Sweet Revenge

Capitulo 3

El amor-fantasía es, a veces, mejor que el amor-realidad.

Andy Warhol.

~ ❤ ~

En tan solo un segundo todo su mundo se vino abajo.

¿Así de frágil es el corazón?

Cupid se dirigía hacía los sillones al fondo del salón con la rosa en las manos.
Cada vez era más roja.
Cada vez era más hermosa.
Cada vez era más intensa. Pero, al pasar por la pista de baile vio de reojo el brillo de la corona dorada que él siempre llevaba puesta, y cuando ella giro para encontrarse con el, el también lo hizo, con su chica enredada en sus brazos y unidos por un beso.

Sus ojos se llenaron de lágrimas que no sabía que tenía ¿había alguna vez llorado? O más importante ¿Puede alguien poner tiritas en el corazón?.

Quiso dar un paso hacia atrás, que su corazón negara lo que sus ojos miraron y que su mente guardará ese recuerdo junto a las pesadillas que no han de ser recordadas. Pero sus tacones se enredaron en algo en el piso, tropezó, eh inmediatamente las luces se encendieron y la música se detuvo.

Y así en un segundo, tenía encima la mirada curiosa de todos los estudiantes de EAH, cubrió su rostro con su cabello, arruinando por completo su impecable peinado.

La rosa, que seguía aún en su mano se comenzaba a poner de un color muy oscuro. Negro. Odió.

Trato de romperla. Ella no odiaba a nadie, No podía hacerlo. Pero sus movimientos eran muy torpes en ese momento así que simplemente la arrojó lo más lejos que pudo y salió corriendo.

~ ❤ ~

Para su suerte los pasillos del instituto estaban vacíos, y pronto estaría de vuelta en la soledad de su habitación, al menos hasta que llegará Blondie.

¿Podría dejarla fuera?

O quizás no estaba tan sola como creía. La puerta de una de las habitaciones se abrió, y vio a Duchess Swann con su vestido de fiesta.

Por lo general, Duchess siempre era de las primeras en estar presente en cualquier fiesta, y aunque no le importaba cual fuese la razón que la pequeña cisne-bailarina tuviera para haberse quedado en su habitación, internamente se alegraba de que así fuera, pues su mirada, solía ser la más cruel de todas.

Duchess dió un paso atrás cuando Cupid paso frente a ella, y segundos después pudo escuchar el clic clac de sus zapatillas al avanzar por el pasillo, ¿Porque iría tan tarde? No importaba, la fiesta pronto terminaría...

~ ❤ ~

Arrojo el vestido al fondo del armario, junto a sus zapatos, no es que tuvieran culpa alguna, pero preferiría no verlos, y en su lugar se colocó una ligera bata de seda rosa con encaje negro.

Tomo algunas de las rosas que le habían sobrado pues ninguna era tan grande o tan espléndida como la que había escogido.

Se dirigió al balcón y comenzó a arrancar los pétalos de las flores uno a uno.

En sus manos las nuevas rosas también se estaban volviendo oscuras, unas de color negro,  y otras de color morado. Envidia.

–No... ¡No no!– comenzo a balbucear.

Ella era quien debía esparcir amor y amistad por el mundo, simplemente no podía permitirse tener sentimientos tan amargos hacia otras personas. Quizás por eso ningún Dios del amor se había enamorado jamas. Río ante eso ¿Estaba fallando?

Sacudió el pequeño ramo de flores en el aire, y este se llevó algunos de esos pétalos consigo. Hasta que no quedó ni una flor viva. Sin evidencia no hay delito.

Estaba a punto de volver a su habitación cuando una luz azulada captó su atención.

Era la luz de un pequeño farol mágico. Algo no iba bien
¿Porque alguien se dirigiría a estas horas al bosque embrujado?

Tomo un abrigo de su armario evitando a toda costa ver su vestido, se lo coloco y decidió seguirla.



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En el texto hay: cupido, romance y desamor, magia y hechizos

Editado: 05.06.2020

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