Sweet Dream

Capítulo 4: La historia de Mei

— Vaya, esto es agotador. — Dijo Rose entrando a casa de Mei 

Este era el segundo día en que Mei dibujaba a Rose, aunque esta vez lo hicieron en el parque. 

— Quedarme quieta durante más de una hora es demasiado cansado... prometo no ser modelo. — Comentó Rose tirándose en la cama desordenada de Mei. 

Fue en ese momento en el que Rose preguntó algo que no debía de preguntar, pero ya sabes, "la curiosidad mata al gato". 

— ¿Dónde están tus familiares, Stone? — Preguntó Rose tomando el nuevo libro que se encontraba en la almohada de la otra chica. 

Mei se quedó muda, mirando fijamente a la rubia, para después mirar hacia la salida de su cuarto. 

— ¿Qué pediremos para almorzar? — Dijo Mei evadiendo la pregunta de Rose sobre su familia. 

Rose al notarlo, cerró el libro entre sus manos y miró a la chica frente a ella. 

- La pizza no es tan mala los lunes. — Dijo Rose con una sonrisa. 

Sí, Mei Stone había faltado a la academia. Era la primera vez que una cosa de estas sucedía, pero claro que para Rose no era la primera. 

Mei salió del lugar para ir por el teléfono que se encontraba en el salón. Rose por su lado, se sentaba correctamente en la cama y tomaba la almohada de Mei para abrazarse a ella. 

— ¿Qué sucede en tu vida, Stone? — Murmuró Rose contra la calidez de la almohada. — ¿Por qué quieres acabar con esta? — Sus ojos miraban las portadas de los libros esparcidos por el suelo, aunque algunos se encontraban con páginas abiertas. 

Hasta que encontró uno que tenía rotulador cubriendo la página derecha de uno de los últimos párrafos. 

Iba a tomarlo, pero cuando la idea cruzó por su cabeza, Mei ya se encontraba dentro de la habitación. 

— Llega en veinte minutos. — Informó de manera suave, apretando su mandíbula. Tal vez estaba enfadada, solo tal vez, pero el problema era el descubrir porqué. 

Rose soltó la almohada y la puso en su lugar, mientras sus mejillas ardían y mordía su labio inferior. 

— Está bien. — Dijo Rose agarrando su teléfono y revisándolo. 

Mei se sentó a su lado y tomó otro libro que estaba tirado por el lugar. 

— ¿Cómo recuerdas dónde ibas? — Preguntó Rose tecleando en su teléfono y bloqueándolo enseguida. 

— Mi memoria es bastante buena con las palabras dichas o escritas. — Murmuró Mei en respuesta. — Recuerdo lo que me interesa, Foster. 

Rose al escuchar eso sonrió, tuvo una idea y miró el libro que leía: "El deseo personal". 

— ¿Alguna vez te gustó alguien, Stone? — Preguntó Rose con una sonrisa bastante amplia en su rostro. 

Mei frunció el ceño y levantó la mirada del libro, mirando así fijamente a Rose. 

— No. — Respondió Mei con simpleza, retomando la lectura nuevamente. 

— Oh, entonces te contaré mi enorme lista de personas que alguna vez me gustaron. — Dijo Rose levantando sus brazos y con velocidad tomó el libro que leía Mei. — Necesito toda tu atención, solo en mí, Stone. 

Y así fue. 

Para Mei, su vida había cambiado mucho con la llegada de este pequeño hilo rojo cruzándose en su destino, pero debemos admitirlo, a Mei aunque no lo supiera realmente, empezaba a gustarle la chica rubia. 

— Mi padre era profesor en la academia donde estudio. — Empezó a narrar Mei mientras comía pizza al lado de Rose en el sofá del salón.—  Se divorció de mi madre y me abandonó al igual que a ella para viajar por el mundo... claro que de mi madre no he sabido absolutamente nada.  —Dijo dejando la pizza en el plato blanco sobre la mesa de cristal. — Mi abuela enfermó hace ya unos meses, así que no sé mucho de ella, y yo me encargo de su puesto en la academia en muchas ocasiones. — Suspiró mirando a Rose. — No he visto a mi padre desde hace seis años y he vivido sola aquí siempre, aunque mi abuela me ha hecho el favor de mantenerme. — Dijo desviando su mirada de Rose. — Soy un asco en la cocina, así que pido comida rápida y no llevo desayuno a la academia. 

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras los cubría rápidamente. 

— Odio mi vida. — Murmuró Mei mientras apretaba su mandíbula. 

Sintió los brazos de Rose cubrirla segundos después. El calor corporal de Rose era alto, así que se sintió cálida por dentro cuando sintió el toque de su piel. 

— Todo estará bien, Stone. Confía en mí. — Dijo Rose con delicadeza en el oído de Mei. 

El día cuatro. Mei confió en Rose con toda su alma, confió en que todo estaría bien, aunque claramente era una mentira más. 




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