Sven está frente a mí, estamos en una especie de ciudad futurista, hay construcciones muy altas y... ¿Carrozas sin caballos? La gente va dentro de esas carrozas con 4 ruedas, no hay antorchas en las paredes para alumbrar, hay una especie de tubos de acero que en su punta desprender luz. Dejó de observar el ambiente para ver a Sven.
Me da un abrazo mientras de sus ojos brotan lágrimas.
Me acaricia el cabello como si fuese la última vez. Entonces termina el abrazo y al mirarnos a los ojos intenta decir algo, pero sus palabras no salen y solo se quedan en movimientos torpes de sus labios. Nunca lo había visto así.
—Sven —Digo— No me digas que te moriste —Entristecí— Y yo también me morí y nos encontramos en el más allá.
—Lux —Responde Sven torpemente— Yo... Hay algo que nunca tuve el valor de decirte y tú ya lo sabes, solo que es muy complejo de entender.
—Dime, si ambos morimos no importa. Ninguno de los dos cumplió su promesa al final.
—El tiempo es un concepto complejo ¿Sabes? —Dice Sven cambiando bruscamente de torpe a serio— La mayoría dice que le dejemos las cosas al tiempo, pero el mayor cobarde es el que solo pasa huyendo, y el tiempo solo para corriendo.
—¿Estoy soñando verdad?
Sven levanta sus manos y señala sus ojos mientras sonríe.
—Nuestras almas siempre estuvieron conectadas. Date cuenta que yo...
Despierto del sueño tan raro que acabo de tener. Siento que algo se mueve sobre mi abdomen. Levanto la vista y veo un gato durmiendo sobre mí. Yo no tengo gato.
Lo acaricio un poco e intento sentarme, el gato se va. Miro al suelo y me percato que no es mi casa ¿Pasó todo lo qué recuerdo? Levanto mi camisa y veo la herida de la puñalada curada, aún dolía un poco.
¡Estoy viva! ¡Sobreviví! Mi sonrisa se dibuja al constatar que también bajé de peso.
Miro alrededor, estaba en un cuarto muy elegante, espacioso y con pinturas que nunca había visto.
La puerta se abre, espero ver a alguno de mis amigos, pero en vez de eso entra Ezio con un frasco de vidrio en sus manos.
Se acerca hacia mí, se arrodilla y levanta mi camisa, revisa mi herida unos segundos y del frasco de vidrio saca una sustancia verde que me unta en la cicatriz con delicadeza, es una mezcla rara que olía fuerte a hierbas.
—Mis ayudantes avisaron que despertaste —Dice Ezio mientras de su bolsillo saca un bocadillo y se lo da al gato— Excelente trabajo —Acaricia al gato un momento.
No sabía cómo actuar ¿Qué hago? La última vez lo vi descuartizó sin piedad a un hombre y ahora lo veo acariciando un gato mientras lo alimenta ¿Qué está pasando?
—Ezio —Intento asimilar lo que sucede— No sé qué decirte —Respiro profundo al ver que portaba su espada — Aún te tengo miedo.
—Lux —Responde— Témele a las personas que están cuerdas, en cualquier momento pueden caer en la locura.
—No te entiendo —Digo decidida a enfrentarlo— Matas personas, las haces sufrir torturas inimaginables, pero acaricias con todo el amor del mundo a un gato.
—El humano hace daño a otros estando conscientes de lo que hacen, la humanidad está contaminada con la maldad, en cambio los animales hacen daño cuando se sienten amenazados y se defienden, ellos te tratan como los trates cosa que los humanos no han aprendido.
—¿Entonces estás consciente de qué haces daño a otros?
—Ellos sufren dolorosamente y yo siento dulce placer mientras los convierto en arte, algo que yo llamo Sweet Pain o Dolor Dulce, es mi filosofía.
—Dolor dulce o Sweet Pain... Sentirse completo cuando haces daño... Eso es... —Digo mientras pienso— No quiero decir que tienes razón porque es incorrecto.
—Si su vida no tuvo sentido yo hago que su muerte si lo tenga.
—¿Entonces no me harás daño? —Pregunto.
—No lo haré hasta que sea el momento —Ezio camina hasta la puerta— Debes tener hambre, la cena está servida.
Sale del cuarto y entiendo algo, para estar loco Ezio tiene muy en claro quién es, sus ideales aparte de que es muy inteligente.
Nunca había visto una combinación de hierbas como la que me acaba de untar, me salvó de una herida de muerte, espera ¿Un asesino acaba de salvar mi vida?
¿Debo apreciarlo u odiarlo? No lo entiendo.
Mi corazón está en paz, pero mi mente hecha un caos total.
Veo mi ropa limpia y ordenada en una mesa al otro lado del cuarto, lo raro que no es con la que me hirieron, es una que tenía guardada en mi armario ¿Debería preocuparme? Me quito el camisón largo de enferma y me visto, no me gusta usar los vestidos con cien capas que usan las mujeres aquí, prefiero mis botas, pantalón, camisa y abrigo, aunque supongo es la costumbre.
Abro la puerta y veo unas escaleras cortas, las bajo con confianza y veo algunos gatos durmiendo plácidamente sobre algunos escalones. Parecía ser la sala, muy bien decorada, había esculturas, cuadros y varios papiros colgados, todos eran hermosos. Una mesa de bambú en el centro, sillas talladas a mano. Estaba muy ordenado y limpio, hasta los gatos estaban bien cuidados y algo gorditos.
Camino hasta el cuarto donde se oían ruidos. Abro la puerta con confianza y veo a Ezio servir la cena sobre una mesa como para 6 personas, un mantel blanco con bordados de oro la cubría, en el centro un candelabro de plata y velas alumbrando el cuarto.
Ezio me mira, no se quitó la máscara ni el atuendo. Termina de poner los platos en la mesa y se sienta en el otro extremo, yo me acerco, halo una silla y me siento.
Espero cualquier cosa repugnante para comer, pienso desde ya en aguantar la respiración para evitar el sabor. Miro el plato y en él hay un gran trozo de carne asada con algunas hierbas encima lo que significa que tiene especias, algo poco usual por aquí, se ve apetitoso y tengo mucha hambre, junto al plato los cubiertos.
No quiero lanzarme a la carne como lobo hambriento aunque en el fondo lo deseo puesto que siento ardor en el estomago, como si no hubiese comido en años, tomo los cubiertos y con delicadeza y modales corto un pedazo, lo pruebo y era la mejor carne que he comido en mi vida.