Sweet Haunting

Acto III. Motivos & verdades

Margot había muerto en una fría mañana de diciembre. Nadie había comprendido las razones que la llevaron a cometer semejante pecado, sus compañeras de clases inventaron miles de chismes, cosas como que su prometido la había engañado, otras decían que sus padres la presionaban mucho y finalmente estaba el más famoso: que estaba embarazada.

Pero nadie sabía la verdad. O más bien, nadie quería aceptarla.

Margot siempre había sido una estudiante modelo, muchas chicas la habían envidiado por su belleza e inteligencia, a pesar de ser considerada perfecta, ella siempre se había sentido vacía. Sus padres eran los dueños de una de las empresas más grandes de su época, así que tenía que ser refinada y educada todo el tiempo.

Su vida había sido planeada desde que nació, ya sabía cómo debía vestirse, comportarse y con quién se casaría, incluso se le dijo cuántos niños debía tener. No tenía control de nada.

Y finalmente, un día la había conocido. Esa chica que le dio vueltas a su universo, era una chica problemática. Los profesores le habían asignado a Sasha como compañera, era la única salvación de aquella muchacha que se negaba a aprender.

Habían pasado los años, pero ella aún no podía olvidar el rostro de esa mujer. A pesar de sus palabras voraces, de su apariencia agresiva y de su actitud evasiva, ella era fiel a sí misma. Al inicio, su relación había sido una guerra, pero al final las rivales habían formado una alianza.

Las estaciones pasaban y Margot comenzaba a sentir emociones extrañas por su compañera de clases. Un día se percató que aquello que experimentaba era amor.

Un amor antinatural según todo lo que le habían enseñado.

Luchó contra sus sentimientos, pero era inevitable, la amaba más de lo que su moral le dictaba que era lo correcto. Guardó su amor en lo más profundo de su corazón y se dejó lastimar por su amor no correspondido.

—Margot, me voy a casar el año que viene —fueron las palabras que destrozaron su alma. Sasha saldría del internado cuando finalizara el mes de diciembre.

—Te deseo toda la felicidad del mundo —habían sido la mentira que Margot le dio como despedida. Sus sentimientos se quedaron atorados en su garganta, silenciándola por siempre.

Una fría mañana subió a la azotea, todo a su alrededor se había vuelto oscuro. Las facciones hermosas que habían sido la envidia de muchas, se habían deteriorado por las lágrimas que expulsó durante toda la noche. Veía como el coche se llevaba a la chica que le había dado color a su mundo y entonces… solo dio un simple paso y terminó cayendo.

No se arrepintió de nada, porque lo último que vio cuando cerró sus ojos fue esa sonrisa celestial de la chica de la cual se enamoró.

Margot se volvió un fantasma y observó como Sasha jamás regresó a aquel internado, se preguntó si la chica descubrió sobre su muerte. Ella entendió inmediatamente el por qué no podía descansar en paz, jamás había sido capaz de hacer y decir lo que ella en verdad deseaba, y tal vez, nunca volvería a ser capaz de hacerlo.

—Me tengo que resignar ¿no? —llegó a aquella conclusión lamentable.

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Ahora que había recuperado su forma original todos sus recuerdos se aclaraban como si hubieran sucedido el día anterior. Observó a Sabrina y recordó a Sasha, un alma indomable, original y valiente.

Sonrió tontamente y las lágrimas siguieron saliendo de sus ojos.

—¿Sucede algo Margot?

—No. No sucede nada, es solo que estoy muy feliz. Me alegra mucho haberte conocido Sabrina.

—A mí también me alegra.

La rubia había comprendido al fin lo que comenzaba a sentir por aquella humana, era ese sentimiento que hace mucho había sentido…

AMOR. Esa era su única verdad.




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