Soledad, mi compañera de vida,
con ella me he aprendido a quedar.
Dieciocho años ya casi cumplidos,
y aún no conozco el amor de amistad.
Las paredes son mi única compañía,
y el silencio, mi único sonido.
Sé que tengo una familia,
pero aun así, me siento vacío.
Anhelo un abrazo,
un saludo, un gesto sincero,
sé que no necesito a nadie,
pero hay un hueco en mi pecho entero.
Aunque no me hago la mala,
sé que no ha sido mi culpa.
Quizás no estaba lista aún
para el mundo que me tumba.
El amor de un amigo,
o el cariño de uno del pasado,
son los deseos callados
que mi corazón ha guardado.
Quiero que alguien me entienda,
que escuche mi dolor,
que sepa qué se siente
al vivir con esta sensación.
Quizás un día llegue
eso que tanto espero.
Lo pienso cada noche,
con fe en un destino sincero.