Sweet Pain

Capítulo 11 "Ni te imaginas"


—¿Y el general Bolívar sabe que sacaste 30 soldados del cuartel sin su permiso? —Me pregunta mi soldado de confianza— Por cierto ¿Qué buscamos?

—Mi estimado Chang —Digo— ¿Crees que alguien le diga algo al general Bolívar? —Levanto la cabeza y todos dicen que no— Venimos a buscar oro.

—Sven —Dice— Ya te dije que me llamo Carlos Francisco ¿Porqué me dices Chang?

—Por que eres asiático, por cierto ¿Porqué estás en esta parte del mundo?

—Mis padres quisieron conocer la Nueva España y la mano de obra barata los convenció a quedarse, nací aquí.

—Bienvenido a la tierra de nadie, Chang.

Caminamos ya un par de horas fuera de Santa Fe de Bogotá, debo demorar poco antes de que Bolívar se de cuenta de que saqué parte del ejército para mis intereses personales.

Conocí a Chang de casualidad, sus padres lo obligaron a entrar al ejército español y cuando fueron derrotados en la batalla de Boyacá no lo ejecutaron ya que muy astutamente se quitó el uniforme realista y fingió ser patriota ¿Quién desconfiaría de un asiático que habla español? Se unió al ejército patriota y lo convertí en mi mano derecha por una razón, tuvo la inteligencia necesaria para sobrevivir, piensa por sí mismo. Solo yo sé su secreto.

Ya casi llegamos a nuestro destino, me doy cuenta de dónde está el tesoro ya que tengo una placa de metal que brilla cuando está cerca.

—Sígueme contando tu historia Sven —Dice Chang— Nos quedamos en que le ibas a pedir matrimonio a tu mujer.

—Ex —Recalco— Cierto, pues yo ya estaba a punto de pedirle matrimonio. Pero el día que iba a hacerlo justo antes de atreverme me apuñaló, se llevó a nuestra hija, todo mi dinero y me abandonó a mi suerte.

—No entiendo, tienes 22 años, ya tuviste hijos, mujer y ahora comandas los soldados del general Bolívar ¿Cómo lo haces?

—No lo sé, me encanta improvisar.

—¿Aún quieres a esa mujer?

—La amo con toda la intensidad del primer día.

—¿Qué hay de Luxanna? —Pregunta Chang— Me dijiste que haces todo esto por ella.

—Ella es especial —Respondo— Pero es caso aparte, por ella mato y muero. Ella es...

—¿Es?

Saco la placa de metal de mi mochila, pongo los dedos en los bordes con símbolos tallados de todas las religiones que existieron, existen y existirán, el centro brilla mucho al estar cerca una pieza que falta para complementarla, hemos llegado. 
Ordeno que saquen las palas y comiencen a buscar oro. Todo lo deben amontonar hasta que aparezca lo que me interesa.

Las palas agujerean la tierra, observó detenidamente.
Un soldado golpea algo metálico con su pala, me acerco emocionado, hago que se quiten todos y comienzo a escarbar con las manos esperando que sea lo que busco, sonrío a la par de hacer a un lado la tierra.

Encuentro oro, brillante y hermoso oro.

—Creo que es —Digo mientras algunos soldados ayudan a limpiar la tierra, cargo con mis brazos un trozo de oro del tamaño de un gato— Que porquería, solo es un lingote re pesado —Lo suelto decepcionado— Colóquenlo junto con los otros que encuentren.

Me alejo de la zona y dejo que sigan cavando.

—¿Qué buscas en específico? —Pregunta Chang— Por lo que veo no eres ambicioso.

—Busco un pedacito de oro con forma de pájaro, pequeño, un poco más grande que un botón.

—¿Y cómo sabes que está aquí?

—Porque ya he recolectado casi todas, solo me falta esta y la otra que está en Quito, se supone que está con el tesoro de Atahualpa.

—He oído poco de ese tesoro, nadie lo ha encontrado ¿Conoces a alguien que sepa dónde está?

—Sí, pero no te diré quién soy.

—Entiendo —Exclama Chang— ¿Cuál es la historia de ese tesoro?

—Cuando Pizarro descubrió La Nueva España e hizo la masacre de los pueblos originarios capturó al general Inca Atahualpa, este general a cambio de su libertad le ofreció a Pizarro un cuarto lleno de oro. Los incas viajaban de tierras lejanas y entregaban sus tesoros a los españoles, pasó mucho tiempo y Pizarro por miedo a que los incas se revelen decidió matar a Atahualpa, el hermano de guerra del inca ejecutado, Rumiñahui, tenía una gran cantidad de oro incluyendo la parte que me interesa, pero decidió esconderlo. Contó que lo escondió en Llanganate en un lago para despistar, pero yo sé dónde está.

—¿Y cómo lo sabes?

—Porque el día que perdí al amor de mi vida estábamos por encontrar esa parte. No la tomó ya que me dejó la placa de metal correspondiente.

—¿Y para qué sirven las placas y para que las reúnes con sus piezas?

—Las placas reaccionan con dos cosas juntas, las partes que le faltan y energía pura, cuando estas dos se juntan... Creo que lo hallaron.

Camino hacia una parte del terreno, un soldado limpia la tierra y veo varios trocitos de oro pequeños. Me pongo de cuclillas, tomo los pequeños fragmentos, los limpio cuidadosamente con agua, hay varios y sin forma alguna hasta en un golpe de suerte aparece uno con símbolo de ave. Lo guardo en mi bolsa, me levanto y todos me miran curiosos.

—Oh —Digo— Si no le dicen al general Bolívar que los saque a buscar oro pueden quedarse con todo lo que encontraron y encuentren en los siguientes 20 minutos.

Doy media vuelta y camino para sentarme bajo la sombra y ver como los soldados cavan a toda prisa. 
Converso con Chang para pasar el tiempo.

—Entonces dejó de llamarse como le pusieron sus padres y se hizo llamar Ezio, se volvió un asesino despiadado que hace arte con la muerte, anda suelto según me enteré la última vez que estuve en Quito —Digo— Crucificó un ex monaguillo y lo puso en la iglesia, ese muchacho me llena de orgullo, ni yo me hubiera atrevido a tanto y eso que ambos padecemos psicopatía.

—¿Qué es eso de la psicopatía? —Pregunta Chang.

—Pues es una condición en la mente, no puedo sentir nada que no sea dolor o placer, no siento amor, tristeza, felicidad, odio, no tengo sentimientos.

—Pero hace un rato me dijiste que aún amabas a aquella mujer que te dejó.



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En el texto hay: historia, romance odio, misterio asesinato drama

Editado: 04.08.2021

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