Sweet Pain

Capítulo 3 "El violinista del Titanic"

Planeé mil y un formas de cumplir mi cometido, volví al inicio cuando no sabía qué hacer.

Me sentí inútil y agobiaba.

Decidí dar una caminata a ver si en ese momento de relajación una idea aparecía. La única que apareció fue Amparo. Me miró despacio, me echó ojo de arriba a abajo y con la cara sorprendida extendió sus manos, tocó mis mejillas, mi cabello y mis hombros.

—Luxanna —Sonrió— Estás viva.

—No molestes —Respiré profundo— Tengo un problema y quiero pensar en cómo solucionarlo.

—Pídele ayuda a Sven, el sabrá que hacer.

—No está en la ciudad —Entristecí— Amparo, parece que todos se pusieron de acuerdo en irse cuando el problema más grande de mi vida apareció, primero Manuelita, luego Sven ¿Por si a caso no vas a salir de la ciudad tú también?

—No que yo sepa, pero vos eres fuerte, inteligente, siempre has podido con todo ¿Cuál es tu problema?

—Quiero cazar a Ezio.

—¿De qué color quieres las rosas en tu tumba?

—Turquesa —Me desesperé un poco— Amparo, no me estás ayudando.

—Es en serio lo de las rosas —Sacó una rosa roja de una canasta que llevaba en su brazo, me la entregó— Sabes que tengo buen ojo para los arreglos.

Miré la rosa, hermosa y muy colorida. Su aroma me encantó y me distrajo unos segundos, un momento... Es igual a la que dejaron en mis pies cuando estuve en la cárcel.

—Amparo Alberta del Rocío —Dije soltando la rosa al suelo y poniendo mis manos en sus hombros— ¿De dónde sacaste esa rosa?

—Sabes que no me gusta mi segundo nombre. Las acabó de cortar del campo junto al río, a unos 5 minutos de los campos de papas. En esta temporada salen las rosas más bonitas.

—Gracias —Le di un abrazo muy sentido y la solté al instante— Ahora, necesito ayuda para mi plan.

—¿Pensaste en Toribio? Tiene un fusil y sabe usarlo.

Recordé que aún tengo amigos en Quito, solo que di tantas vueltas en mi cabeza a mi plan que no los tomé en cuenta.

Amparo me acompañó, no era muy lejos.

Toribio es un joven algo extraño, muy observador por cierto, ayuda a su padre en su imprenta y en sus ratos libres entrena ya que su sueño es ser soldado y servirle a la corona. A pesar de que es algo así como un amigo debemos cuidar nuestras palabras ya que su lealtad está con España.

Llegamos a la imprenta, entramos, el padre de Toribio tras el mostrador leía la plantilla del diario que se iba a imprimir. Levantó la cabeza y me miró.

—Información de primera mano —Dijo el señor— Detengan la producción.

Todos dentro del local pararon su labor y levantaron la vista hacia mí.

—Eres el titular de mi diario. Quiero los hechos en exclusiva, te pagaré.

—¿Qué? —Pregunté.

El señor me mostró la plantilla del periódico que iba a producirse y en la portada estaba "Rubia suertuda se salva de ser fusilada".

—Ey —Dije— Tengo nombre, y no, no quiero salir en el diario.

—Olvídenlo —Dijo el señor— Sigan en lo suyo.

Toribio salía de un cuarto y al notar nuestra presencia se detuvo a conversar.

—Luxanna, Alberta —Dijo con una expresión seria— ¿Qué sucede? Díganlo rápido, no tengo tiempo.

—Que no me digan Alberta —Exclamó Alberta, digo Amparo— No me gusta.

—¿Ocupado? —Pregunté— ¿Qué tienes qué hacer?

—Ignorarlas, habla rápido —Dijo quitando la vista de nosotros y mirando sus uñas teniendo la palma estirada.

—Aguanta —Dije— Toribio, estoy juntando personas para una misión.

—Veo solo a dos chicas —Miró detrás nuestro— ¿Dónde está Sven?

—No está en Quito.

—Entonces no voy —Sopló levemente sobre sus uñas y nos miró.

—O sea que si él no está no te mueves.

—Exacto —Respondió Toribio.

—O sea que si Sven te dice que te lances al río lo haces.

—De hecho una vez me dijo que lo hiciera y lo hice.

—Idiota —Dije molesta.

—Espera Lux, yo si quiero saber —Interrumpió Amparo— ¿Y qué pasó cuando te lanzaste al río?

—Atrapé un par de peces. Comí el pescado más rico que he probado en mi vida.

—Vámonos —Dije.

Salimos de la imprenta con un fracaso rotundo, Amparo normal y yo molesta. 
Pensé en que en realidad soy una inútil y debería irme de Quito para no correr peligro. Nada me sale como quiero y ya estoy cansada.
Busqué la banca más cercana y me senté, apoyé los codos en mis piernas y tapé mi rostro con mis manos. Amparo se sentó a mi lado.

Estuve un buen rato así, era como si cerrando los ojos todo el mundo dejara de existir, lastima que no puedo callar al mundo también.

—Lux —Dijo Amparo interrumpiendo mi miseria— Acabo de recordar a Domingo.

—¿Será? —Bajé un poco las manos para poder mirar a Amparo— Yo ya estoy cansada, todo me sale mal.

—Si Domingo no nos ayuda lo haremos juntas —Colocó su mano en mi cabello— Tranquila, no te dejaré sola.

Quité por completo las manos de mi rostro, vi a aquella mujer que aunque distraída sabe concentrar sus palabras para hacer que no me rinda. Una sonrisa irónica por parte mía hizo que guarde mi frustración y piense en Domingo, de seguro él nos puede ayudar. 

Nos encaminamos.

¿Recuerdan cuando dije que no todos en Quito eran una bola de misóginos? Domingo es todo lo contrario, se casó con Aniki por amor y no por arreglo por parte de los padres de la chica. Juntos tienen una panadería en el centro aunque en el fondo ambos tienen planes de revelarse contra la corona y liberar a Quito. Son de nuestra entera confianza y viceversa.

Llegamos a la panadería, Amparo comió un pan mientras nuestros amigos terminaban de atender a los últimos clientes, por la posición del sol la afluencia de clientela no era mucho, llegamos en el momento justo.

Cuando se marcharon las ultimas personas nos acercamos al mostrador.

—¿Lo mismo de siempre? —Preguntó Domingo.

—No —Respondí— Quiero justicia.

De inmediato cerraron las puertas a pesar de que faltaba una hora para cerrar el negocio, nos ofrecieron asiento y una vez los 4 cómodos comenzamos a hablar de mi plan.
Les conté desde que conocí a Altair hasta que me salvé de ser fusilada.



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En el texto hay: historia, romance odio, misterio asesinato drama

Editado: 04.08.2021

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