Susurros del Rubí

Capítulo 8: La marca del lobo

Rubí definitivamente no puede ser una Nefyra Sangreal. Es imposible. Y mucho menos puede pertenecer a la Cuarta Herencia, por la simple razón de que aquella familia siempre fue un mito entre nosotros, los seres sobrenaturales. Recuerdo bien una pequeña conversación con la reina Genoveva, donde alguien comentó una broma sobre aquella familia: —"La Cuarta Herencia nos va a destruir."Todos nos reímos, y siempre se quedó en eso: en una simple broma. Una historia de terror para los niños.

Abayomi y yo estamos como locos buscando información sobre esa familia. Miro cautelosamente a Rubí, quien aún sigue en un profundo sueño. El solo escucharla respirar me tranquiliza, aunque sigo inquieto por la repentina desaparición de Lillith. ¿A dónde habrá ido?

¡Maldita sea, me voy a volver loco!

—Joven, encontré un libro que nos puede servir de ayuda —informó Abayomi, con un libro viejo en las manos—. Es de mis antepasados. Recuerdo que en este libro se habla de esa familia.

—¿Qué dice de ellos, Abayomi?

—"La Cuarta Herencia fue la familia más temida del mundo. Eran ángeles que fueron desterrados del cielo por hacerle frente a Dios. Cuando Lucifer cayó a la Tierra, vagó descalzo, con los pies ensangrentados. Su rencor era tan grande por no haber sido escuchado, que se propuso crear algo que incluso Dios temiera.

En el tercer día de su destierro, se encontró con Lilith, quien también había sido expulsada por rebelarse ante Adán, negándose a ser sumisa. Ella escapó, desatando la ira de Dios. Ambos, al verse, sintieron una conexión única, y de esa unión nació una familia a la que incluso Dios temió: eran capaces de convertirse en lobos, vampiros, brujas… y seguir siendo ángeles.

Masacraron pueblos enteros. Sus poderes eran tan fuertes que ni los mejores guerreros celestiales podían detenerlos." —Abayomi hizo una pausa. Un escalofrío recorrió mi espalda ante lo que podía seguir narrando.

—"Fue tanto el caos que provocaron, que Lucifer y Lilith le pidieron a Dios que hiciera algo para detener a sus hijos, porque sabían que lo que hacían no era correcto. Entonces, Dios envió a una bruja creada por Él, una bruja blanca que fue capaz de separar sus poderes. Así, creó una luna que guiaría el alma de los lobos, un rubí tan rojo como la sangre del que nacerían los vampiros, y de la tierra hizo surgir a las brujas.

Lucifer y Lilith fueron guiados hacia las estrellas, junto con los hijos que decidieron seguirles. La familia continuó creciendo, pero ahora con almas puras y nobles." —finalizó Abayomi. Abayomi cerró el libro con un suspiro largo y pesado. El sonido del cuero viejo al cerrarse retumbó como un eco dentro de mi pecho.

—Tenemos que decidir ahora —dijo, con la mirada fija en Rubí, aún dormida—. Si ella es parte de la Cuarta Herencia… no podemos simplemente esperar a que despierte.

Negué con la cabeza, aunque yo mismo no estaba seguro de lo que intentaba negar.

—No, no. No sabemos si eso es verdad. Todo eso... podría ser solo una vieja leyenda distorsionada. No podemos juzgarla por una historia. Ella no ha hecho daño a nadie.

—Aún —me interrumpió Abayomi, con el ceño fruncido—. ¿Y si no es ella ahora? ¿Y si es lo que despierta en ella? ¿Y si su sangre recuerda lo que su mente no sabe?

Me quedé en silencio. El fuego de la chimenea parpadeó, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra. En el rostro de Rubí, una leve expresión de dolor cruzó su sueño.

—Tal vez deberíamos llevarla ante la Reina Genoveva —dijo Abayomi en voz baja—. Tal vez ella sepa qué hacer.

Mi estómago se encogió. Sabía lo que eso significaba. Genoveva no perdonaba riesgos. No permitiría que alguien como Rubí viviera si era una amenaza para el equilibrio.

—¿Y si se equivocan con ella? ¿Y si ella es la única capaz de detener lo que está por venir? Por una razon Rubí llego aquí, ademas solo la hemos visto hablando, no la he visto convertirse en lobo y mucho menos la he visto beber sangre — dije tratando de apaciguar las cosas.

Abayomi no respondió. Y yo tampoco. Porque en el fondo, ambos sabíamos que Rubí no era una simple humana… ni una simple bruja. Lo que ella era estaba más allá de cualquier linaje conocido.Y teníamos que decidir. Antes de que ella despertara. O antes de que lo hiciera otra cosa dentro de ella.

—Joven su cuello — dijo Abayomi causandome confusión. —Vea al cuello de la niña Rubí — ordeno y lo que vi no me gusto.

—No puede ser como es que jamas lo vi.

—Porque quien sea que la haya enviado aquí se encargo de ocultarle la marca del lobo.

~*~

Alexandra

Empaqué mis cosas con cautela, procurando no hacer ruido. Hoy, por fin, podría viajar a Rumania para buscar a Esmeralda. Sam me había ayudado con todos los preparativos. Me costó mucho convencerlo, pero terminó por entender que esta era la mejor forma de encontrarla. Kele se ha vuelto loco. No deja de beber, de romper cosas... Está hecho un caos. Sus padres tampoco han sido de ayuda, no con las invasiones y asesinatos que han azotado a las manadas.

—¿Ya tienes todo? —preguntó Sam, tomando uno de mis bolsos con mi ropa. Asentí en silencio, y sin decir más, tomó mi mano. Ambos nos escabullimos por los pasillos hasta llegar al auto.




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