Tal Como Somos

CAPÍTULO III 

Jeremiah

—Me odia —Es lo único que respondo ante los recientes interrogantes de Gianna.

—Era de esperarse que no te recibiría así de fácil, mucho menos de brazos abiertos porque está dolida, le hiciste daño, Jeremiah —recuerda lo sucedido, pero lo único de lo que me arrepiento es de no haberla buscado antes.

—Sabes la razón que tuve y de lo que más me arrepiento es no ir tras ella cuando me enteré —Ese es el único error que cometí: dejar que el tiempo transcurriera por miedo a su reacción.

—Olvidemos el pasado, ahora, dime, ¿qué tal? —pregunta mientras la sonrisa acompañada de unas cuantas lágrimas se apodera de mi rostro.

—Me odio, aún más de lo que ella se imagina y verlo, que corriera directo a mis brazos, siendo la primera vez que coincidíamos, fue una locura, lloré de la emoción, puesto que escucharlo llamarme: «Papi», le dio tremendo revolcón a mi corazón —confieso solo una mínima parte de lo que sentí a rodearlo, mientras sus manitos incrédulos se aferraban a mi cuello—. Fue maravilloso —Mis ojos vuelve a humedecerse, no consigo evitarlo.

—Debiste escucharme cuando te hablé sobre él, es un niño maravilloso, aunque Irene odie la idea, es idéntico a ti —Me río un poco, ya que la forma en la que abrió la puerta me trae recuerdos de mis discusiones con su madre.

—Soy un idiota, ¿cierto? —cuestiono conociendo la respuesta.

—Quisiera contradecirte, pero eso te queda chico y no la tienes fácil, cariño —advierte una vez más, trayendo a mi mente el nombre que Irene mencionó: Julian.

—Tengo competencia —bromeo.

—No es por desanimarte, menos ponerme de su lado, sin embargo, son siete años que ha estado con él, no en una relación, pero ese tiempo pesa y la balanza está a su favor —Soy consciente de lo que comenta, pero no voy a rendirme. La amo y aunque se esfuerce por demostrar lo contrario, ella a mí también.

—No vine hasta aquí para rendirme Gianna, sé que es tiempo de corregir mis errores. Esta la única oportunidad que me queda —Mi objetivo es unir a mi familia, eso lo tengo claro.

Al parecer tengo la tendencia de enviar mis relaciones al carajo: primero Gianna, luego Candy y ahora, Irene, motivos distintos, pero las estúpidas decisiones son la constante. Sin embargo, el desarrollo y el crecimiento de Jr., está en riesgo, aunque yo no merezca una familia unida, mi pequeño sí. No tiraré la toalla al primer golpe.

—¿Le hablarás con la verdad? —intenta que busque la salida fácil, mas que le hable de lo sucedido solo va a enfurecerla más.

—Parece que no la conoces, si le cuento lo que pasó no soy al único que va a odiar y fui yo quien tomó la decisión de terminar y apartarme durante tanto tiempo, ninguno me obligó —La responsabilidad en esto es solo mía, no veo la necesidad de involucrarlos.

—Jeremiah —suspira con pesadez y solo me río de mi lado de la línea. El panorama está demasiado oscuro. No hay luz al final del camino, soy yo quien debe crearla.

Sé que no la apagué completo. Irene me odia, pero me ama aún más.

 

(…)

 

—¿Qué haces aquí? —Se sorprende, se olvida de los modales, aquellos que desde el instante que la conozco sé que ha carecido, para indagar respecto a mi repentina aparición, puesto que se negó a darme su dirección.

Me hizo saber que el tema de los abogados es en serio, dado que se comunicaron conmigo para elaborar un plan de visitas en las que exigió no estar presente. Una vez más se empeñó en hacerme entender que no planea tener contacto conmigo, pero al parecer olvidó que me contagió de su terquedad y que al igual que ella, al llegar a mi vida, no aceptaré un no por respuesta.

—Estuve llamando y jamás contestaste —justifico el que no hubiese avisado.

—Para eso están los abogados y mientras todo se resuelve, creo que te comunicaron que puedes compartir con Jr. los viernes después de la escuela —Blanqueo mis ojos demostrando lo mucho que me disgusta su actitud: somos adultos, muy poco razonables, puesto que nuestros problemas los arreglábamos en la cama y llevar esto por la ley, es en extremo excesivo.

—No es necesario, podemos hablar —Se ríe de inmediato.

—Parece que no entendiste que no te quiero cerca, no volverás a ser parte de mi vida —reitera, se empeña en rechazar mi regreso, todo indica que su corazón se congeló. Estoy dispuesto a revertir lo que provoqué—. Así que márchate —intenta cerrar la puerta, pero la voz de Jr. la interrumpe.

—¡Papi! —Sin percatarse, interfiere a mi favor, provocando que una mueca se extienda en el rostro de la hermosa mujer de cabello negro azabache, la cual me observa con aquellos ojos verdes encantadores, envueltos en furia, ya que acabo de salirme con la mía.

—Campeón —Lo abrazo con fuerza y siendo sincero, no quiero soltarlo.

Saber que no puedo quedarme con él y acompañarlo, duele, me causa mayor remordimiento que en estos seis años en los que no me atreví a conocerlo, siete al no interferir con Irene, he padecido.

—¿Y eso? —Señala las rosas y el paquete que hay en el suelo.

—Un pajarito me contó que un niño llamado Jeremiah Janssen, ama los robots —Aún no asimilo el que haya decidido nombrarlo de ese modo, se supone que me odia.




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