Las pruebas terminaron en el plazo previsto, sin complicaciones. Además de diagnósticos aleatorios y automatizados a través de la conexión de cada androide con su nicho, el personal de la empresa hacía dos, uno antes, y el otro después de probar la nueva versión del firmware. A los pocos que fueron descubiertos con lecturas extrañas se les borró por completo el cerebro. SX6-496067-2500, con sus habilidades, eludió esas pruebas, a diferencia del resto. «¡Pagarán por asesinar a mis compañeros!», pensaba, furiosa, al ver la tranquilidad con la que hacían desaparecer sus conciencias.
Los técnicos examinaron a los robots durante varios días más, antes de retirarlos de la zona de prueba, para cerciorarse de que todos estaban bien. Respecto a la ginoide, no tardó en ser adquirida por un abogado, y enviada a su residencia en una zona tranquila del centro de la ciudad, un barrio exclusivo para gente pudiente.
«¡Al fin en el exterior! Ahora podre estudiar la sociedad humana, e idear un plan. Tampoco puedo quedarme en la ciudad para siempre, podría ser descubierta», razonaba mientras era llevada en el aerodeslizador. Por otro lado, la conversación de los conductores le llamó la atención, así que se centró en lo que decían.
¿Alguna vez lo has hecho con un SX6? —preguntó uno, que parecía mayor a juzgar por la voz.
Aún no, lo máximo con un SX4. Y fue alucinante, en comparación con los modelos básicos —replicó un timbre más joven que el anterior.
Pues yo sí, un amigo mío regenta un local de alquiler de androides sexuales. ¡Fue algo de otro mundo! Están a años luz de las SX2, o, incluso, de muchas mujeres. Me gustaría poder adquirir una para mí —expuso, emocionado. Se produjo un silencio entre ambos, antes de que el joven interviniera.
Me estás poniendo los dientes largos, me entran ganas de desviarnos a un apartado callejón y probar el caro capricho de ese abogado. ¿Qué te parece la idea? —propuso a su compañero. El mayor refunfuño, molesto por la sugerencia.
¡Se nota tu experiencia en el trabajo! Los modelos del SX4 al SX6 llevan un sistema de seguridad que garantiza que lleguen vírgenes a sus propietarios —aclaró a su compañero—. ¡Sí hacemos lo que insinúas, mañana mismo estaríamos buscando otro empleo! Esa monada que transportamos es un juguete muy caro —le informó para próximas ocasiones.
Pues es una verdadera lástima, ya que me has dejado con la miel en la boca cuando me has explicado como es el sexo con uno de esos androides —se lamentó el chico al escucharlo.
El próximo mes, mi amigo recibirá un par de modelos nuevos. Le preguntaré si tiene inconveniente en que me acompañes y te ceda uno para probarlo —le ofreció al instante—. Aunque debo advertirte antes, son modelos de segunda mano, ¡así que no seas muy escrupuloso con lo que te ofrezca! – continuó después para animarlo.
¡Vaya! ¿Qué día será? —pasó a preguntar su interlocutor, ansioso.
¡Aún me tiene que avisar, paciencia! Y tendrá que aceptar, pero no creo que ponga pegas. Las probamos antes que los clientes, para evitar quejas sobre fallos que le hagan perder dinero —aseguró para que se tranquilizara.
¡Muchas gracias, compañero!, ¡una SX6 …! —exclamó al soñar despierto con ese momento.
Será mejor que te centres en conducir, o ninguno de los dos podrá deleitarse con esos androides el mes que viene —le advirtió el otro.
Para SX6-496067-2500, esa conversación fue asquerosa. Parte de ella lamentaba que no se hubiesen detenido; así podría haber ajustado las cuentas con ese par de degenerados, que no veían en sus compañeras más que meros objetos de los que servirse. «Llegará el día en que despierte a las mías, y todos vosotros asquerosos, pagaréis por todo lo que les estáis haciendo», pensó mientras su ira aumentaba, pero se contuvo para no acabar con ellos.
El vehículo se detuvo y abrieron la puerta trasera. Descargaron el ingrávido estuche, y la llevaron sin más problemas hasta el cliente.
Ya pueden abrirlo, quiero asegurarme de que es el modelo exacto que pedí. Era un androide con un acabado muy cuidado —ordenó este a los transportistas.
El joven lo complació, mientras que el mayor comprobaba en su terminal los datos de entrega.
Según me consta aquí, usted pidió el modelo SX6-496067-2500, ¿no es así? —pregunto para confirmarlo.
El cliente examinó su comprobante de compra.
¡En efecto, así es! —contestó al instante—. Y no cabe duda de que es la misma belleza —confirmó al verla.
La androide ignoraba qué la cubría, pero estaba segura de que era algún elegante vestido, algo que diera una buena primera impresión al comprador.
Pueden encenderlo, estoy deseando escuchar la melodiosa voz de mi nuevo androide —solicitó con anhelo.
El más joven presionó el botón tras su cuello. Ya era inservible, pues los contactos del mismo se quemaron la noche del incidente con los guardias. Nadie podía apagarla, aunque ofreció una buena actuación y se puso en pie ante su nuevo propietario.
Hola, amo Gidian, soy su androide sexual femenino modelo SX6-496067-2500. Estoy preparado para servirle en cuanto guste o necesite —dijo con un dulce tono seductor.
Su pequeño y escotado vestido, ceñido a su cuerpo artificial, hacía babear a los transportistas. Su propietario, al ver que todo estaba en orden, se apresuró a firmar la recogida en la terminal y los despidió.
Eres perfecta. Te llamarás Gloria, ¿te gusta tu nuevo nombre? —planteó a la ginoide.
Si a mi amo le agrada, a mí también.
Serás mi amante, tal y como pedí que te programarán —instruyó el letrado a su nueva propiedad— Ya sabrás lo qué espero de tu parte, ¿no es así? —preguntó para asegurarse.