Sweet Pain

Capítulos 2 "El ciclo del carbono"

De repente me empujaron hasta dentro de una celda, caí de frente con mis manos juntas amortiguando la caída.

—Lo más seguro es que te ejecuten —Dijo el soldado mientras cerraba la puerta y le ponía candado— Así que disfruta tu última comida.

Cuanta amabilidad.

Logré arrimar mi espalda a una pared, me senté y pude descansar un poco. Logre procesar el hecho que estaba en prisión.

Luego mi mayor objetivo era asimilar o al menos lograr entender que pasó. Conocí al chico ideal y por salvarme perdió su vida... Creo que es lo único que debo entender.

Es lo que me va a hacer miserable de ahora en adelante, cargaré con la culpa y responsabilidad de haber cegado esa vida. Aceptaré todo lo que esté por venir.

Me lamenté a partir de ese momento, supe que el dolor estaba hecho para mí. Nunca conocí a mi padre, mamá se fue y Sven, la única persona que me puede ayudar, está lejos y no tiene ni la más mínima idea de que está pasando en Quito, pero como él suele decir "No temo al dolor porque nació a mi lado". Debo levantar la cabeza y seguir.

Me fijé en mi celda. 
Lo único cómodo que había eran unos cúmulos de paja sobre los que me acosté y pude hacer más llevadera mi estadía en prisión ¿La comida? Creo que con eso alimentan a los cerdos, al menos el agua es consumible. Se me hace difícil comer con las manos atadas, pregunté por si a caso puedan desatarme pero "Eres una asesina, lo mejor es tenerte controlada".

Me queda claro, eres una mierda de persona cuando la única versión que conocen de ti es la que ellos mismos imaginan.

Al menos logré conciliar el sueño luego de buscar una postura cómoda, al final me decidí por dormir boca arriba.

Tuve suerte, a la mayoría de las mujeres las fusilan o las ahorcan sin juicio, supongo que mi caso es especial. Además de que estoy sola en la celda.

El tiempo pasó, escuché al gallo cantar ¿Ya pasó un día? 
Abrí los ojos y vi al guardia dar caminatas por fuera de mi celda, me estiré y me fijé en un detalle interesante había una rosa y un papel en mis pies.

La rosa era roja, recién cortada y con algunas espinas, era hermosa. 
Tomé el papel y tenía el número 4 que cubría todo, dentro de la hoja:

"Eres parte de una obra que debió acabar la noche anterior, lamento los inconvenientes, que poca consideración la mía, permíteme solucionar esto.

—Ezio 
"

¿Viene a salvarme o a terminar su obra? Tengo miedo de las dos opciones.

—Guardia —Dije mientras me apoyaba en las rejas— Encontré una rosa y una nota en mi celda.

—Creí que te habían requisado bien —Miró dentro de la celda— Pero conserva esos objetos, supongo será lo último que tengas contigo.

—¿Disculpa?

No dijo nada más por más que le hablaba.

Pasaron un par de horas, la tensión terminó. Al fin me sacaron de mi celda aunque aún tenía amarradas las manos, pude respirar aire fresco cuando salí al exterior y mi suerte vuelve a aparecer, me colocaron una bolsa en la cabeza y de nuevo me privaron de la vista.

Me subieron a un carruaje en el cual estuve algunos minutos. Luego me bajaron, me hicieron caminar unos momentos y me apoyaron bruscamente de espaldas contra una pared. Me quitaron la bolsa de la cabeza y frente a mí estaba un cura lanzándome agua bendita mientras rogaba por mi alma, detrás suyo había una multitud de gente enmudecida, supuse algo:

—Padre —Dije girando el rostro para que no me caiga agua en los ojos— Me acusan de asesinato, no de ser poseída por el diablo.

Terminó su labor y se quitó de enfrente. Tras el habían varios soldados preparando sus armas, me iban a fusilar.

—Señorita —Se acercó un militar algo viejo pero muy bien uniformado— Usted ha sido condenada a fusilamiento bajo el nombre del su majestad el Rey, usted es acusada de asesinato por lo que procederemos a cumplir lo que la ley de su majestad sugiere, soldado, vuelva a ponerle la bolsa en la cabeza.

—Espera —Me moví un poco para que no me pongan la bolsa— A mí me matan mirándome a los ojos.

Los soldados terminaron de cargar sus mosquetes, los tomaron y miraron su objetivo, yo.

—Apunten —Dijo el militar de mayor rango— No fallen, ya mismo es hora de ir a almorzar.

Abrí bien los ojos y miré el rostro de cada uno de los soldados, todos con la mirada fría y una expresión seria, decidimos a dispararme.

Alguien se apoyó en mi hombro.

—¿Quién es ese imbécil? —Dijo un soldado— Que se quite o le disparamos también.

—No tienen derecho a dispararnos a ninguno de los dos —Dijo el sujeto misterioso— Disculpe Capitán ¿Me podría mostrar la orden firmada por juez para esta ejecución?

—¿Quién te crees? —Respondió.

Caminó hacia adelante, llevaba una capucha que cubría la mayor parte de su cabeza y rostro, unos guantes que no cubrían sus dedos, me resultó muy familiar, esa manera de caminar y su manera de mover las manos mientras habla, es Sven.

—Soy alguien que sabe de leyes —Sven miró de frente al capitán— ¿Tiene una orden de ejecución firmada por un juez o lo hace porque le sobra la munición y la pólvora?

—No tienes derecho a retar a la autoridad.

—Y tú no tienes derecho a retar a nuestro Rey desobedeciendo sus leyes. Viniendo de un militar es grave ¿Sería traición a caso?

Ambos se miraron fijamente, el concurso de miradas lo ganó Sven.
Dieron paso a la siguiente ejecución y se olvidaron de mí, Sven fue a hablar escondido tras el carruaje que me trajo hasta aquí, en unos segundos le dio una bolsa que supongo era un soborno y con una sonrisa el militar estrechó manos.

El capitán desató mis manos y me dijo que no quería verme en más problemas y que me mantuviera en casa. Nadie había levantado cargos en mi contra y no había pruebas para culparme, me iban a usar para fusilarme y causar temor en la población para que no se revelen. Era libre, pero tuvieron que venir a salvarme.
Pusieron a otra persona en mi lugar e hicieron el mismo proceso.



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En el texto hay: historia, romance odio, misterio asesinato drama

Editado: 04.08.2021

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