Susurros en la penumbra

Capítulo 11

Carmen caminaba por las calles de Sevilla sumida en pensamientos oscuros. El ataque al refugio de las brujas había provocado olas de sospechas en la ciudad, y los rumores se propagaban como incendios. La Inquisición se había vuelto aún más peligrosa y meticulosa, observando cada movimiento de quienes, como ella, eran considerados potenciales enemigos. El conocimiento de su vínculo con el vampiro le daba una inquietante sensación de vulnerabilidad, algo que no podía permitirse sentir.

Días antes, mientras investigaba sobre las conexiones entre los nobles de Sevilla y la Inquisición, la chica había escuchado que algunos de ellos estaban detrás de las recientes redadas y ataques. Sin embargo, lo que no esperaba era que una de las familias más poderosas y adineradas, los De la Torre, había comenzado a investigar en profundidad sus propios movimientos.

Mientras se adentraba en un barrio más seguro, se dirigió al escondite donde acordó reunirse con él. Al llegar, vio la figura oscura del vampiro esperándola. Tenía una postura tensa, los ojos plateados brillaban en la penumbra, reflejando una mezcla de impaciencia y preocupación.

—Tenemos un problema —dijo ella sin preámbulos, apenas mirándolo a los ojos—. Uno de los nobles de la ciudad ha hecho preguntas sobre mí, y ha conectado que... estamos trabajando juntos.

El vampiro, que parecía difícilmente sorprendido por algo, frunció el ceño, mostrando una rara expresión de preocupación. Se acercó lentamente a ella y la observó con detenimiento.

—¿Sabes de quién se trata? —preguntó en un susurro, con su voz suave pero llena de gravedad.

—Es el Conde de la Torre —respondió con un tono cargado de resentimiento—. Está aliado con la Inquisición desde hace años, es uno de sus patrocinadores más generosos. Si ha puesto sus ojos en mí, no tardará en enviar a los inquisidores tras mis pasos.

El vampiro inclinó la cabeza, pensativo, y dio un paso atrás. La chica podía ver cómo analizaba la situación, con sus ojos centelleando como si estuviera trazando un plan en su mente.

—No es cualquier noble, eso es cierto —dijo el vampiro en voz baja—. El Conde de la Torre ha estado alimentando el odio hacia lo sobrenatural y manipulando a la sociedad desde las sombras. Es astuto y despiadado, pero hay algo que ignora.

La joven arqueó una ceja, sin comprender a qué se refería.

—¿Qué ignora? —inquirió, tratando de seguir su línea de pensamiento.

—Que no eres una presa fácil —respondió el vampiro, y una chispa de algo casi como orgullo destelló en su mirada—. Carmen, tenemos que crear nuestra propia red de mentiras. Si la Inquisición cree que sabe sobre nosotros, tal vez podamos guiarlos en una dirección que nos favorezca.

La idea la sorprendió. La cazadora había aprendido a vivir de manera austera y sin grandes estratagemas, confiando en su fuerza y habilidades en combate. Pero el vampiro tenía un talento para la manipulación que ella apenas estaba empezando a comprender. La miró, esperando su reacción.

—¿Una red de mentiras? —preguntó con escepticismo—. ¿De qué hablas exactamente?

Él le dedicó una sonrisa enigmática y contestó:

—Conozco a algunos nobles que están descontentos con la influencia de la Inquisición, que sienten que sus arcas se vacían al tener que patrocinar a esos fanáticos. Si logramos hacerles creer que el conde está involucrado en actividades cuestionables, desviaremos la atención de ti y pondremos en evidencia sus propias debilidades.

Ella lo observó mientras la mezcla de resentimiento y atracción que sentía hacia él se intensificaba. Sabía que sus tácticas eran poco convencionales y peligrosas, pero ¿acaso había otra opción? La Inquisición no se detendría hasta destruirla, y cualquier ventaja era bienvenida.

—¿Cómo piensas hacer eso? —preguntó al fin, con un tono de aceptación.

El vampiro se acercó más a ella y se inclinó para que sus palabras resonaran en la quietud de la noche:

—Con tu ayuda. Vamos a infiltrarnos en la residencia del conde durante uno de sus eventos nocturnos. Aprovecharemos su propia red para desestabilizarlo. Aunque antes de todo, hay que hacerlo saber.

La chica entendió entonces que la manipulación ya había comenzado. Para que las mentiras surtieran efecto, tendrían que difundirlas de una manera sutil pero poderosa.

Durante los días siguientes, Carmen y el vampiro pusieron en marcha su plan. A través de los contactos de él en los círculos más bajos de la nobleza, comenzaron a circular rumores de que el conde había tenido tratos oscuros con ciertas criaturas en el pasado, lo suficiente para despertar la curiosidad y sembrar la desconfianza entre los nobles más conservadores.

Finalmente, el vampiro consiguió dos invitaciones a una de las tertulias organizadas en el palacio del conde. Se trataba de un evento clandestino, donde solo se reunía un selecto grupo de personas influyentes. Aquella noche, Carmen apareció en el palacio disfrazada, con un vestido oscuro y una máscara que ocultaba parte de su rostro. A su lado, el vampiro también lucía elegante para fundirse con la nobleza a la perfección.

Mientras paseaban por los salones, la chica observó cada rincón, cada conversación, buscando indicios de alguna alianza secreta entre los presentes y la Inquisición. El ambiente era pesado, y las palabras estaban impregnadas de desconfianza.




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