Sweet Dream

Capítulo 12: Debo hacerlo

Los libros, letras impresas en hojas blancas con un protector grueso, con una historia que contar. ¿En este mundo puede haber algo más interesante que un libro? La respuesta es un rotundo "Sí". 

Todos sabemos que la mente humana es infinita. Podemos crear las mejores películas solo leyendo uno de esos atrayentes libros. Pero, la imaginación es incomparable con la realidad. 

Tal vez si visitas alguno de esos lugares que dicen en tu libro de Historia, o si vez lo increíble de la NASA con tus propios ojos en vez de estudiarlo al leer tu libro de Ciencia. Si la educación mostrara lo emocionante que es en carne propia, si dieran la iniciativa... si tan solo abrieran un poco más las puertas de la creatividad. 

Pero, nuestro único obstáculo somos nosotros mismos. 

Eran las 3:47 am y Mei Stone seguía sin conciliar el sueño en la cama de la enfermería de aquella academia tan reconocida. Había dejado de llover desde hace dos horas atrás, así que Mei tomó su uniforme y fue camino a su casa. Las calles estaban desiertas a esa hora, y la luna estaba justo frente a ella, era como si Mei fuese guiada por ella. 

Suspiró al doblar en la calle que le abriría paso a su casa, pero no entró a esta al ver a la madre de Rose sonriendo en el frente de la casa Foster, pues pronto sería la hora de su salida al trabajo. 

No hablaron demasiado, Alexa dejó a Mei entrar a la casa Foster con la excusa de que el portafolio de Mei se encontraba en la habitación de Rose. Claramente, el objetivo principal era que Mei durmiera en la pequeña casa. 

— Rose. — Murmuró lo más bajo posible al ver a la chica sobre la cama, abrazando su almohada en ver de tenerla debajo de su cabeza. 

Fue al armario y sacó dos almohadas más. Sabía exactamente dónde se encontraba cada cosa en ese pequeño cuarto. Una la colocó delicadamente y lo más silenciosamente posible debajo de la cabeza de Rose y recostó su propia cabeza sobre la otra almohada, justo al lado de Rose. 

Mas sin embargo, Mei no durmió esa noche. 

La primera en despertar fue Mei, puesto que no había dormido siquiera. Era abrazada cálidamente por su torso, brazo que pertenecía a Rose, y la nariz de esta chocaba directamente en su hombro derecho, así que sentía la respiración calmada de la misma. Intentó alejarla para poder levantarse, pero entre más lo intentaba, más apretaba la rubia su agarre. 

— Rose, debemos ir a la escuela. — Dijo Mei con seriedad, sabiendo que la rubia ya estaba despierta. 

— No quiero ir. — Susurró Rose con una voz perezosa, apretando más a Mei contra ella. 

La habitación se quedó en silencio. Mei miró directamente al techo. 

Pensándolo bien, en los libros se puede alterar mucho la historia, incluso si en la vida real dolió mucho más, las palabras en los libros pueden disminuir el dolor o multiplicarlo por cien. 

Entonces, ¿qué es más extraordinario? 

— Su nombre es Nathan, Nathan Taylor. — Comenzó a relatar Rose contra el brazo de Mei. — Tiene quince años y nos conocemos desde pequeños, ya que entramos a la misma escuela. — Murmuró contra el cuello de Mei. — Él me besó, Mei, yo no lo hice. — Dijo levantando su rostro, mirando los ojos zafiro de Mei. — Yo... — Los ojos de Rose empezaron a tener un toque brillante, que hizo estremecer a Mei. — Me gustas, Mei. 

Los ojos de Mei se abrieron y sintió lágrimas salir de sus ojos. Se alejó lo más rápido posible de Rose y dio un paso atrás. Mei Stone tenía miedo. 

Notó el portafolios al lado del armario y lo tomó. 

Retrocediendo con lentitud y al cruzar la puerta del cuarto de Rose, salió corriendo del lugar, directa a su propia casa. 

Rose soltó una pequeña risa. 

— Sabía que reaccionaría así. — Rose puso las manos sobre su rostro.  
— Es demasiado predecible. - Se sonrojó mientras sonreía. 

Mei apretaba las sábanas de su cama, mientras las lágrimas mojaban su almohada. Sentía una felicidad demasiado molesta golpear contra su corazón, odiaba este sentimiento. No había leído mucho sobre la felicidad, así que no estaba acostumbrada a ella. 

Sus ojos miraron el libro a su lado, el cual era uno de los que había comprado, y al leer el título con la mirada, no pudo evitar sonreír. 

— Es hora del siguiente paso. — Susurró para sí misma, para animarse. — "Debo hacerlo." 

Rose se encontraba fuera de su casa, en el mismo umbral en el que había sucedido lo de Nathan y ella. Esperaba a Mei para ir de camino a la escuela juntas, aunque bueno... Rose ya había llegado tarde. 

— Vamos. — Dijo Mei frente a ella con una pequeña sonrisa, extendiendo su mano izquierda. La misma sonrisa que fue devuelta por su íntima compañera. 

— Vamos. — Dijo Rose tomando la mano de Mei. 

Hay personas que conocen esta clase de sentimientos, incluso, han pasado por situaciones similares. El amor correspondido es una de las cosas más especiales que puedan haber, pero seamos honestos, el amor no correspondido es el más encantador. 

El corto día once. Rose se confesó, ese mismo día, Mei fue feliz. Al día siguiente, Mei conocería a Zuri Green. 




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