Susurros del Pasado

Epílogo – Cuando el Viento Recuerda

Habían pasado semanas desde la caída del Archivo.
El mundo respiraba diferente ahora, como si cada amanecer fuese un acto de creación.
Elara caminaba entre los campos dorados donde antes solo existía vacío.
El cielo tenía tonos nuevos, matices imposibles: turquesa con hilos de plata.

En sus manos llevaba un colgante cristalino, el único fragmento que quedó del núcleo.
A veces, cuando lo tocaba, juraba escuchar una voz entre las corrientes de aire.
Su voz.

—Nyra… ¿lo sientes? —preguntó en voz baja, mirando al horizonte.

Su hermana estaba de pie, unos metros más allá, con el cabello movido por la brisa.
Ya no había luces azules en sus ojos. Solo una calma profunda.
—Sí —respondió, sonriendo—. Él nunca se fue.

Elara giró el colgante, y dentro, una pequeña chispa de luz parpadeó, como un corazón diminuto.
El viento sopló, suave, arrastrando consigo un susurro apenas audible.

“Mientras exista memoria, existiré.”

Ambas miraron al cielo.
Una constelación nueva brillaba sobre ellas: tres estrellas unidas por un hilo de luz.
Una para cada alma.
Una promesa sellada en el tiempo.

Nyra tomó aire y cerró los ojos.
Por primera vez, no había miedo ni dolor.
Solo gratitud.

Elara sonrió.
—Entonces… ¿qué sigue?

Nyra abrió los ojos.
El amanecer las envolvió en tonos de oro y amatista.
—Vivir —respondió—. Y escuchar los susurros del futuro.

El viento volvió a soplar.
Y entre sus notas, una risa suave pareció viajar desde lo eterno.




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