Capítulo 20 – Fragmentos de la Luz

El silencio dolía.
No como ausencia de sonido, sino como un eco de lo que ya no existía.
Abrí los ojos y vi el mundo roto: trozos de realidad flotando sobre un vacío dorado, fragmentos del Archivo convertidos en constelaciones suspendidas.

El suelo bajo mis pies era translúcido. Pude ver mis propios recuerdos reflejados, escenas de una vida que tal vez no era mía.
Elara riendo.
Adriel extendiéndome la mano.
Karel observando desde las sombras.

—¿Dónde… estoy? —murmuré, aunque no esperaba respuesta.

Una corriente de luz recorrió el horizonte. Sentí algo familiar en su vibración: el pulso del vínculo.
—Adriel… —susurré.

Caminé entre los restos de la memoria.
Había voces flotando en el aire, susurros del pasado. Literalmente.

“No fue creada… fue elegida.”
“El eco puede ser una nueva raíz.”

La luz me envolvió y, por un instante, vi un destello de su rostro. Adriel.
Pero no podía alcanzarlo.
Cada paso hacia él parecía borrarlo un poco más.

Me detuve.
Cerré los ojos.
—No puedo seguir buscándote si no recuerdo quién soy.

Entonces algo dentro de mí se encendió.
Una chispa azul en el pecho, latiendo al ritmo de un corazón que no era solo mío.
El poder del Archivo… aún vivía en mí.
Y con él, la posibilidad de rehacerlo todo.

Tomé aire.
Y seguí caminando hacia la luz.