Take Me: Tómame

Epílogo

Camino por los estantes llenos de golosinas y comida chatarra, las envolturas coloridas me llaman la atención así como los personajes caricaturescos que aparecen en ellas. Tuerzo la boca y me doy cuenta que no hay nada que le pueda gustar a Aiden, obviamente si le llevo este tipo de comida, no la comerá, tal vez la reciba por educación, pero no probará bocado, lo conozco lo suficiente. Suspiro con algo de desesperanza, es tan complicado encontrar algo digno de él. Decido avanzar hacia los refrigeradores donde están las bebidas; se repite la situación, los jugos y refrescos no son de su agrado.

Volteo hacia un lado y veo a un chico joven, bien parecido, de cabello negro como la noche y ojos azules como un par de zafiros; mandíbula cuadrada, nariz recta y cejas pobladas que le dan más fuerza a su mirada, le da el aspecto de estar enojado. Se rasca el cuello y ladea la cabeza viendo cada producto detrás de la puerta de vidrio, tampoco se decide muy bien que tomar y estoy tentada a apresurarlo. Por fin abre la puerta y toma un par de botellas de agua, entregándome una a mí.

—Papá no tomará otra cosa —me responde viéndome por el rabillo del ojo.

—Ni tú, eres igual de ideático —tuerzo los ojos y le doy vueltas a la botella en mi mano.

—No soy ideático, nuestro régimen alimenticio no tolera este tipo de indiscreciones —toma un paquete de galletas con bombón y lo mueve frente a mis ojos.

—Tal vez tú y tu padre no acepten este tipo de “indiscreciones”, pero tu hermana y yo sí —le quito el paquete de galletas y lo veo más de cerca, el personaje de malvavisco me sonríe y termina de ganarse mi confianza.

Dante, mi hijo, mi primogénito, quien tuvo que soportar golpes y muerte desde que estaba en mi vientre, es la viva imagen de su padre, tiene la misma forma de ser que Aiden, frío, calculador, irónico cuando se lo propone y bastante inteligente, tiene una mente aguda y esa mirada penetrante y escalofriante, a veces, cuando lo veo, me siento intimidada, como cuando recién conocí a Aiden; pero a diferencia de él, suele ser impulsivo, brioso; es el tipo de persona que puede ser muy calculador y minucioso para unas cosas, pero un cabeza hueca para otras. Saco lo mejor de ambos mundos, quiero creer.

Han pasado ya 25 años desde esa pequeña guerra en Venecia, Dante es todo un hombre y no solo eso, ya tuvo su primera transformación en wendigo a la joven edad de 15 años, para sorpresa mía y de su padre, pudo controlar a la bestia con facilidad y aunque debe de consumir carne humana cada cierto tiempo para obtener fuerzas, no la necesita tan constante como Aiden. Sinceramente no pensé que se lo tomaría tan bien, pero bueno, la carne una vez cocinada por su padre no da asco, incluso es apetitosa, si lo sabré yo.

Él vive por su parte aunque no sea del todo de mi agrado; lleva como 5 años lejos de nosotros, a veces sobreviviendo, tomando decisiones que no nos gustan ni a Aiden ni a mí; hace unos meses tuvo un problema muy grave, se enfrentó a unos asaltantes por una chica, siempre busca hacerse el héroe y quedar bien, abusando de su físico y esa atracción que ejerce sobre la población femenina (igual que su padre).

No sé qué parte de su cabeza no funciona que parece no medir el peligro, como humano decidió enfrentarlos, claramente no quería asustar a la criatura que lo acompañaba y el resultado fue una bala en la cabeza, al pasar un par de horas nos llamó desde su celular diciendo que había muerto, sacándonos de dudas a Aiden y a mí que pensábamos que tal vez solo sería un wendigo, que la inmortalidad como humano no estaría ligada a él, pero nos equivocamos, heredó ambas y mi miedo de ver en él a un “Grendel” creció. Le propuse que nos acompañara a un viaje familiar, la idea es ir a Venecia a recordar viejos tiempos y viejas promesas, también admito que me encantaría ver cómo se comporta, cuanto control tiene todavía sobre lo que es.  

Accedió después de la insistencia de Alana, mi hija, la segunda en venir a este mundo después de 7 años de solo ser tres. Sin ser planeada, así como el anterior, llegó a nuestras vidas, una pequeña niña de cabellos rubios y ojos castaños con una belleza extraordinaria, por el contrario a su padre y hermano, ella es más alegre y flexible, tiene una actitud positiva y es más cariñosa, Aiden dice que se parece más a mí. Es toda un ángel, a donde va es admirada y alabada por su belleza, me pregunto si esa atracción que ejerce tanto ella como Dante es algo que heredaron de Aiden, como depredadores atrayendo a sus presas, porque claramente yo no causo tal sensación en la gente, nunca lo hice, a veces me sigo preguntando: ¿cómo cautivé a Aiden?, tal vez fue mi torpeza, si eso debe de ser, lo seduje con mi torpeza.

—Este viaje se está volviendo más pesado y largo de lo que esperaba —dice Dante inspeccionando el resto de productos en el estante.

—Bueno, sabes que no podemos viajar de la misma forma que todos —le digo y acaricio su espalda, debemos de tener cuidado con ser descubiertos con nuestros papeles falsos en cada punto de control, así que por lo general preferimos movernos en carretera lo más posible— pero es lindo que estés con nosotros, te extrañaba mucho —me sonríe con ternura y pasa un brazo por mis hombros para atraerme a él, es ligeramente más alto que Aiden.

—Yo también los extrañé —besa mi frente—. Supe lo de Müller, lo siento.

La semana pasada se hizo noticia que el capitán Müller del departamento de homicidios había muerto en su casa, al parecer todo indica que fue un infarto, aún era joven, tenía 68 años, ¡vaya!, 68 años. Veo mis manos, la piel es lisa y blanca, sin una sola arruga, yo debo estar alrededor de los 50 y algo, después de diez años como inmortal, deje de contarlos, el tiempo se volvió carente de sentido, ¿qué más da que cumpla un año más o 100?, el resultado es el mismo, aunque es tan extraño que no haya cambiado físicamente, burlándome de la naturaleza y su curso, viendo como la gente envejece a mi alrededor, siendo está la parte amarga; yo sigo adelante mientras todos alrededor envejecen y mueren, no puedo encariñarme mucho con alguien, resulta doloroso ver como la edad y el paso del tiempo los alejan de mí.




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