Muchas veces me encantaría desaparecer e irme muy lejos. Me encantaría coger un avión y que me lleve a cualquier lugar.
¿Cuántas veces habéis imaginado que alguno de vuestros libros o películas favoritas se hicieran realidad? ¿Qué fuesen reales? Yo muchas veces he imaginado e incluso deseaba que fuesen reales.
¿Quién no se ha imaginado que el 1 de septiembre cogía un expreso y se iba a Hogwarts? Yo muchas. Me imaginaba que era una bruja pero de las buenas, y que vivía las maravillosas aventuras que el colegio te brinda. ¿Quién no iría feliz al colegio así? ¿A quién no le importaría madrugar para asistirá a las clases e incluso a quien le importaría estudiar si es magia? Creo que a nadie le importaría porque nos gustaría ser lo que son.
¿A quién no le gustaría convertirse en un vampiro y pertenecer a la familia de Edward Cullen? Yo creo que a más de uno le gustaría.
¿O a quién no le importaría vivir una historia de amor como la de Baby y Hache? ¿Un amor que va incluso a tres metros sobre el cielo?
Como veis a nadie le importaría vivir esas aventuras, incluso soñamos que se hicieran realidad. ¿Por qué? Porque muchas veces intentamos evadirnos de la realidad, no queremos afrontar nuestros problemas del día a día, o simplemente no queremos hacer lo que se espera de nosotros. A veces nos agobian mucho cuando no dicen haz esto o haz lo otro. O cuando dicen que deberías de ser igual que fulanito o mejor que menganito. Pero lo que no entienden es cada uno es diferente. Que no tenemos que ser igual a los demás. Cada uno necesitamos más tiempo para hacer unas cosas y otro menos. Cada uno tiene una personalidad diferente y lo que no pueden hacer es intentar que seamos personas que no somos y que no queremos ser.
Por todo esto intentamos evadirnos y soñamos con mundos imaginarios en los que podemos ser nosotros o incluso imaginarnos como queremos que sean las cosas en la vida real.
Soñar es algo maravilloso, como inventar cosas, y no podemos perder eso. No dejemos de ser niños perdidos, no crezcamos en ese sentido. Porque si crecemos nos olvidaremos de soñar, dejaremos atrás nuestra imaginación y es algo maravilloso que debemos conservar.
Cada persona es un regalo, todos tenemos un envoltorio diferente, unos pensamos que son más bonitos que otros, pero todos diferentes. Tenemos siempre ilusión por abrir un regalo, por ver que hay en su interior. Y al abrirlo lo que encontramos nos gusta, Pues abrir un regalo es igual que una persona, el envoltorio, lo de fuera siempre es distinto; y al abrirlo, al conocer a alguien, nos gusta lo que vemos, porque es lo del interior lo que vale, es lo del interior lo más valioso y lo que nos hace diferente.
Aquel que sea diferente que siga siéndolo, porque ojalá todos fuésemos diferentes y no que tengamos que imitar a otra persona. Lo mejor es ser diferente y capaz de sorprender cada día a una persona, porque es fascinante que alguien sea capaz de hacerlo. Si tenéis a alguien en vuestra vida que sea así, conservarlo, no dejéis escapar a esa persona. Porque de esas personas son de las que debemos aprender algo, siempre tendrás algo nuevo que aprender.
Sueña e imagina, sé un niño perdido, pero sobre todo se diferente, se tú mismo.