Paulina
Ambos regresamos a nuestros lugares y seguimos estudiando, casi cuando terminamos el habló.
—Pau, ¿quieres ir conmigo a una fiesta el sábado?
—¿Este sábado?
—Si, hay algún problema.
—Lo siento Max, pero no puedo, tengo que ayudar a mis padres con la pastelería.
Mis padres tenían una pastelería y yo los fines de semana los ayudaba a atender. Aunque en realidad no quería ir a esa fiesta.
—Oh no te preocupes solo quería saber si querías ir.
—Lo siento Max, quizás en otra ocasión podemos salir como amigos.
—Pau, tú sabes que yo no quiero ser tu amigo, yo quiero ser más que eso.
—Lo sé, pero no puedo corresponder te, yo no creo en el amor.
—Solo si me dieras una oportunidad... —lo interrumpo.
—Lo siento Max, y será mejor que te vayas, ya es muy noche.
—Está bien, ¿pero podemos seguir siendo amigos?
—Está bien Max.
—No entiendo porque no hacen nada oficial —golpee el escritorio.
Cómo todas las semanas, vengo a ministerio público a presionar a las autoridades para que se pongan a trabajar, en este caso a qué se pongan a buscar a una chica de mi universidad
—Ya le dije, señorita que estamos haciendo todo lo que podemos —responde el oficial.
—Si hicieran todo lo posible, usted no estaría aquí sentado sin hacer nada —respondo.
—Oiga más respeto a la autoridad.
—Lo único que le estoy pidiendo es que haga bien su trabajo, ¿usted tiene hijas?
—Si tengo dos.
—Pues póngase en el lugar de los padres de todas esas jóvenes, todo lo que sufren al no saber nada de ellas, ¿cómo se sentirá usted?
—Pues mal, impotente —responde con simpleza.
—Pues así se sienten esas personas al no saber nada de su familiar.
—Ya estamos buscando por cielo, mar y tierra, por todos lados.
—Solo espero que si hagan bien su trabajo y no hagan carpetazo.
Salí de ese lugar furiosa, no puede ser que no puedan hacer bien su trabajo. Afuera del ministerio público estaba Alejandra esperando a que saliera
—¿Qué pasó? —pregunta Alejandra.
—Supuestamente ya se van a poner a trabajar.
—Eso dicen.
—¿Qué hora es?
—Faltan quince minutos para las dos de la tarde
—No puede ser, se me hace tarde —dije apresurada.
Con todo esto, se me olvidó que me quedé de ver con Fernando
—Espera un momento Paulina, ¿a dónde vas a ir?
—Quedé de verme con alguien para enseñarle la cuidad.
—¿Alguien? ¿Es un chico, es guapo? —sonríe pícara.
Se me olvidaba el interrogatorio que me iba armar Alejandra, cuando se enterará, ella siempre ha tratado de conseguir me alguien para que no esté sola, pero yo no quiero tener novio o enamorarme de alguien, no después de mi decepción amorosa
—Si es un chico, y tal vez sea guapo.
—¡Ahhhh! ¡Por fin mi amiga va a dejar la soltería! —grita emocionada.
—¡No! Claro que no —negué de inmediato.
—Bueno si, si, ya vete que tú galán te espera.
—No es mi galán y si ya me voy.
—¡Me cuestas el chisme después! —grita a lo lejos.
Espero y todavía no esté en el lugar
Fernando
Esperaba a Paulina sentado en una banca justo enfrente donde chocamos ella y yo, estaba nervioso, no sabía que hacer, mi nana me dijo que le llevará una rosa, aunque no sé si sea lo correcto ya que no es una cita romántica, pero como quiera la compré. ¿Había llegado muy temprano? Ya pasaban de las dos de la tarde y Paulina no llegaba, ¿será que se arrepintió o se le olvidó? No lo se
—¿Se le habrá olvidado? —me pregunte a mí mismo
—Hola, perdón por hacerte esperar, pero se me hizo un poco tarde.
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Editado: 24.08.2025