Sweet Pain

Capítulo 6 "El artista"

Bolívar y yo nos llevamos bien, aunque Santander me odia, dice que soy un alborotador con delirios de héroe que solo busca ganarse la confianza del General Bolívar para tener privilegios, yo solo quiero ganar esta batalla para luego ir a liberar Quito y volver a ver a Lux, cuanto la extraño... Espero que esté bien. Los días aquí han sido duros, no he dormido en una cama creo que en más de un mes, tengo las piernas fuertes ya que solo paso caminando de aquí para acá, peleando batallas y demás. Pero hoy es diferente, hoy es una noche especial.

Camino por el campamento improvisado, algunos patriotas dormían con sus armas en sus manos, listos siempre para la acción mientras otros preferían juntarse alrededor de pequeñas fogatas y conversar, contarse sus sueños cuando seamos libres.

Me detengo a conversar con Rondón, tiene un escuadrón de jinetes que tienen mi total admiración, fueron claves para ganar la pelea en El Pantano de Vargas. He aprendido mucho en esta campaña, no sabía que los caballos dormían de pie y no más de 4 horas. Rondón los cuida mucho, y me alegra, los animales no tienen la culpa de los conflictos del hombre.

Paso de conversar con mi colega y camino hacia la tienda de Bolívar. Un par de guardias me miran como diciendo "¿Tú de nuevo?" Pues no estoy catalogado como patriota ya que la única batalla que me interesa ganar es la de Quito, pero para que eso suceda debo ayudar en todas. Los guardias me anuncian y el general permite mi paso. No es muy grande la tienda de Bolívar, apenas se puede caminar un poco, hay una mesa en el medio en la que hay mapas y lápices para trazar estrategias.

-Sven -Dice Bolívar levantando la mirada hacia mí- ¿Listo para mañana?

-Como nunca -Me acerco al mapa y miro un poco- ¿Y Santander?

-¿Usted no ha terminado de resolver sus diferencias con el general Santander? Un ejército fuerte tiene que ser fuerte desde sus bases, aunque no logro entender porque se odian.

-Yo no lo odio, él cree que quiero privilegios, pero lo único que quiero es liberar todas las tierras de los españoles. Como le dije, tengo a alguien muy especial en Quito.

-Aferrado al sueño de unas tierras libres, usted es un patriota en todo su esplendor, pero ¿A qué debo su visita?

-Ya vamos a tomar por sorpresa a los españoles -Señalo la mesa- Pero pienso que podemos mejorar la estrategia, usted hizo un gran trabajo con su estrategia dividiendo al ejército en dos, pero creo que si atacamos en la hora del almuerzo podemos ser más efectivos. Y si los lanceros tuvieran más protagonismo podríamos tener una victoria aplastante.

-Sven, su idea no suena tan loca, algo tan simple puede ser clave, correré la voz, atacamos a las 2 de la tarde cuando Barreiro y sus hombres estén en pleno almuerzo. Y una cosa más, no quiero que mañana vaya al frente de la batalla, quiero que se quede conmigo ayudando a mirar algo que quizás se me pase por alto.

-General, con todo respeto: Algo tan simple puede ser clave, déjeme ir al frente a pelear, estaré en primera línea.

Bolívar sonríe y afirma mi petición moviendo la cabeza.

Salgo de la tienda y camino directo hacia mi mini hogar, un lugar algo alejado donde encontré un árbol grueso que me cubre del frío cuando me acuesto en el suelo, de almohada mi mochila y de cobija mi abrigo, recojo las piernas y estoy listo para dormir.

Tengo el sueño pesado y si no duermo bien me pongo de malas. Creo que todos saben eso.

7 de Agosto de 1819
 


 

12:41 PM
 


Abro los ojos, miro el cielo, ya es muy de día, por la posición del sol diría que es cerca de la una. Me levanto y recojo mis cosas. Camino hacia el campamento donde un par de patriotas que cuidaban el asentamiento me dicen que ya todos se fueron a la batalla.

Me quedé dormido, otra vez. 
Al menos ayuné.

Como un poco de fruta que vendría siendo el almuerzo, me aseo y alisto para combatir.

Me pongo mi ropa de entrenamiento, alisto mis armas y mi escudo de acero, pesado pero efectivo.

Camino tranquilamente hasta donde estaban reunidos todos, todos los patriotas nerviosos y escondidos. Falta poco para que el vigilante de la señal y ataquemos.

Todos me miran como si hubiese hecho algo. Camino hasta el frente donde pocos se atreven a iniciar la batalla. Comienzo a hacer estiramientos para no acalambrarme mientras un patriota me dice lo que todos querían, pero no se atrevieron.

-¿Durmió bien la princesa?

Todos rieron al unísono.

-Sí, gracias por preguntar ¿Tú viviste bien?

-Quizás no -Respondió- ¿Te sientes especial para llevar un escudo?

No respondo, me centro en que la señal está cerca. 
Me pongo de pie, recojo mi escudo y saco mi espada.

La señal se da, una bandera tricolor levantada lo certifica. Todos corremos hacia las tiendas de los españoles. Voy entre los primeros por lo que logró verlos sentados con cucharas en vez de fusiles.

Al percatarse de nuestra presencia retroceden a tomar un par de fusiles. 
Nuestros gritos llenos de valor los ponen nerviosos. Algunos realistas alcanzan a tomar sus armas y a apuntar directamente hacia nosotros.

Sus mosquetes suenan iniciando la batalla, junto a mi lado el patriota que me llamó princesa, me coloco frente a él y levanto el escudo bloqueando todos los disparos que hubiesen ido hacia él. Le guiñó el ojo y continuo corriendo.

El primer realista se abalanza hacia mí, mi escudo recibe el impacto y con el mismo lo empujo al suelo mientras otro patriota le clava su hacha en todo el pecho.

Levanto la mirada y cerca de 20 realistas formados en fila con sus fusiles, uno de ellos que supongo era el de más rango ordenando abrir fuego. De nuevo me arrodillo y me cubro con el escudo, esta vez no pude cubrir a nadie por lo que veo como caen al suelo mis compañeros de batalla.

Luego de acabar con la vida de varios patriotas los españoles retroceden cobardemente, todos en dirección al puente de madera, lo iban a bloquear, es un punto estratégico.



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En el texto hay: historia, romance odio, misterio asesinato drama

Editado: 04.08.2021

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