Ya han pasado varios días, varios días desde que las puertas del campamento se cerraron y no podía faltar que escribiera algo sobre lo que allí he vivido y aprendido. Porque sí, una semana da para muchas cosas, da para disfrutar, aprender, reír, llorar, crear amistad, amor y llevar a la gente en el corazón.
Sé que no es lo mismo ir de niño que de monitora, pero igualmente se vive de manera intensa, aunque creo que ser monitora es lo mejor que me ha podido pasar. Poder vivir con esos niños, compartir mis experiencias con ellos, ayudarles con sus problemas, enseñarles que la vida hay que vivirla al máximo, sin pararte en el recuerdo de algo o preguntándote lo que pudo pasar y no paso.
¿Y mis compañeros? Creo que no he podido tener mejor equipo de monitores que ellos. De todos he podido aprender muchas cosas, a cómo salir del paso cuando no sabes que hacer, a cómo actuar cuando los niños se ponen malos, a cómo dar grupos, a cómo organizar las cosas, pero sobre todo he aprendido de sus experiencias. De lo que han vivido y como han salido adelante superando cualquier adversidad. Y lo más sorprendente de todo es que esos problemas que han superado no me los esperaba, no de esas personas. Y entonces me doy cuenta de que lo que son ahora es gracias a todas esas cosas que les han hecho ser fuertes y seguir adelante.
Pero a lo que doy más gracias es a los niños, de haberlos conocido de verdad, de servirles como ejemplo, como un referente del que pueden fijarse.
Y me llevó a casa a todos y a cada uno de ellos. Y todas esas cartas, todas esas palabras de agradecimiento que me hicieron llorar de emoción porque lo que hago no es para recibir nada a cambio, pero me han dado mucho más de lo que merecía. De esos GRACIAS que valen para mi mucho más que otras palabras. Y sólo puedo decir GRACIAS a cada una de esas personas, gracias por enseñarme cosas nuevas, por hacerme sentir especial, por sentir que lo que hago sirve para algo, porque he comprobado que si vale, y lo he sentido en cada una de esas personas.
Simplemente gracias a todas esas personas, a esas personas que me han ayudado. Simplemente gracias a esa persona que cuando estaba mal ahí estaba para hacerme reír, que cuando caía ahí estaba para levantarme, a esa persona que estaba ahí para hacerme sentir bien. Porque ha sido una semana muy intensa y dura pero al final creo que no ha habido mejor semana que esa.
Gracias.
Sois el Chafariz de mi Somalo.