Sweet Haunting

Acto IV. Comienzo

Margot aprovechó los momentos que compartió con Sabrina, ahora que entendía sus sentimientos el mundo le parecía entretenido. Pero su felicidad no sería duradera, eso lo entendía perfectamente. Disfrutaría hasta que tuviera que acabar.

Los días fueron divertidos, comenzó a hacer las cosas que evitaba desde que murió: invadió las habitaciones de las demás chicas del instituto y comenzó a hacerles bromas pesadas, movía cosas y destrozaba sus uniformes para que tuvieran que salir con el uniforme de educación física, lanzaba comida en el comedor y veía junto a Sabrina como se desataba el infierno, incluso decidió lanzarle un borrador de pizarrón a la enemiga de su amiga y saboreó el momento de burla de todas las demás ante la desgracia de aquella bruja.

Siguió probando diferentes platillos y sintió un sufrimiento eterno cuando descubrió que Sabrina amaba la comida picante, su lengua parecía arder en llamas.

—¡PERRA! —le insultó. Finalmente podía decir toda clase de groserías sin remordimientos, era un alivio enorme para su alma.

En el mes de noviembre fue capaz de celebrar el cumpleaños de Sabrina, la pelinegra se compró un pastel de chocolate y pidió su deseo: que esa felicidad nunca acabara.

Entonces cuando diciembre llegó, la chica tenebrosa le pidió un favor a Margot, que fuera su modelo. La rubia accedió con una sonrisa y supo que todo tendría que acabar pronto.

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Ese triste día arribó. Era una gélida mañana de diciembre, cuando Sabrina abrió la puerta de su habitación vio un mensaje escrito en su pared con su labial favorito.

—¡MARGOT BASTARDA! —insultó furiosa, ese rojo pasión era difícil de conseguir. Leyó el mensaje y bufó. La rubia últimamente estaba desatada, hacía lo que se le antojaba y no pedía disculpas como al inicio del año —Esta perra salió más lista que un zorro, quien diría que terminaría siendo peor que yo —rió dirigiéndose a la azotea, la chica fantasma quería reunirse con ella en ese lugar donde se conocieron.

Abrió la puerta y observó a la sonriente fantasma flotando descuidadamente, su vestido blanco se agitaba con el viento y aunque no poseía pies, su figura se mostraba grácil. Aquellos ojos verdes parecían dos prados que esperaban por florecer.

—Si estuvieras viva, te hubiera dado la paliza de tu vida ¿por qué demonios usaste mi labial?

—Porque quise —se encogió de hombros y mostró una expresión burlona.

—¡Te has vuelto una maldita descarada! Bastarda…

—Jajaja, no me importa~—canturreó mientras se acercaba y revoloteaba alrededor de Sabrina como una pequeña ave.

—Bueno, ¿qué es lo que quieres? —se quejó hoscamente. Sentía una mala vibra por parte de Margot, algo como una felicidad falsa.

—Es momento de que me vaya Sabrina.

Las palabras le cayeron como un balde de agua helada, ¿qué demonios estaba diciendo esta idiota?

—¿Qué dices?

—Lo que escuchaste Sabrina, ya entendí por qué no podía irme al más allá. Es momento de que descanse en paz, yo no pertenezco a este lugar. No importa lo mucho que nos empeñemos en estar juntas, un día tendrás que irte y yo, si no me voy me convertiré en un ser de pura maldad.

—¡Hey, no importa si eres un ente oscuro! ¡Siempre deseé tener un demonio como amiga! ¡Déjate de tonterías!

La suave risa de Margot aligeró el ambiente tenso.

—Ojalá fuera tan sencillo. No hagamos las cosas más difíciles Sabrina, ya es doloroso.

—Eres cruel Margot… —las lágrimas inundaron los ojos cafés de la chica tenebrosa y una expresión melancólica se apoderó de ese rostro sínico —¿Dime cómo continuaré riendo sin ti?

—Vive Sabrina —una sonrisa llena de nostalgia fue su respuesta —Vive por las dos, gracias a ti pude volver a sentir muchas cosas y me di cuenta de cuales fueron mis arrepentimientos cuando vivía. Esta vez, no cometeré el mismo error.

—¡Deja de hablarme en griego, no te entiendo ni una puta cosa!

—Te amo.

—¿Eh?

—Te amo Sabrina. Durante todo este tiempo volví a sentir lo que es enamorarme, yo nunca pude sentir amor por los hombres, jamás me provocaron ningún sentimiento y me culpe a mí misma, pero ahora me doy cuenta que nunca hubo ningún problema conmigo. Estoy bien de la forma en la que soy.

—Margot, tú…

—Cuando vivía existía una chica que era mi mundo, jamás pude decirle como me sentí y cuando la perdí, no quise seguir viviendo sin ella. La muerte no me liberó de su encantamiento. Pero ahora, pude enamorarme de nuevo gracias a ti. Es una lástima que lo nuestro jamás pueda formar algo.

—¡MARGOT YO TAMBIÉN TE AMO! ¡POR FAVOR NO ME DIGAS ESO! ¡NO TE VAYAS! —las palabras desgarraron la garganta de la humana mientras corría a sujetar al espectro y sus manos envolvían a la nada.

No sentía calor. No podía tocarla.

Era doloroso.

—Es una lástima que no podamos estar juntas, pero no me arrepiento de enamorarme de ti. Es lo mejor que me pudo pasar.




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