Susurros del Pasado

Capítulo 17 – El Camino

El amanecer se alzó sobre un paisaje que ya no parecía humano.
El bosque había quedado atrás; frente a nosotros se extendía una planicie cubierta de estructuras metálicas, torres oxidadas y raíces que brillaban bajo la tierra, como venas de luz. El aire vibraba con un zumbido bajo, casi un murmullo.

—¿Esto… sigue siendo el mundo real? —pregunté, maravillada y asustada a la vez.

Adriel observó el horizonte.
—No exactamente. Es la Franja de Resonancia. Aquí, el Proyecto alteró la materia para almacenar energía psíquica. Es lo más cercano al infierno que la ciencia ha construido.

Dimos el primer paso y el suelo cambió bajo nosotros, tornándose traslúcido. Cada pisada dejaba un reflejo, una huella luminosa que tardaba en desvanecerse.
El vínculo entre nosotros vibraba de forma distinta, más profundo, como si el propio terreno lo amplificara.

—Siento… voces —dije—. Como si las sombras hablaran.

—Son ecos —respondió Adriel—. Fragmentos de memoria atrapados aquí. Nada vivo… o eso espero.

Avanzamos durante horas. La luz nunca cambiaba, atrapada en un amanecer perpetuo.
A lo lejos se alzaba una estructura imponente: el Archivo Central.
Parecía una catedral hecha de cristal y metal, rodeada de torres que respiraban humo azul.

Pero el camino no era directo.
De repente, el suelo se agrietó, abriéndose en un patrón circular. De las grietas emergieron figuras translúcidas, humanoides, envueltas en energía. No tenían rostros, solo destellos de recuerdos.

—Son guardianes —murmuró Adriel, tensando el cuerpo—. Programas del Proyecto.

Uno de ellos se acercó, flotando. Su voz resonó dentro de mi cabeza.
Identidad no autorizada. Proyecto incompleto. Eliminación inminente.

—¡Retrocede! —gritó Adriel.

Pero el guardián extendió la mano, y una onda azul nos golpeó. Caí de rodillas, sintiendo que algo tiraba de mí desde dentro, como si mi propia mente fuera una puerta que intentaban abrir.

“Recuerda…”
La voz de Elara volvió a colarse, suave, casi tierna.
“Si cruzas ese umbral, sabrás lo que realmente eres.”

—¡Nyra! —Adriel me sujetó, su energía envolviéndome. El vínculo estalló, y por un instante todo el paisaje cambió.

Vi fragmentos:
Una niña llorando detrás de un vidrio.
Dos cuerpos flotando en cápsulas idénticas.
Y una figura en un traje blanco diciendo: “Separarlas fue necesario. Una portará la luz, la otra la oscuridad.”

El suelo volvió a ser firme. Los guardianes se disolvieron, y el aire recobró su calma.

Adriel me sostuvo hasta que pude respirar.
—¿Qué viste?

—El origen —dije, con la voz temblando—. El Proyecto no solo buscaba duplicarnos… quería dividirnos. Elara y yo no somos copias. Somos partes de un mismo ser.

Él guardó silencio.
—Entonces si una muere…

—La otra deja de existir —terminé.

El Archivo se alzaba más cerca, su brillo azul reflejándose en sus ojos.
Y por primera vez, entendí que el viaje no era solo hacia las respuestas, sino hacia el final de una mitad que tal vez nunca debió existir.




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