Cuando el rey los envió a enfrentar al Rey Ceper, les proporcionó un barco para su travesía. Sin embargo, desconocían que la noche traería consigo una tormenta feroz. Truenos y relámpagos azotaron el océano, sacudiendo la embarcación con una furia implacable. Justo cuando creyeron haber superado lo peor, un rayo descomunal impactó el barco, partiéndolo en pedazos y arrojándolos al mar.
Chtu despertó en la orilla, aturdido y con el cuerpo entumecido. Al incorporarse, vio a sus compañeros enterrados bajo la arena y se apresuró a rescatarlos. Sin un barco, regresar no era una opción. Ahora tendrían que rodear el continente oscuro en busca de otra forma de llegar al territorio de los Cepers.
Mientras tanto, el rey Chtulhu celebraba su cumpleaños con gran algarabía. Seguro de que sus héroes cumplirían con su misión, organizó un festín con la nobleza y hasta contrató mariachis para amenizar la celebración. La festividad se prolongó durante todo el día, ajenos a los peligros que enfrentaban los Unísonos.
De vuelta con Chtu y su equipo, exploraban la zona tratando de ubicarse. Fue entonces cuando Chtu encontró una flor morada de aspecto inusual. Al reconocerla, su rostro se tornó serio. Estaban en territorio Ceper. El miedo se apoderó del grupo al darse cuenta de que habían estado desprevenidos todo ese tiempo. Podrían haber sido atacados en cualquier momento sin darse cuenta.
De repente, el brazo de Chtu comenzó a oscurecerse, volviéndose de un gris profundo. Soltó su tridente con espanto, sin comprender lo que le ocurría. Antes de que pudiera reaccionar, una sombra imponente apareció ante él: la criatura más temida de todas, el Parangarácaro.
Con voz firme, Chtu ordenó a sus compañeros que se alejaran. Él sería el único capaz de enfrentarlo. Aunque la mayoría obedeció y huyó, Sir Luminor y 7.77 decidieron quedarse a su lado. Pero entonces, Chtu cayó de rodillas mientras la sombra del Parangarácaro se desvanecía en una bruma oscura. Su cuerpo seguía cubriéndose con aquel tono gris, como si una fuerza desconocida lo estuviera consumiendo.
7.77 reaccionó rápidamente y disparó contra la criatura. Chtu, reuniendo sus fuerzas, lanzó un rayo desde su tridente. Ambas energías colisionaron en el aire, provocando una explosión devastadora. La onda expansiva lanzó por los aires a los combatientes. Pero Chtu no se rindió. Recargó su tridente con un rayo aún más potente, dispuesto a acabar con la amenaza de una vez por todas.
Justo cuando disparó su ataque definitivo, algo descendió del cielo con una velocidad impresionante. Al principio, parecía un huevo gigantesco, pero al abrirse, reveló un par de alas majestuosas. La energía del impacto fue absorbida por aquella misteriosa figura.
El asombro se convirtió en furia. Chtu sintió su sangre hervir y su piel se tornó de un rojo intenso. Sin dudarlo, el recién llegado ordenó a los soldados que se retiraran. Sabía que la batalla que estaba por librarse podría devastar todo a su alrededor. En un parpadeo, se lanzó contra Chtu y ambos chocaron sus tridentes, desatando una explosión aún más colosal.
Mientras los soldados se reunían con sus compañeros, relataron lo sucedido. Debían alejarse lo más posible. Si la batalla continuaba, todo el continente podría ser destruido.
La explosión separó a los combatientes. Chtu salió despedido, golpeando el suelo con violencia. Su oponente se levantó rápidamente y lanzó un ataque devastador que lo dejó inmóvil. Cuando recuperó la conciencia, su piel había vuelto a la normalidad. Aturdido, miró a su alrededor hasta que finalmente vio el rostro de su adversario.
Las lágrimas brotaron de sus ojos. Ante él estaba su padre, el dios Chtulhu, de vuelta después de siglos de ausencia.