

La Navidad en Lejanías era diferente. Todo en el municipio parecía detenido, como si el tiempo, tan vasto como los llanos, se hubiera desacelerado un poco para disfrutar de esos días festivos. No era como las navidades que veía en la televisión, con sus luces brillantes y el bullicio de las grandes ciudades. No, aquí las cosas sucedían a un ritmo más pausado, más cercano. La Navidad en Lejanías era un momento para estar en familia, para compartir, para estar al aire libre, bajo el cielo estrellado que nunca se veía igual en ninguna otra parte.

En mi pequeña casa, entre el ruido de los parientes que venían y se iban, con las puertas abiertas al viento cálido de la tarde, el ambiente era especial. El aroma de la comida se mezclaba con el de la tierra mojada, porque en estos días, por aquí, el calor del sol daba paso a las lluvias que refrescaban el paisaje. La gente no se apuraba. Nadie corría, nadie miraba el reloj. Los días en el campo pasaban más despacio, como si las horas no tuvieran tanta prisa.




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