-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho.-escuchaba el conteo que venía desde lejos.
-Allá voy.-gritó la niña una vez terminó de contar.
Respiraba pausadamente. No podía permitir que me atrapara, este era un juego súper importante, de vida o muerte. Si gano seré la mas respetada por todos los niños durante todo un mes. Me decía para mis adentros.
Miraba lentamente por el hueco que contenía esta pequeña caja donde me encontraba escondida, asustada pero decidida.
Sonreí a pesar de que sabía que algo estaba a punto de pasar. Ya que según mamá ante todo siempre debía tener una linda sonrisa.
Aunque mas bien esto fuera aparente. Pero en cuanto a la apariencia nadie lo sabia por que desde que tenía uso de razón me habían creado la imagen de un pequeño angelillo frágil. Imagen que me era de mucha ayuda a pesar de que la odiaba ya que por mucho que trataran de apaciguarme yo era toda una guerrera. O mas bien una reina guerrera, diría princesa pero hace tiempo cuando crecí aprendí que las princesas no son las que están al mando en cambio los reyes si, aunque es algo muy raro ya que aunque las reina tengan poder los reyes son los que realmente tienen todo el poder. Solo he visto que gobiernen hombres, reyes. Pero no he visto ninguna mujer.¿Acaso no habían reinas que gobernarán realmente?
Últimamente me lo he planteado mucho, las reinas son mujeres pero no hacen mas que llevar joyas y lucir hermosas, eso es lo que yo he visto y los reyes pues se ven fuertes, poderosos y grandiosos con un halo de magnificencia y valentía.
Así que yo quiero ser así cuando crezca. Quiero cambiar la historia, quiero ser una reina pero tener el poder, así como un rey. Pero no me animo a preguntar si puedo serlo aunque esto bien sabía yo que no era solo con lo de ser reina. También era con todo ya que se suponía que si eras una niña buena y lista no deberías hacer preguntas. O por lo menos eso solía decirlo mi profesora de Lenguas y es toda una desgracia que no me pueda seguir dando consejos debido a un pequeño problema.
Ningún mayor lo quiso decir pero como yo me escabullía muy fácilmente logré oírlo y eso me aterró. A mi querida profesora la encontraron en el bosque, estaba muerta.
Volví a mi realidad y me percaté de algo, no escuchaba ningún sonido y aquello era muy extraño .¿Dónde estaba mi amiga?
Alice...
Suspiraba aterrada. Donde podría estar.
-¡Ayuda!-escuché que gritaba una voz infantil.
¿Sería ella?. Tenía mucho miedo. Pero aun así salí.
Ya que al miedo nunca puedes demostrarle debilidad.
Lentamente caminé con cuidado a pesar de los gritos.
Fui llegando hacia el lugar y cuando al fin llegué. Pude observar a Alice se había caído en un pequeño hueco y estaba asustada.
Me dirigí a ayudarla cuando escuché unos pasos apresurados. Rápidamente busqué escondite detrás de una pared.
En ese instante ella me miró y yo no pude hacer mas que quedarme paralizada.
En segundos pude ver como una sombra se posaba detrás de ella.
Ella gritó y por mas que gritó yo me quedé en shock, paralizada y no pude hacer nada de nada.
(...)
Otra vez no. Suspiré temblorosamente. Lágrimas cayeron sobre mi rostro aunque esa vez sonreí ya que estaba acostumbrada a ese maldito sueño el cual se repetía cada noche desde hace años.
En ese instante me deslice fuera de la cama y me dirigí calmadamente hacia el espacioso cuarto de baño.
Aquel lugar se encontraba igual que siempre con su pequeña bañera color violeta, la gran estantería con cremas y aquel espejo donde el día anterior había visto la marca que me había dado una nueva perspectiva y me demostró una vez más que todo lo que había visto en el bosque había sido real.
Aunque suponía yo que ya estaba acostumbrada, porque cuando en el bosque las cosas parecían ser cada vez mas irreales llegaba siempre ese algo que me mostraba que había sido real.
Así que frente al espejo me encontraba yo, decidida a descubrirle a él, al desconocido del bosque y mi única pregunta era.
¿Acaso lo conocía? Sus ojos me habían mostrado una nostalgia y un anhelo tremendo. Mirada que me hacia plantearme muchas cosas. Antes de ese momento yo siempre había creído que tenía una muy buena memoria y nada nunca me hizo ver lo contrario o dudar de aquello pero si era así como decía él, le conocía y esta seria la primera vez que olvidaría algo importante.
Aunque tal vez solo tal vez no era la primera vez que me sucedía algo así y solo dios sabía quien estuvo o quien sabía acerca de esas otras veces donde me olvidaba.
(...)
-No podía creerlo, el señor Klienst besaba a la señorita Linston. Los vi en aquella aula. Eso es tan indecoroso.-decía Jadia mientras metíamos los libros en nuestras respectivas taquillas.
Yo me encontraba algo aburrida aunque luchaba contra el sueño y las ganas de irme que tenía para que no notaran mi indiferencia y verdadera opinión a semejantes cuentos.
-Tal vez lo indecoroso sea que tú los hallas estado espiando.-le recrimina Sarah con una sonrisa picarona.
Yo sonreí un poco por debajo de mis libros. Al fin alguien decía una verdad. Y aunque bien podía decir que las consideraba mis amigas. Como todas unas habitantes del pueblo solían hablar y especular cuando algo no era del todo de su agrado. Todos eran iguales...
-Por dios, ¡claro que no! Di algo Angelie.-suspira Jadia con voz frustrada mientras yo internamente rezaba a los dioses y les daba patadas mentales por no haber permitido que me dejaran fuera del tema.
-Yo creo que...-comencé a decir hasta que de pronto escucho un pequeño bullicio.
-Son ellos, vamos. Ya vienen.-Aununcia Jadia.
-¡Arréglense!, finjan que hablamos. -decía Sarah en plan nerviosa.
-Estamos hablando.-quise decir mas ella me puso un dedo en los labios.-Ahora no Angelie, ahí vienen.
Dirigí mi mirada hacia adelante. Solo habían dos de los siete. Reese y Tyson. Ambos con cabello rubio, ojos verdes y una exuberante belleza tal cual dioses griegos. Pero se la tenían creida y muy lejos estaban de agradarme, de hecho ninguno de ellos lo hacía.