Todo comenzó con un sueño y una ilusión. Hace cinco años me embarqué sola en un proyecto que no sabía que esperar de él, un proyecto nuevo en el cual iba a poder bailar. Al principio no quería pero mi madre me insistió y me dijo vas a pasártelo bien y a conocer a gente nueva. Y cuenta razón tenía…
Fama sin duda fue una gran escuela y no sólo me enseñó a bailar sino a disfrutar, a cantar, reír encima de un escenario. Me enseñó a ser yo misma ahí arriba. ¡Y vaya si lo consiguió! Nunca había disfrutado tanto bailando encima de un escenario. Y tampoco me esperaba que fuera a conocer a gente tan maravillosa que hoy en día siguen formando parte de mi vida. Ese "mírala" quedará grabado a fuego en mi memoria. Gracias por ofrecernos a mí y al resto la oportunidad de participar en ese proyecto.
Después de Fama vino QEJAT y quise crecer demasiado deprisa. Fue un año mágico en el que no me podía levantar. Un año más de éxitos, porque lo fueron. Un musical que hizo vibrar a tantas generaciones sentadas en sus butacas. Me hizo disfrutar a mi encima del escenario pero... Una subida demasiado deprisa que me hizo replantearme muchas cosas. Me di cuenta de que quería crecer demasiado rápido y no pude dar todo de mi misma. Puede que hubiera sido porque era muy joven o porque aún era demasiado tímida y vergonzosa como para hacerme valer por mi misma. Pero comprendí que mi momento aún no había llegado, que aún no era el momento de enseñar a los demás.
Después de mi pequeño fracaso, cargué las pilas para dirigirme a una isla pequeña, a Kalokairi. Volví a ser una niña, a disfrutar como tal, a encontrarme a mi misma. Fue un año maravilloso, lleno de luz y color, un año que necesitaba para coger más confianza, hacer nuevos amigos y disfrutar de mis chicas haciendo lo que más nos gusta que es bailar encima de un escenario, donde los sueños se cumplen. Y sino que se lo digan a Sophie que ganó no sólo aún padre sino a tres.
Al acabar Mamma Mia no tenía muy claro que hacer, pensaba que el musical ya no podría ofrecerme nada nuevo, ninguna experiencia diferente. Pero cuán equivocada estaba... Ese verano alguien me dijo que estaba preparada, que había llegado el momento de volver a enseñar, de darme a los demás. Esa persona que confió en mi desde el minuto uno. Y que razón tenias…
Comenzamos nuevo año, nuevo proyecto cargado de nuevas experiencias, de alegría y color. Sin quererlo me trasladé a los años 60 para poder disfrutar de los concursos de baile que nunca ganaba, de las múltiples Sandy, de bailar en cueros y poder seguir juntos un año más. Un año largo, pero que con la llegada de nuevos miembros, que nos ayudaron a seguir adelante y a dar más y más, el camino se me hizo más corto. Gracias, porque aparecisteis en el mejor momento posible. Un año en el que di un paso adelante y fui actriz por un momento superando cualquier miedo que tenía a hablar en público. Sin lugar a duda esa pequeña experiencia me ayudo mucho.
Y llegamos al quinto, al último, a esta gran familia de locos, porque sí lo somos, somos unos locos irremediables. Un musical por el que muchos no apostaban y que equivocados estaban.
Este sin duda ha sido el año más difícil y complicado. El año en el que todo lo hemos visto negro pero que a pesar de todo algún atisbo de luz podíamos encontrar.
Esos sábados de risas por cualquier tontería, las locuras que se nos ocurrían para cualquier baile, las dinámicas para que los bailarines actuarán, porque si chicos al final de tanto esfuerzo lo conseguimos, salieron los personajes, nuestros videos que sólo nosotros sabemos y que mejor que no salgan a la luz, por todo ello doy gracias.
Y es que este año como bien he dicho ha sido muy difícil y uno de los motivos era no volver a pisar el escenario, que difícil me ha resultado, porque bailar es una parte de mi esencia, es parte de mi. Que difícil ha sido verlo desde abajo, no poder correr y subirme a bailar, a dar lo mejor de mi misma. Sin duda ha sido una de las cosas más difíciles. Pero a pesar de ello ver esos rostros cada viernes que siempre llegaban con una sonrisa para mi, para nosotros, ha conseguido que lo sobrellevara un poquito mejor. Y ver sus caras de felicidad en cada función cuando volvían del escenario, cada cosa que les pasaba, cada momento, casa risa que compartían con nosotras haciéndonos partícipes de ello, cada abrazo y palabras de ánimo que se daban me hacían ver que algo estábamos haciendo bien.
Y es que el último día con esa gran sorpresa que nos disteis y que nos hicisteis llorar de emoción comprendí una cosa, una cosa de la que no me había parado a pensar. Y es que ahí estaba la solución a todo.