Si me paro a escuchar, si oigo el ruido que me absorbe, que me atrapa, sólo puedo escuchar pequeñas cosas que cuando no me paro a escuchar no consigo oírlas. El ruido del agua al caer de la fuente, los pájaros cantando, el sonido de las respiraciones de la gente que tengo alrededor, el latido de mi corazón…
Son pequeñas cosas que nunca nos paramos a escuchar. Pero es llegar aquí, vivir tantas experiencias, que nos paramos a escuchar. Somos meros oyentes, oyentes de historias, miedos y sueños. Oyentes que solo pueden escuchar y comprender, que sólo pueden dar un abrazo e intentar hacer sentir mejor los demás, a esas personas que piden ayuda y consejo a gritos, que les socorremos, que ellos solos no son capaces de superarse a sí mismos. ¿Y nosotros? ¿Nosotros qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudar? ¿Cómo podemos hacerles sentir bien? ¿Cómo podemos quitarles esos miedos e inseguridades? ¿Cómo puedo hacer que dejen de sufrir? Son muchas preguntas sin respuesta, muchas preguntas que no paran de rondar por mi cabeza. Y sí no sé cómo responder esas preguntas, sino se ayudarles… ¿Cómo voy a ser un buen referente para ellos? ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo? Si yo tengo muchos miedos e inseguridades. Si yo todavía no puedo contarles nada, si tengo pocas experiencias, si me falta camino por recorrer, si aún hoy en día no consigo superar cosas del pasado, si soy la persona más tímida y vergonzosa del mundo, si aún me cuesta contar mis problemas y abrirme a los demás. Si aún hoy en día solo soy capaz de desahogarme entre estas líneas, entre estas palabras, entre lo que escribo. Porque hoy aún sigo escondiéndome tras una máscara, tras mi escudo, ese que me impide muchas veces mostrarme tal y como soy a los demás, ser yo misma al 100%. Si yo aún soy así ¿cómo puedo ser el referente de los demás? ¿Cómo puedo ayudarles? Sé que esto, lo que hago me ha ayudado mucho a lo largo de mi vida. ¿Pero será suficiente con eso? ¿O necesitaré tener algo más y estar a la altura del resto? Porque soy consciente de que hay gente mucho mejor que yo, lo sé, pero siento que lo poco que hago sirve para alguien, que hay gente que sé que se ha molestado en conocerme, en verme tal cual soy, con todo lo que tengo, con mis virtudes y mis defectos, con mí manera de ser tan reservada pero que tiene muchas cosas que decir y demostrar, por dar a los demás, por enseñar y transmitir, por dar un golpe de realidad, de vida, de amor, justicia y amistad.
Ser o no ser, esa siempre es la cuestión.
Y en cuanto a mí… Ha sido un curso bastante largo, intenso y lleno de emociones. Orgullosa también de mí misma, por conseguir lo que me propuse, por ser fiel a mi vocación, a lo que siento y a lo que soy. ¿Pero ahora? ¿Ahora qué se ha acabado está que puedo hacer? Mi camino ahora mismo lo veo negro y oscuro, todo lleno de inseguridades y miedos. ¿Por qué? Todo acaba y tienes que decidir qué hacer a partir de ahora, qué camino escoger, que decisiones tomar, que cosas hacer ahora. Y estoy aterrada, es el momento de salir a lo desconocido, el momento en el que ya no tienes nada pensado ni programado, el momento que sales de esa burbuja y descubres el mundo real. Ese mundo al que estás destinado, al que te estabas preparando. Solo espero que la decisión que tome, que aquello que decida hacer sea realmente lo que quiero hacer, siempre.
Esas ganas inmensas de llorar, de sufrir, de poder colocarles una burbujita para que nada ni nadie les haga daño alguno. Es muy difícil aguantarse, ser fuerte por ellos, es muy difícil aguantar la compostura, ser capaz de reponerse. Pero a veces no es tan fácil y tu corazón, tu alma, tu ser, hace que algo dentro de ti comience a romperse, poco a poco ese nudo en la garganta cada vez es mucho más grande y contenerse, el no romper a llorar delante es muy difícil, mucho.
Ahora mismo solo tengo ganas de desahogarme, de llorar, de sentir, de liberarme, de intentar dejar atrás todo ese sufrimiento, ese dolor que te causan y que ellos mismos han vivido.
Ojalá tuviera un poder, ojalá tuviera el poder de hacer olvidar, el poder de evitar lo que sienten, ojalá pudiera evitarlo, ojalá… Pero la vida no es así, la vida no es tan fácil ni sencilla, no es de color de rosas, no lo es. Ojalá fuese así pero la vida es muy puñetera y lo único que hace es ponernos barreras, obstáculos que nos impiden alcanzar aquello que nosotros queremos, poniéndonos pruebas llenas de miedos e inseguridades, que nos hacen dudar hasta de nosotros mismos, pero debemos de ser fuertes, fuertes como los robles. Ser capaces de reponernos hasta de cosas casi imposibles para después, poder seguir adelante, construyendo nuestra manera de ser, forjando nuestro ser. Pero antes que nada, antes de todo eso, debemos aprender a querernos y valorarnos, ser capaces de mirarnos al espejo y vernos tal y como somos. Ver nuestro reflejo y pensar que lo que se ve es como soy y por tanto, tenemos que querernos con lo que hay, con lo bueno y con lo malo, porque nadie es perfecto y eso es lo que nos hace ser únicos y especiales.