Sweet as Honey

Prefacio.

—¿Cómo crees que te vas a ver a su lado en cinco años? No. Qué va. En dos años. Tendrás canas, estarás más gordo.

—Bueno…, ella, supongo que sabe eso. Es decir, no seremos jóvenes toda la vida y… 

—Te veras viejo amigo. Viejo. Entiéndelo. V-I-E-J-O. Ahora lo disimulas con tu facha de señor y eso,  pasa pero, honestamente te lo digo como amigo que te quiere, eso no te va a funcionar siempre. 

—Jm. Que bueno que me quieres — refunfuñó. 

—Viniste por ayuda o no. 

—Sí. Lo siento. Entonces… ¿Tú crees? — dijo Santiago cabizbajo y rascándose la cabeza. 

Acción que detuvo de inmediato al recordar la posible calvicie. 

—Piénsalo. Tienes una esposa hermosa. Magi es bellísima. Es bonita, simpática, divertida e inteligente y mucho más joven que tú.  ¿No crees que podría un día cambiar de opinión cuando se de cuenta de que se casó con un viejo? 

—¿Cómo te atreves a decir eso de mi esposa? 

—Lo sé. Lo sé. Tranquilo. Yo sé que no. Ella te ama y tú también y todo lo cursi y amén. Pero hay que darle una ayudita hombre. 

—Sí, bueno… Quizás tengas razón — habló mirándose en el espejo de cuerpo completo —. Es verdad que ella me quiere pero… 

—Hay que hacer que la chispa no muera antes de empezar. ¿Qué dices? 

—Jm. Pero nada de cosas raras eh. 

—No. No. Todo macho como tú. Se nota lo viejo que estás. 

—Ja. Mira quién habla. Tenemos la misma edad. 

—Claro abuelo. Pero escúchame bien — dijo Jaime haciendo que Santiago se mirara de nuevo en el espejo —. Haré de ti el hombre de casi cincuenta años más  atractivo e irresistible que tú esposa o cualquier mujer haya visto, después de mi por supuesto. 

—¿Tú crees? 

—Cien por ciento. Si tú esposa se enamoró de ti, ahora te volverás su sex Idol, su shugar daddy — decía con ademán como si anunciara una frase publicitaria. 

—¿Su qué?

—En serio que tienes que actualizarte. Pero bueno, estamos en esto o no.

—Bueno. Que remedio — habló con resignación. 

—Si. Así me gusta— dijo Jaime sacudiendo a Santiago de los hombros por la emoción —. Ok. Primero amigo, hay que deshacernos de esto.

Ambos bajaron la mirada al abdomen flácido y un tanto pasado de Santiago. 

—Todo sea por Magi. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.