Mientras que el reencuentro entre tres personas transcurría en el cielo, Astrid había sido enviada a la residencia King, con tal de obtener las perlas restantes y eliminar a sus portadores.
Ya que Renel sabía el secreto detrás de la descendencia de los Siete, simplemente necesitaba encontrar a nuevas personas que pudiesen usar las perlas y manipularlos a su antojo, era algo sencillo en su mente, pero difícil de llevar a cabo.
Astrid caminaba frente a las figuras atónitas de Julie y Ray, los cuales no esperaban su presencia en lo absoluto. Amelie apenas había salido de la habitación, por lo que no tardaría en llegar.
—Vaya, parece que los he sorprendido.
Astrid avanzó hasta llegar frente a Julie, la cual apretaba con fuerza la mano donde la perla estaba resguardada. Era obvio que no podían dejar que ella cumpliera su objetivo, así que, en el peor de los casos, tendrían que pelear.
Ray lo sabía, por lo que se preparó para el combate.
—Oh, tranquilo, no tienes porqué ponerte violento conmigo.
Astrid pareció darse cuenta de las intenciones de Ray, por lo que trató de sonar algo juguetona para hacerlo bajar la guardia.
Si Astrid decidía luchar, ni Julie ni Ryan podrían hacerle frente, tan solo Kay o Amelie podrían darle batalla, ya que ellos eran usuarios de perla con un nivel de práctica mucho más elevado que el de Ray, ni decir de Julie, que apenas había recibido la suya esa misma tarde.
Aunque les desagradaba, tenían que confiar en Amelie.
—Maldición —susurró Ray al ver sus posibilidades.
Su cuerpo ya estaba desgastado y su edad estaba cercana a los cincuenta, por lo que, en caso de un combate de desgaste, él sería el primero en caer, ya que Julie era mucho más joven y había estado entrenando recientemente.
Julie, por su parte, pensaba que esta era la prueba de fuego. Si quería rescatar a Kay de Amelie, tendría que vencer primero a Astrid. Aunque es algo imposible, no tenía otra opción. Si no salían con vida, no podría luchar contra Amelie después.
Astrid observó la situación y simplemente se rio. Estaba tan emocionada al ver sus reacciones que, sin querer, encendió su deseo de pelear.
—Tan solo no destruyas este lugar.
Ray, al ver lo inevitable, trató de salvar la propiedad. Aunque esta podía ser reparada en poco tiempo con los poderes de la perla, sería otro caso si Astrid se la lleva, ya que dejaría a unas cuantas personas importantes para él sin hogar. Eso tenía que evitarlo.
—Está bien, tampoco soy una salvaje.
Y, con un movimiento apenas visible, Astrid arremetió contra ambos, golpeando a Julie y a Ray al mismo tiempo.
—Vamos a un lugar mejor.
Ya que Astrid era una portadora original, no tenía la necesidad explícita de usar una perla como sus contrincantes en esta ocasión, lo cual le deba una ventaja. Rápidamente, abrió un pequeño agujero que estaba conectado al jardín frontal y empujó a ambos con un fuerte golpe.
Julie y Ray no tuvieron tiempo para reaccionar, por lo que fueron impactados directamente en el pecho y arrojados a la tierra.
Su oponente era alguien más fuerte que un Rey, así que lo único que podían hacer es resistir.
—Diviértanme.
En el instante, una daga de tamaño mediano apareció en la mano de Astrid. Ella podía hacer la materialización de manera normal, cosa que ninguno de los cuatro portadores actuales podía.
—Sin duda, esta generación está perdida.
Astrid cargó sin piedad contra Ray, el cual apenas alcanzó a quitarse del camino. Astrid giró sobre sus talones, corrigiendo su dirección, y volvió a atacar a Ray, el cual no pudo escapar en esta ocasión.
La hoja de la daga impactó de lleno a su brazo, pero no logró hacer daño alguno. Astrid había olvidado un punto importante en el uso de la materialización.
Al ver su daga, se dio cuenta de su error, la hoja de su arma brillaba de un color dorado.
Amelie lo había aprendido de la misma manera, un arma creada por una perla con la hoja dorada no podía afectar a otro portador, por lo cual, todos sus ataques serían inútiles, ya que no impactarían a su objetivo.
Astrid rápidamente cambió su daga a una de metal por completo. Ahora, no había poder que la detuviera. Tan solo la sexta o tercera perla podría hacerle frente, pero ninguna se encontraba presente.
No, la tercera perla estaba en la casa, ya que a Ray no le dio tiempo de tomarla cuando Astrid comenzó su ataque.
La chica de cabello blanco sonrió y se relamió los labios, atacando de nuevo a Ray sin darle tiempo de descansar. Golpeó su brazo izquierdo, cortándolo por completo sin que este ofreciera resistencia. Luego, apuntó a su cuello y, cuando la hoja de la daga estaba a punto de cortar su piel, algo se interpuso en su camino.
Julie estaba parada casi petrificada, por lo que ella no pudo hacer hecho frente a Astrid.
La chica peliblanca retrocedió inmediatamente y, en el lugar donde había estado parada hacía unos instantes, una cuchilla de gran tamaño impactó el suelo, levantando una considerable nube de polvo.