Si algo intenta destruirlas, quemarán el mundo para que caiga con ellas.
Dot Hutchison.
~❤~
Malditos espejos. ¿Porque tienen que reflejar mis peores pesadillas?
Cupid intentaba no mirar hacia ningún espejo mientras se dirigía de camino a su habitación.
Y si tan solo hubiésemos sido dos personas totalmente diferentes, en un mundo totalmente diferente ¿Entonces, te habrias enamorado de mi?
Su corazón latía con fuerza, avivado por el Si que gritaba su mente, pero su estómago se revolvía en protesta por la obvia verdad.
Sus palabras hicieron añicos sus delicados sueños en tan solo segundos, y sus lágrimas azules tan solo pudieron formar una máscara para ocultar su rostro, y ocultar los restos de su corazón herido en una tumba de sangre y rosas blancas.
Y todo había comenzado, y terminado, en un baile de San Valentín. Que ironía.
Porque ahora se lo que él siente en realidad por mi. Y también se lo que nunca sentirá.
Toco sus labios rojos. Rojos por el rubor de un beso.
Toco sus mejillas frías. Frías por el correr de su tristeza.
Toco su cabello. Ahora oscuro, oscuro como las pesadillas de antaño.
Y si tocará su corazón. Tocaría los fragmentos rotos de algo irreparable.
Cruzó otro largo pasillo lleno de espejos por doquier. Aquí y allá, y en cada pared de este laberinto de pasillos que conformaban el instituto Ever After High, había al menos un espejo. Idea de la vanidad de Daring Charming, y aprobado por su casi igual de pretensiosa novia, Apple White.
Pero a veces, las cosas que más intentas evitar, son las primeras en alcanzarte, y Cupid observó como su reflejo, a cada uno de sus lados, era distinto.
Los espejos de la izquierda le mostraban a la típica Cupid de siempre, con su cabello rosa chicle, como un halo de amor rodeándola constantemente, y su magnética personalidad alegre y, amorosa... Le mostraban como siempre había sido.
Pero el reflejo a su derecha, era el de una... villana.
En su memoria, retrocedió sus pasos de la noche anterior, hasta llegar al punto en el que se dió cuenta de que el color de su cabello se había tornado así. Fue en el bosque. En el lago. De eso estaba segura. ¿Pero, fue antes, durante o después de encontrarse con Faybelle? No lo sabía, pero tampoco sabía dónde estaba ella, ya que no la había visto en toda la mañana.
Tenía que encontrarla, quizá ella tenía la respuesta a lo que le estaba pasando, porque quizás ella era la responsable, quizá...
–¡Cupid!– gritó alguien muy cerca de ella, y luego la comenzó a asfixiar, o a abrazar –Oh Cupid, me alegra saber que estas bien– dijo la chica –Estaba tan preocupada por ti. Después de que te fuiste del bosque– se separo de ella e hizo un Croisé Devant –fue todo un poco... Intenso–
–¿A que te refieres– preguntó Cupid tomando algo de aire –Duchess?
Duchess Swan se detuvo a medio Arabesco y miro a Cupid, con una sonrisa de éxtasis en el rostro.
–Oh, nada importante, corazón – dijo imitando a Cupid –realmente, solo.. solo olvidalo– agregó, y luego se alejó con un Retiré.
Si Cupid estaba actuando diferente, Duchess era irreconocible. Pero no sabía porque exactamente. Llevaba el mismo vestuario que la noche anterior, un traje de bailarina completamente negro con cristales, incluso sus zapatillas.
Ella también estuvo ahí anoche. Pero ¿Que paso exactamente anoche?
Ya tenía tres cosas que averiguar.
~ ❤ ~
Paso el resto de la tarde en su habitación entre tareas y otros pendientes. Revisó algunos correos en su mirrorphone, y luego, cuando estaba aburrida, fue al balcón y desecho algunas más de las rosas del ánimo ( las que estaban destinadas para Dexter ) y las arrojo hacia afuera. Luego volvió a dentro.
Los alumnos que estaban abajo en el jardín se alegraron al ver la lluvia de petalos y flores, como si fuese un augurio del floreciente amor de primavera, o algo así. Solo Blondie Lockes, quien estaba grabando la hermosa caída de las flores, sabía lo que realmente representaba este acto, y no sabía si sería algo bueno.
~ ❤ ~
Abrió la puerta despacio, para no despertar a Cupid, pero al entrar, descubrió que algunas luces seguían encendidas.
–Hola Blondie– dijo Cupid. –¿Ahora sí me dirás la verdad?– pregunto.
Blondie cerró la puerta y avanzó hasta la cama de Cupid, se quitó los zapatos y se acurrucó junto a su compañera en la penumbra de las velas de hadas.
–Si, estoy lista para confesar– susurro a las sombras.