A veces me paro a pensar en todo lo que ocurre fuera de esa burbuja que es mi vida. Muchas preguntas rondan por mi cabeza pero son eso, preguntas que no tienen respuesta.
¿Por qué la gente es así? ¿Por qué siempre está peleando? ¿Realmente importa quién está en lo correcto o quién está equivocado? ¿No está simplemente satisfaciendo su ego mientras discuten con sus llamados “enemigos”?
¿Si la vida es tan larga no tendría que ser el poder del amor mucho más fuerte? ¿Cómo pueden cosas tan tontas como el ego dominar al amor? ¿Dónde quedó eso de paz y amor?
La gente solo encuentra excusas para arruinar sus propias vidas. Incluso el amor se convierte en razón para sacar cuchillos, celos, odios,…
¿Son éstas las palabras que enloquecen a las personas? ¿O es el hambre de obtener más?
¿Por qué no podemos ser mejores que acumuladores de cosas?
Lo que verdaderamente necesitamos es amor. Lo que queremos transmitir es amor. Lo que queremos recoger es amor. Lo que queremos regalar es amor.
El amor… ¡El secreto de la vida!
Aunque muchas personas quieren ocultarlo detrás de esa máscara fría y oscura, todos tenemos hambre de amor.
Es así desde tiempos remotos. Desde siempre hombres y mujeres hemos necesitado del amor porque es el que rige nuestras vidas. Tenemos esa necesidad imperiosa de amar y ser amados, tratando de encontrarle sentido a todo lo que nos rodea, poniendo al amor en primera fila.
Ante cualquier duda, miedo o inquietud siempre acabamos buscando una explicación en el amor. Incluso algunas veces encontramos allí la respuesta. Pero lo cierto es que no sabemos si realmente hemos encontrado la respuesta.
¿Por qué sabemos qué es el amor y dónde reside? Creo que a veces se nos olvida.
Dejando a un lado la clase social, el nivel económico, la religión, la raza o la edad, el ser humano no está preparado para vivir sin amor. Es más, no estamos hechos para sobrevivir al vacío que nos provocaría la ausencia del amor.
Si hay algo que caracteriza al ser humano es que nunca podrá renunciar al amor; la fuerza que mueve al mundo.
El amor ha inspirado a numerosas personas; a poetas y escritores de todas las épocas; a infinitos compositores que han tratado de dale vida a las notas de incontables canciones; a filósofos e incluso ha sido objeto de estudios científicas,…
Sin embargo solemos escuchar frases tales como: “mi vida no tiene sentido sin amor”; “siento que no voy a encontrar el amor de nuevo”… Cuán equivocados están.
Piensa, mira a tu alrededor y date cuenta de que el amor no se limita a una persona. Ni mucho menos.
El amor lo vemos, lo sentimos, lo tocamos, está en todas partes: en nuestra familia, nuestros amigos, en las personas con las que nos cruzamos día a día, en una flor, en la tierra, en el cantar de los pájaros, en las estrellas que iluminan una noche oscura,…
Está en mí, en ti.
No importa lo que digan, lo que escriban, lo que investiguen o busquen, ni siquiera las veces que lo hagan. El amor está en nosotros, está en el corazón noble del ser humano.
Porque el amor no es un privilegio de ricos o pobres. El amor es el idioma universal. No se tiene amor porque las cosas sean bellas, son bellas porque tienen en sí mismas el amor.
Intentamos aferrarnos y enfocarnos en el significado de que el amor es una sola persona y no debería ser así. Nos olvidamos de las cosas simples y sencillas que también encierran el amor puro y desinteresado. Nos olvidamos del amor más sincero y sin falsedades.
Y si nos amasemos a nosotros mismos, si nos diésemos ese amor, sería mucho más fácil descubrir el amor en todo lo que vemos y sentimos.
El amor no se busca, el amor no se pide, no se pelea… El amor nos saluda cada mañana al despertar.
El amor habita en ti.