Sweet Dream

Capítulo 2: Los gustos de Mei

Sábado, el comienzo del fin de semana, compuesto por solo dos días. Para Mei, los fines de semana eran lo más cercano a la liberación para ella. Leía lo que quería, lloraba cuando quería, veía lo que quería, iba a donde quería. Claro que el libro sobre arte musical que leía tuvo que esperar cuando escuchó el timbre de su casa. 

Frente a ella se encontraba una chica de cabello rubio y ojos verdes... no, no la conocía. Fue cuando sintió los brazos de aquella chica rodear su cuello y apretarla contra ella. Notó que la rubia tuvo que ponerse en las puntas de sus pies, pues Mei era más alta. La estaba abrazando una desconocida a plenas 9:00 am. 

Cuando notó su aroma, la reconoció. Mei Stone podía olvidar el nombre de cualquiera excepto el olor que rodeaba a las personas, y otra cosa que jamás podía olvidar eran los apellidos de las estudiantes de su academia. Claro es que eso no tiene mucho que ver con esta situación incómoda para Mei. 

— Foster. — Dijo en voz alta al recordar su apellido. Su olor era cítrico e irritante, pero a la vez embriagador e inocente. 

¿Has quitado el honorífico? — Preguntó Rose aún colgando de su cuello. Se refería al "Miss" ("Señorita") que acompañaba su apellido en señal de respeto. 

Mei se separó rápidamente y frunció el ceño, arrugó su nariz y miró hacia otro lado. 

— ¿Necesitas algo? — Preguntó Mei, ignorando la pregunta de Rose con molestia. 

— Vengo a animar tu día, Stone. — Sonrió Rose mirando a sus ojos, bajo a su nariz y fue directo a sus labios, recorrió sus hombros y miró sus antebrazos, borró su sonrisa y frunció sus cejas. 

Sus antebrazos estaban desnudos, llenos de marcas, las cuales algunas estaban frescas y otras cicatrizadas. 

— Stone, ¿no amas tu vida? — Murmuró Rose buscando los orbes azules que seguían igual de fríos. 

— ¿Existe acaso una razón real por la cual deba amarla? — Respondió con una pregunta, una pregunta que seguía en su cuestionario de razones por las cuales vivir, pues aún necesitaba esa respuesta. 

Rose se quedó callada, estaba buscando palabras para contraatacar. 

— Yo amo mi vida. — Dijo Rose de forma segura y fuerte, pensando que de este modo, Mei la tomaría como apoyo. — ¿Puedo pasar? Tengo algunas cosas que decirte para que ames tu vida, Stone. 

Mei dejó pasar a la rubia a su casa y cerró la puerta tras ella. Guió a Rose a su cuarto. 

— No soy ordenada, así que no te quejes por los millones de libros que ves tirados por todos lados. — Dijo Mei con seriedad, evitando ser juzgada. 

Pero a Rose no le importó que no fuese ordenada con sus libros. Se fijó en los libros escolares y en su uniforme perfectamente organizados. Los libros en una de las repisas superiores, y el uniforme colgado en el armario abierto que, graciosamente, tenía la ropa personal tirada por todos lados. 

Rose tomó uno de los libros que se encontraban sobre la almohada en la que habitualmente descansaba la cabeza de Mei cuando no podía dormir. 

— El arte del amor. — Dijo en un suspiro Rose sintiendo el título del libro golpear contra su pecho. Sintió que era lo que la joven Mei Stone estaba buscando; el amor y el arte. Tomó el libro para leerlo en voz alta.   — Mujeres. - Abrió sus ojos. — ¿Te gustan las chicas? — Preguntó. 

— ¿Algún problema con eso? — Dijo Mei de espaldas a la rubia. Fue cuando Mei recordó una situación similar. 

——— FLASH BACK ——— 

— La alumna fue encontrada en el baño de chicas besando a una de sus compañeras a la fuerza. — Informó la profesora de Inglés a la directora, es decir, a la abuela de Mei. 

— Está bien, ¿podría dejarme a solas con Mei? — Dijo la directora con su ceño fruncido, dándose la vuelta para ver por la gran ventana de su oficina. 

No sabía qué sentir. Era su nieta y nunca pensó algo así de ella. La pequeña Mei de doce años tenía sus manos entrelazadas detrás de su espalda, y su mirada en el suelo con sus ojos llenos de sentimientos, a diferencia de lo que es ahora. 

—  ¿Te gustan las chicas? — Preguntó su abuela, mirando sobre su hombro a la joven. 

Fue cuando Mei levantó su mirada y notó la mirada furiosa de su abuela. Mei abrió sus ojos y apretó aún más sus manos. 

— No. — Susurró Mei negando su naturalidad, negando quién era realmente solo para evitar el rechazo. Sintió lágrimas acumularse en sus ojos. 

Ese día fue el último que vio a la profesora que la delató y el útlimo día en el que su abuela le dirigió la palabra. Desde en ese entonces, Mei dejó de negar quién era, puesto que su abuela le enseñó que la rechazarían aún más por mentir que por ser "correcta", pero nadie aprende de sus errores. 

——— FIN DEL FLASHBACK ——— 

— No, en realidad. - Dijo Rose con una sonrisa. — Eres genial seas como seas, Stone. 

Mei sintió algo en su corazón. Una picazón que le fastidiaba, le repugnaba, pero no sabía qué era ese sentimiento. 

— Foster, ¿quieres salir conmigo? — Preguntó de modo frío y serio. 

- ¿Eh? - Rose abrió sus ojos, quedándose congelada en el sitio en el que estaba, aún con el libro entre sus manos. — Lo siento, a mí me gustan los chicos. — Rió nerviosamente. 

— Me refiero a salir a caminar, quiero caminar, pero puedes quedarte aquí si quieres. — Dijo Mei de forma seca, apretando el puño de su mano. 

En ese momento, a Mei no le afectó la declaración del gusto hacia los hombres de Rose, pero no se podía decir lo mismo tiempo después. 

— Oh, entonces iré contigo, Stone. — Dijo Rose con una sonrisa. 

A Mei no le caía bien nadie, tenía un odio hacia la misma humanidad, pero sencillamente, esta chica era diferente para ella, pero Mei no lo demostró. 

Así fue como en el día dos, ambas salieron juntas por primera vez, sin ni siquiera conocerse realmente. 




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