7.77, al estar hecho de inteligencia artificial, detectó los pulsos electromagnéticos que la criatura emitía para controlar mentalmente a los Unísonos. En un instante, configuró un rayo de frecuencia inversa y lo disparó con precisión quirúrgica, liberando a Stig de su control. Sin embargo, la batalla estaba lejos de terminar.
De pronto, un ninja surgió de las sombras, moviéndose con una velocidad sobrehumana. Con una serie de cortes letales, eliminó a numerosos alienígenas con su espada afilada y estrellas arrojadizas. Luego, canalizó una energía amarilla sobre su palma, liberando una tormenta de agujas de luz que perforaron a sus enemigos con una precisión devastadora.
Mientras tanto, 7.77 logró liberar a Sir Luminor y a Clo, pero antes de que pudieran reorganizarse, una nave descendió lentamente desde el cielo. Seis figuras emergieron de su interior: un híbrido entre humano y demonio, dos droides de aspecto letal, un monstruo morado de musculatura colosal, un asesino envuelto en sombras y una abominación cuya cabeza era un conjunto de cabellos enmarañados con un rostro en su torso. Su sola presencia heló la sangre de los Unísonos.
El silencio se rompió cuando Syncra se lanzó sin previo aviso hacia Sir Luminor, explotando en el aire y causándole heridas graves. Su armadura se agrietó y su voz, apenas un susurro de dolor, reveló la verdad:
—Es un cambiaformas...
Acto seguido, se desmayó. El impostor volvió a su apariencia original, pero su victoria fue breve. Chtu, consumido por la ira, levantó su tridente y disparó un proyectil de energía destructiva. Sin embargo, el cambiaformas logró esquivarlo, desviando el impacto hacia el monstruo morado, quien se desintegró al instante.
El resto de los monstruos reaccionaron con furia, abalanzándose sobre los Unísonos. Pero sus habilidades no fueron suficientes; la orden los superó con facilidad. Justo cuando la batalla parecía ganada, varias naves descendieron del cielo, desplegando una nueva oleada de alienígenas. Entre ellos, se encontraba un cambiaformas azul, imponente y diferente. Lideraba al pelotón con una presencia que emanaba poder absoluto.
Los Unísonos se prepararon para la segunda ronda. El ninja cortó los brazos de un alienígena con su espada afilada, mientras Stig y Clo se enfrentaban a otros dos, soportando sus ataques implacables. Chtu lanzaba proyectiles con su tridente, acabando con enemigos a su paso. En medio del caos, Clo descubrió el punto débil de los alienígenas al clavar su espada en el estómago de uno, dando la clave para acabar con el resto.
Pero entonces, el cambiaformas azul se interpuso en el combate. Su velocidad y resistencia superaban todo lo que habían visto. Intentó atravesar el estómago de Chtu con un golpe letal, pero su piel era impenetrable. Con movimientos rápidos, el cambiaformas comenzó a adaptarse, transformando sus extremidades en armas aún más peligrosas. Su capacidad de regeneración era instantánea, y cada vez que lo atacaban, evolucionaba para contrarrestar la ofensiva.
Mientras la batalla en la superficie se intensificaba, en la nave nodriza, Cráneo Verde continuaba absorbiendo la energía del dios Cthulhu. Creyéndose victorioso, se sumía en un éxtasis de poder sin darse cuenta de que su prisionero aún tenía fuerzas. Aprovechando un momento de distracción, el dios Cthulhu reunió su energía restante y lanzó su tridente dorado, atravesando el torso de su captor. Cráneo Verde, furioso, liberó un rayo devastador que desintegró completamente al dios... solo para verlo reaparecer en cuestión de segundos.
—¡No puedes matar a algo que ya está muerto! —se burló Cráneo Verde, arrancándose cada uno de los tridentes que lo atravesaban.
Mientras tanto, en el suelo, la orden terminó con la mayoría de los alienígenas, quedando solo los dos cambiaformas. Antes de que pudieran ser derrotados, la nave nodriza los teletransportó de vuelta.
Cthulhu, de pie sobre el maltrecho cuerpo de Cráneo Verde, le dio una advertencia final:
—Deja este planeta y no vuelvas nunca más.
El líder alienígena sonrió con malicia.
—Me iré... pero regresaré. Y la próxima vez, no me detendré.
La guerra había terminado, pero la amenaza aún estaba lejos de desaparecer.